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lunes, 24 de septiembre de 2012
El afecto como complemento en las relaciones humanas
El sentimiento de afecto es algo intrínseco, que se manifiesta en circunstancias emanadas de compañerismo, de vivencias comunes de lo cotidiano, desarrollando un ambiente familiar en quienes lo perciben.
En Atenas existen más de 100 museos, no se puede esperar menos de un país con tanta historia, sin embargo uno de los museos que más me llama la atención no es precisamente uno de ellos sino el museo de las palabras olvidadas.
La palabra afecto es una de las pocas usadas en la actualidad especialmente por la juventud, a pesar de que este concepto existe desde los tiempo antiguos, los griegos lo expresaban como Storge. Que se define como afecto especialmente entre los padres hacia su prole, y también de la prole hacia sus padres.
Al afecto se le conoce como el menos discriminativo de los amores.
Relaciones humanas
Muchas veces no existe una explicación racional que lo conciba; es discreto e ignora todo tipo de obstáculos, en el ámbito de las relaciones humanas se concibe a través de un concepto familiar, de estimación por alguien por el cual lo unen ciertas experiencias cotidianas del diario vivir, como por ejemplo la relación de un directivo importante con su niñera o con su jardinero, al que saluda todos los días.
No hace falta que exista algo extremadamente precioso meritorio o valioso entre lo que comparten el afecto. Pero lo curioso del afecto, es que tiene pocas reglas fijas, pero una básicamente fundamental como dice Carl Lewis en su libro “Los cuatro amores”: el objeto del afecto debe ser familiar
Una verdadera convivencia
El sentimiento de afecto es algo intrínseco, que se manifiesta en circunstancias emanadas de compañerismo, de vivencias comunes de lo cotidiano, desarrollando un ambiente familiar en quienes lo perciben. Por eso los griegos lo relacionaban en su plenitud con la convivencia entre padre e hijos, donde se da dicho sentimiento con cariño que es y será la base del nacimiento de una verdadera amistad entre ellos, esa atadura, esa unión se debe al afecto que se tiene por el simple hecho del parentesco.
Amistad entre padre e hijo
En el ámbito del afecto existe una sutil pero sustancial distinción: es diferente del padre al hijo que del hijo al padre. El padre quiere a su hijo, se desvive por él solamente por que sí, no hay explicación, es un sentimiento que existe innegablemente. Por su parte el hijo va sintiendo emociones y afecto que irán variando a lo largo de los años. No existe amor y entrega más ilógicos y desinteresados que la de un padre hacia su hijo. Existe algo que se fusiona entre ambos, que los consolida por el simple hecho de estar emparentados. Esa familiaridad incluso por la forma parecida de conversar, similitudes en el físico, expresiones semejantes, crean afinidades, simpatía, cariños entrañables a pesar de un posible distanciamiento de criterios.
La importancia del ejemplo
Joseph Joubert, moralista y ensayista francés, con respecto a este tema señalando la importancia de la relación entre padre e hijo a través del afecto afirmó en una oportunidad “Los niños necesitan más modelos que críticos” Frecuentemente los niños, en lugar de obedecer a lo que se les dice, tienden a copiar o imitar a los que les rodean.
La palabra afecto hoy pareciera que sólo se encuentra en el museo de las palabras olvidadas, pero depende de cada uno de nosotros sacarlas del léxico de antigüedades y mostrar su significado a la juventud a través de ejemplos prácticos, que demuestren con hechos su verdadero sentido, que complemente la formación de los hijos en un constante desarrollo hacia sentimientos que sólo saben emerger en el círculo familiar, como un vínculo influyente para descubrir la amistad entre padres e hijos con cariño, estima, y aprecio.
Fuente:
http://www.blog.alexponce.com
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