domingo, 9 de diciembre de 2012

La perfección no existe


La existencia no permite la perfección, porque la perfección es muy monótona. Piensa simplemente en lo que es vivir con una persona perfecta... Después de veinticuatro horas te suicidarás. ¿Vivir con una persona perfecta? ¿Cómo sería tu vida? Él sería casi como una estatua de mármol: muerto. Cuando una persona se vuelve perfecta está muerta. Una persona viva nunca es perfecta, y mi enseñanza tiende básicamente hacia la totalidad y no hacia la perfección.

Se total y recuerda la diferencia. El ideal de la perfección dice: “Se de esta manera, sin ira, sin celos, sin ser posesivo, sin imperfecciones, sin limitaciones”. El ideal de la totalidad es completamente diferente: si estás enojado, enójate completamente. Si amas, ama por completo. Si estás triste, entristécete completamente. Nada se deniega, únicamente lo parcial se tiene que dejar y así una persona se vuelve hermosa. Una persona total es hermosa. Una persona perfecta está muerta.

No estoy tratando de crear mahatmas aquí. ¡Ya está bien! Esos mahatmas ya han hecho suficientes tonterías en el mundo. Necesitamos gente hermosa, floreciente, fluida, vital. Sí, algunas veces se pondrán tristes, pero ¿qué hay de malo en sentirse triste? Algunas veces se enojarán, pero ¿qué hay de malo en sentirse enojado de vez en cuando? Esto simplemente indica que estás vivo, que no eres una cosa muerta, que no eres un leño a la deriva. Algunas veces peleas, algunas veces lo dejas correr, tal como cambian los climas: algunas veces está lluvioso y lleno de nubes, otras veces está soleado y las nubes han desparecido. Además se necesitan todas las estaciones: la fría, la caliente, el invierno, el verano; todas las estaciones son necesarias. Y el hombre real, el hombre auténtico tiene todos los climas en su ser, sólo que con un punto de atención: cualquier cosa que hace, la tendría que hacer completamente y con plena atención; eso es todo, es suficiente: ahí tienes una hermosa persona.

Osho

Manual para escalar montañas de Paulo Coelho

No sé qué montañas estés atravesando en estos momentos, o si estás en alguna o estás sentado en un pico contemplando la inmensidad de la Creación y estando sumamente satisfecho de tu esfuerzo el cual por no haber desistido te ha llevado a una victoria personal, o si estás muerto de miedo en las faldas de esa montaña viendo lo grande, imponente e inmensa que parece...Sin embargo, todos tenemos montañas que escalar.. Deseo que tu montaña sea maravillosa, excitante, fuerte, que represente para ti un riesgo y que si, te provoque miles de emociones, que te haga sentir VIVO, que te haga pensar en todo aquello que no piensas hace mucho por estar automatizado y muy preocupado en vivir tu vida como según tu deberías de vivirla.. Aquello que no te provoca nada, es aquello que te hace morir un poquito mas día a día y está contribuyendo a cavar la tumba de tu parálisis emocional, mental y espiritual en la vida... vivir la vida muriéndola día a día, cargando con ella, sacrificando tu ser, tu voz, tus sueños por ese concepto basado en el falso amor, “el sacrificio”....No temas volver a sufrir, volver a llorar como un pequeño niño, no temas que se incendie tu vida de pasión, no temas gritar y pelear...

Eso es VIVIR...

"1. Escoge la montaña que deseas subir: no te dejes llevar por los comentarios de los demás, que dicen “esa es más bonita”, o “aquella es más fácil”. Vas a gastar mucha energía y entusiasmo en alcanzar tu objetivo, y por lo tanto eres tú el único responsable y debes estar seguro de lo que estás haciendo.

2. Sabe cómo llegar frente a ella: muchas veces, vemos la montaña de lejos, hermosa, interesante, llena de desafíos.

Pero cuando intentamos acercarnos, ¿qué ocurre? Que está rodeada de carreteras, que entre tú y tu meta se interponen bosques, que lo que parece claro en el mapa es difícil en la vida real.

Por ello, intenta todos los caminos, todas las sendas, hasta que por fin un día te encuentres frente a la cima que pretendes alcanzar.

3. Aprende de quien ya caminó por allí: por más que te consideres único, siempre habrá alguien que tuvo el mismo sueño antes que tú, y dejó marcas que te pueden facilitar el recorrido; lugares donde colocar la cuerda, picadas, ramas quebradas para facilitar la marcha.

La caminata es tuya, la responsabilidad también, pero no olvides que la experiencia ajena ayuda mucho.
4. Los peligros, vistos de cerca, se pueden controlar: cuando empieces a subir la montaña de tus sueños, presta atención a lo que te rodea.

Hay despeñaderos, claro.
Hay hendiduras casi imperceptibles.
Hay piedras tan pulidas por las tormentas que se vuelven resbaladizas como el hielo.
Pero si sabes dónde pones el pie, te darás cuenta de los peligros y sabrás evitarlos.

5. El paisaje cambia, así que aprovéchalo: claro que hay que tener un objetivo en mente: llegar a lo alto.

Pero a medida que se va subiendo, se pueden ver más cosas, y no cuesta nada detenerse de vez en cuando y disfrutar un poco del panorama de alrededor.

A cada metro conquistado, puedes ver un poco más lejos; aprovecha eso para descubrir cosas de las que hasta ahora no te habías dado cuenta.

6. Respeta tu cuerpo: sólo consigue subir una montaña aquél que presta a su cuerpo la atención que merece.

Tú tienes todo el tiempo que te da la vida, así que, al caminar, no te exijas más de lo que puedas dar.

Si vas demasiado deprisa, te cansarás y abandonarás a la mitad.

Si lo haces demasiado despacio, caerá la noche y estarás perdido. Aprovecha el paisaje, disfruta del agua fresca de los manantiales y de los frutos que la naturaleza generosamente te ofrece, pero sigue caminando.

7. Respeta tu alma: no te repitas todo el rato “voy a conseguirlo”. Tu alma ya lo sabe.

Lo que ella necesita es usar la larga caminata para poder crecer, extenderse por el horizonte, alcanzar el cielo.

De nada sirve una obsesión para la búsqueda de un objetivo, y además, termina por echar a perder la escalada.

Pero atención, tampoco te repitas “es más difícil de lo que pensaba”, pues eso te hará perder la fuerza interior.
8. Prepárate para caminar un kilómetro más: el recorrido hasta la cima de la montaña es siempre mayor de lo que pensabas.

No te engañes, ha de llegar el momento en que aquello que parecía cercano está aún muy lejos.

Pero como estás dispuesto a llegar hasta allí, eso no ha de ser un problema.

9. Alégrate cuando llegues a la cumbre: llora, bate palmas, grita a los cuatro vientos que lo has conseguido, deja que el viento allá en lo alto (porque allá en la cima siempre hace viento) purifique tu mente, refresca tus pies sudados y cansados, abre los ojos, limpia el polvo de tu corazón.

Piensa que lo que antes era apenas un sueño, una visión lejana, es ahora parte de tu vida.

Lo conseguiste.

10. Haz una promesa: aprovecha que has descubierto una fuerza que ni siquiera conocías, y dite a ti mismo que a partir de ahora, y durante el resto de tus días, la vas utilizar.

Y, si es posible, promete también descubrir otra montaña, y parte en una nueva aventura.
11. Cuenta tu historia: sí, cuenta tu historia.

Ofrece tu ejemplo.

Dí a todos que es posible, y así otras personas sentirán el valor para enfrentarse a sus propias montañas."

La Ley de la Potencialidad Pura: Deepak Chopra

El éxito en la vida podría definirse como el crecimiento continuo de la felicidad y la realización progresiva de unas metas dignas. El éxito es la capacidad de convertir en realidad los deseos. No obstante, el éxito, incluyendo la creación de la riqueza, siempre se ha percibido como un proceso que requiere esfuerzo, y que muchas veces se logra a expensas de los demás. Necesitamos acercarnos de una manera más espiritual al éxito y a la riqueza, que no es otra cosa que el flujo abundante de todas las cosas buenas hacia nosotros y hacia los demás, pues en la medida que demos, obtendremos.

El éxito tiene muchos aspectos, y la riqueza material es solamente uno de sus componentes. Pero el éxito también se compone de salud, energía, entusiasmo por la vida, realización en las relaciones con los demás, libertad creativa, estabilidad emocional y psicológica, sensación de bienestar y paz. Pero ni siquiera experimentando todas estas cosas podremos realizarnos, a menos que cultivemos la semilla de la divinidad que llevamos adentro.

En realidad, somos la divinidad disfrazada, y el espíritu divino que vive dentro de nosotros en un estado embrionario busca materializarse plenamente. Por tanto, el éxito verdadero consiste en experimentar lo milagroso. Es el despliegue de la divinidad dentro de nosotros. Es percibir la divinidad en cualquier lugar a donde vayamos, en cualquier cosa que veamos: en los ojos de un niño, en la belleza de una flor, en el vuelo de un pájaro. Cuando comencemos a vivir la vida como la expresión milagrosa de la divinidad -no de vez en cuando sino en todo momento- comprenderemos el verdadero significado del éxito.
Antes de definir las leyes espirituales, es preciso comprender el concepto de ley. Una ley es el proceso por el cual se manifiesta lo que no se ha manifestado; es el proceso por el cual el observador se convierte en el observado; es el proceso por el cual el que contempla se convierte en paisaje; es el proceso a través del cual el que sueña proyecta el sueño.

Toda la creación, todo lo que existe en el mundo físico, es el producto de la transformación de lo inmanifiesto en manifiesto. Nuestro cuerpo, el universo físico -todo lo que podemos percibir por medio de los sentidos- es la transformación de lo inmanifiesto, lo desconocido e invisible en lo manifiesto, lo conocido y lo visible.

El universo físico no es otra cosa que el yo plegado sobre sí mismo para experimentarse como espíritu, mente y materia física. En otras palabras, todos los procesos de la creación son procesos por medio de los cuales el yo o la divinidad se expresa. La conciencia en movimiento se manifiesta a través de los objetos del universo, en medio de la danza eterna de la vida.

Las leyes físicas del universo representan en realidad todo este proceso de la divinidad en movimiento o de la conciencia en acción. Cuando comprendemos estas leyes y las aplicamos en nuestra vida, todo lo que deseamos puede ser creado, porque las mismas leyes en que se basa la naturaleza. para crear un bosque, o una galaxia, o una estrella o un cuerpo humano, pueden convertir en realidad nuestros deseos más profundos.


La primera ley espiritual del éxito es la ley de la potencialidad pura. Se basa en el hecho de que, en nuestro estado esencial, somos conciencia pura. La conciencia pura es potencialidad pura; es el campo de todas las posibilidades y de la creatividad infinita. Otros atributos de la conciencia son el conocimiento puro, el silencio infinito, el equilibrio perfecto, la invencibilidad, la simplicidad y la dicha. Ésa es nuestra naturaleza esencial; una naturaleza de potencialidad pura.

Cuando descubrimos nuestra naturaleza esencial y sabemos quién somos realmente, ese solo conocimiento encierra la capacidad de convertir en realidad todos nuestros sueños, porque somos la posibilidad eterna, el potencial inconmensurable de todo lo que fue, es y será. La ley de la potencialidad pura también podría denominarse ley de la unidad, porque sustentando la infinita diversidad de la vida está la unidad de un solo espíritu omnipresente. No existe separación entre nosotros y ese campo de energía. El campo de la potencialidad pura es nuestro propio yo.

Vivir de acuerdo con nuestro yo, en una constante autoreferencia, significa que nuestro punto interno de referencia es nuestro propio espíritu, y no los objetos de nuestra experiencia. Lo contrario de la autoreferencia es la referencia al objeto. Cuando vivimos según la referencia al objeto, estamos siempre influidos por las cosas que están fuera de nuestro yo; entre ellas están las situaciones en las que nos involucramos, nuestras circunstancias, y las personas y las cosas que nos rodean. Cuando vivimos según la referencia al objeto, buscamos constantemente la aprobación de los demás. Nuestros pensamientos y comportamientos esperan constantemente una respuesta. Nuestra vida, por tanto, se basa en el temor.

Cuando vivimos según la referencia al objeto, también sentimos una intensa necesidad de controlarlo todo. Sentimos intensa necesidad de tener poder externo. La necesidad de aprobación, la necesidad de controlar las cosas y de tener poder externo se basan en el temor. Esta forma de poder no es el de la potencialidad pura, ni el poder del yo, o poder real. Cuando experimentamos el poder del yo no hay temor, no hay necesidad de controlar, y no hay lucha por la aprobación o por el poder externo.

Cuando vivimos según la referencia al objeto, el punto de referencia interno es el ego. Sin embargo, el ego no es lo que realmente somos. El ego es nuestra autoimagen, nuestra máscara social; es el papel que estamos desempeñando. A la máscara social le gusta la aprobación; quiere controlar, y se apoya en el poder porque vive en el temor.

Nuestro verdadero yo, que es nuestro espíritu, nuestra alma, está completamente libre de esas cosas. Es inmune a la crítica, no le teme a ningún desafío y no se siente inferior a nadie. Y, sin embargo, es humilde y no se siente superior a nadie, porque es consciente de que todos los demás son el mismo yo, el mismo espíritu con distintos disfraces.

Ésa es la diferencia esencial entre la referencia al objeto y la autoreferencia. En la autoreferencia, experimentamos nuestro verdadero ser, el cual no les teme a los desafíos, respeta a todo el mundo y no se siente inferior a nadie. Por tanto, el poder del yo es el verdadero poder.

El poder basado en la referencia al objeto, en cambio, es falso. Siendo un poder que se basa en el ego, existe únicamente mientras exista el objeto de referencia. Si uno tiene cierto título -si es el presidente del país o el presidente de la junta directiva de una corporación- o si tiene muchísimo dinero, el poder de que disfruta está ligado al título, al cargo o al dinero. El poder basado en el ego dura solamente lo que duran esas cosas. Apenas desaparezcan el título, el cargo y el dinero, desaparecerá el poder.

Por otra parte, el poder del yo es permanente porque se basa en el conocimiento del yo, y este poder tiene ciertas características: Atrae la gente hacia nosotros y también atrae las cosas que deseamos. Él magnetiza a las personas, las situaciones y las circunstancias en apoyo de nuestros deseos. Esto es lo que se conoce también como apoyo de las leyes de la naturaleza. Es el apoyo de la divinidad; es el apoyo que se deriva de estar en un estado de gracia. Este poder es tal que disfrutamos de un vínculo con la gente y la gente disfruta de un vínculo con nosotros. Es el poder de establecer lazos -lazos que emanan del verdadero amor.

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¿Cómo podemos aplicar la ley de la potencialidad pura, el campo de todas las posibilidades, en nuestra vida? Si queremos disfrutar de los beneficios del campo de la potencialidad pura, si queremos utilizar plenamente la creatividad inherente a la conciencia pura, debemos tener acceso a ella. Una manera de tener acceso al campo de la potencialidad pura es por medio de la práctica diaria del silencio, de la meditación y del hábito de no juzgar. Pasar algún tiempo en contacto con la naturaleza también nos brinda acceso a las cualidades inherentes al campo: creatividad infinita, libertad y felicidad.

Practicar el silencio significa comprometernos a destinar cierta cantidad de tiempo sencillamente a ser. Tener la experiencia del silencio significa renunciar periódicamente a la actividad de hablar. También significa renunciar periódicamente a actividades tales como ver televisión, escuchar radio, o leer. Si nunca nos damos la oportunidad de experimentar el silencio, esto crea una turbulencia en nuestro diálogo interno.

Destinemos un corto tiempo de vez en cuando a experimentar el silencio. O sencillamente comprometámonos a hacer silencio durante un determinado tiempo todos los días. Podrían ser dos horas, o si eso nos parece mucho, hagámoslo durante una hora. Y de vez en cuando dediquemos un período largo a experimentar el silencio, por ejemplo todo el día, o dos días, o hasta una semana.

¿Qué sucede cuando entramos en esta experiencia del silencio? En un principio, nuestro diálogo interno se vuelve todavía más turbulento. Sentimos la necesidad apremiante de decir cosas. He conocido personas que llegan a la desesperación total el primer o el segundo día que se consagran a guardar silencio durante un período prolongado. Súbitamente los invade una sensación de urgencia y de ansiedad. Pero a medida que perseveran en la experiencia, su diálogo interno comienza a callar. Y al poco tiempo, el silencio se vuelve profundo. Esto se debe a que después de cierto tiempo, la mente se da por vencida; se da cuenta de que no tiene sentido insistir e insistir si el yo -el espíritu, el que decide- no desea hablar, y punto. Luego, cuando calla el diálogo interior, empezamos a experimentar la quietud del campo de la potencialidad pura.

Practicar el silencio periódicamente, en el momento que más nos acomode, es una manera de experimentar la ley de la potencialidad pura. Otra manera es dedicar un tiempo todos los días a la meditación. Lo ideal es meditar por lo menos durante treinta minutos por la mañana y treinta minutos por la noche. Por medio de la meditación aprenderemos a experimentar el campo del silencio puro y la conciencia pura. En ese campo del silencio puro está el campo de la correlación infinita, el campo del poder organizador infinito, el terreno último de la creación donde todo está conectado inseparablemente con todo lo demás.

En la quinta ley espiritual, la ley de la. intención y el deseo, aprenderemos la manera de introducir un leve impulso de intención en este campo para que la realización de nuestros deseos tenga lugar espontáneamente. Pero primero debemos tener la experiencia de la quietud. La quietud es el primer requisito para manifestar nuestros deseos, porque en la quietud reside nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura, el cual puede organizar una infinidad de detalles para nosotros.

Imaginemos que lanzamos una piedra pequeña en un pozo de agua y observamos las ondas que se forman. Al rato, cuando las ondas desaparezcan y el agua quede quieta, quizás lancemos otra piedra. Eso es exactamente lo que hacemos cuando entramos en el campo del silencio puro e introducimos nuestra intención. En ese silencio, hasta la menor intención avanzará formando ondas por el terreno subyacente de la conciencia universal, el cual conecta todo con todo lo demás. Pero si no experimentamos la quietud de la conciencia, si nuestra mente es como un océano turbulento, podríamos lanzar en él todo el edificio Empire State sin ver efecto alguno. La Biblia dice: Calla, y sabrás que soy Dios. Esto es algo que sólo se puede lograr a través de la meditación.

Otra manera de entrar en el campo de la potencialidad pura es por medio de la práctica del hábito de no juzgar. juzgar es evaluar constantemente las cosas para clasificarlas como correctas o incorrectas, buenas o malas. Cuando estamos constantemente evaluando, clasificando, rotulando y analizando, creamos mucha turbulencia en nuestro diálogo interno. Esa turbulencia frena la energía que fluye entre nosotros y el campo de la potencialidad pura. Literalmente, comprimimos el espacio entre un pensamiento y otro.

Ese espacio es nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura. Es el estado de conciencia pura, el espacio silencioso entre los pensamientos, la quietud interior que nos conecta con el poder verdadero. Y cuando comprimimos el espacio, reducimos nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita.

En Un curso de milagros hay una oración que dice: Hoy no juzgaré nada de lo que suceda. El hábito de no juzgar crea silencio en la mente. Por tanto, es buena idea comenzar el día con esa afirmación. Y durante todo el día, recordémosla cada vez que nos sorprendamos juzgando. Si nos parece muy difícil practicar este procedimiento durante todo el día, entonces sencillamente digámonos: No juzgaré nada durante las próximas dos horas o Durante la próxima hora, pondré en práctica el hábito de no formar juicios. Después podremos ampliar gradualmente el tiempo.

Por medio del silencio, de la meditación y del hábito de no juzgar, tendremos acceso a la primera ley, la ley de la potencialidad pura. Una vez que logremos este acceso, podremos agregar un cuarto componente a esta práctica: pasar regularmente un tiempo en contacto directo con la naturaleza. Pasar un tiempo con la naturaleza nos permitirá sentir la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas de la vida, y experimentar un sentimiento de unidad con todas las cosas de la vida. Trátese de un arroyo, un bosque, una montaña, un lago o del mar, esa conexión con la inteligencia de la naturaleza también nos ayudará a lograr el acceso al campo de la potencialidad pura.

Debemos aprender a ponernos en contacto con la esencia más íntima de nuestro ser. Esa verdadera esencia está más allá del ego. No teme; es libre; es inmune a la crítica; no retrocede ante ningún desafío. No es inferior ni superior a nadie, y está llena de magia, misterio y encanto.

El acceso a nuestra esencia verdadera también nos permitirá mirarnos en el espejo de las relaciones interpersonales, porque toda relación es un reflejo de la relación que tenemos con nosotros mismos. Si, por ejemplo, nos sentimos culpables, temerosos o inseguros con respecto al dinero, al éxito o a cualquier otra cosa, estos sentimientos serán el reflejo de la culpabilidad, la inseguridad y el temor básicos de nuestra personalidad.

No existe en el mundo ningún dinero o éxito que pueda resolver estos problemas básicos de la existencia; solamente la intimidad con el yo podrá hacer surgir la verdadera cura. Y cuando estemos bien afianzados en el conocimiento de nuestro verdadero yo -cuando realmente comprendamos su verdadera naturaleza- jamás nos sentiremos culpables, temerosos o inseguros acerca del dinero, o de la abundancia, o de la realización de nuestros deseos, porque comprenderemos que la esencia de toda riqueza material es la energía vital, la potencialidad pura; y la potencialidad pura es nuestra naturaleza intrínseca.

A medida que logremos más y más acceso a nuestra verdadera naturaleza, también iremos te niendo espontáneamente pensamientos creativos, porque el campo de la potencialidad pura es también el de la creatividad infinita y el del conocimiento puro. Franz Kafka, el poeta y filósofo austriaco, dijo alguna vez: No hay necesidad de salir de la habitación. Basta con sentarse a la mesa y escuchar. Ni siquiera es necesario escuchar, sólo esperar. Ni siquiera hay que esperar, sólo aprender a estar en silencio, quieto y solitario. El mundo se te ofrecerá libremente para ser descubierto. Él no tiene otra alternativa; caerá en éxtasis a tus pies.

La abundancia del universo -la espléndida exhibición y riqueza del universo- es una expresión de la mente creativa de la naturaleza. Cuanto más sintonizados estemos con la mente de la naturaleza, mayor acceso tendremos a su creatividad infinita e ilimitada. Pero primero debemos dejar atrás la turbulencia de nuestro diálogo interno, a fin de poder conectarnos con esa mente rica, abundante, infinita y creativa. Y entonces crearemos la posibilidad de una actividad dinámica, pero manteniendo al mismo tiempo la quietud de la mente eterna, ilimitada y creativa. Esta exquisita combinación de la mente silenciosa, ilimitada e infinita con la mente dinámica, limitada e individual, es el equilibrio perfecto de la quietud y el movimiento simultáneos, el cual puede crear cualquier cosa que deseemos. Esta coexistencia de los contrarios -quietud y dinamismo al mismo tiempo- nos independiza de las situaciones, las circunstancias, las personas y las cosas que nos rodean.

Cuando reconozcamos calladamente esta coexistencia exquisita de los contrarios, nos alinearemos con el mundo de la energía -el caldo cuántico, la cosa inmaterial que constituye la fuente del mundo material. Este mundo de energía es fluido, dinámico, flexible, cambiante, y está siempre en movimiento. Pero, al mismo tiempo, es quieto, callado, eterno, silencioso y no cambia.

La quietud en sí constituye la potencia para crear; el movimiento en sí es la creatividad reducida a un determinado aspecto de su expresión. Pero la combinación de quietud y movimiento nos permite dar rienda suelta a la creatividad en todas las direcciones -a donde quiera que el poder de nuestra atención nos lleve.

A donde quiera que vayamos en medio del movimiento y la actividad, llevemos con nosotros la quietud. De esa manera, el movimiento caótico que nos rodea jamás nos ocultará la puerta de acceso al manantial de creatividad, al campo de la potencialidad pura.