Mostrando las entradas con la etiqueta Ramón Ribalta. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Ramón Ribalta. Mostrar todas las entradas

miércoles, 12 de septiembre de 2012

¿Soy el creador de mi vida o una víctima de mis circunstancias?

Los seres humanos tenemos una facultad que nos distingue del resto de especies del mundo animal: la capacidad de crear nuestros pensamientos, palabras, actitudes y comportamientos. Somos seres con consciencia, lo cual significa, entre otras cosas, que podemos elegir a que le damos energía en nuestras mentes. Existe la expresión: “Así como piensas, así es tu vida”. Según es la calidad de nuestros pensamientos ello determina la calidad de nuestra vida. Cada ser humano crea su propia realidad según la elección que realiza a cada momento de acuerdo a su estado de consciencia. Nuestras vidas son del color de nuestros pensamientos, si pensamos cosas tristes, estaremos tristes; si pensamos cosas alegres, estaremos contentos; como vemos, nuestra vida depende de nuestros pensamientos, tal como piensas, así eres.

Hemos de darnos cuenta que no podemos cambiar las circunstancias que nos rodean ni la realidad que nos toca vivir, lo único que está en nuestras manos es elegir la forma en que respondemos a lo que nos sucede. No podemos cambiar nuestro pasado, no podemos cambiar el hecho de que la gente actúe de cierta forma, no podemos cambiar lo inevitable. Lo único que podemos hacer es jugar con la única cuerda que tenemos, y esa es nuestra Actitud. Afirma Charles Swindoll que la vida es 10% lo que nos ocurre y 90 % cómo reaccionamos ante ella.

Tal como afirma Steven Covey: “La esencia del ser humano es la capacidad de dirigir su propia vida”. El ser humano actúa, los animales y los “robots” reaccionan. El ser humano es capaz de tomar decisiones basándose en sus valores. La facultad de elegir el rumbo de nuestra vida nos permite reinventarnos a nosotros mismos, cambiar nuestro futuro e influir con fuerza en el resto de la creación.

“Entre estímulo y respuesta hay un espacio, en ese espacio reside nuestra libertad y nuestra facultad para elegir la respuesta. En estas elecciones residen nuestro crecimiento y nuestra libertad”.

La trampa del victimismo
Debido a la actual coyuntura socio-económica que en la que se encuentra nuestra sociedad hay un “club” que en la actualidad está aumentando su numero de forma exponencial. El “Club de la queja y el victimismo”. Para ser admitido en este club es necesario demostrar que se poseen una determinadas actitudes, como por ejemplo: criticar, destruir, culpabilizar, enfadarse, controlar, reivindicar, insultar, agredir, etc. Sin duda es muy legítimo querer formar parte de este club, sin embargo deberíamos preguntarnos a donde nos acaba llevando esas actitudes y comportamientos.

El resultado es que muchas personas acaban encerradas en un ciclo vicioso de victimismo que acaba generando unos sentimientos de frustración, desanimo, desesperanza y depresión. Está bien protestar si vemos injusticias en el mundo, pero si solo hablamos de lo malo lo perpetuamos y acabamos en un callejón sin salida.

Como seres creativos que somos, con consciencia y capacidad de elección, debemos preguntarnos si hay otras actitudes más positivas y proactivas que nos permitan generar cambios en nuestro entorno a partir de nuestro interior, dando nuevas respuestas creativas a las adversidades que estamos viviendo y a los retos y desafíos que nos plantea la vida.

Cuando cambiamos, el mundo cambia
Al enfocarnos en nuestro propio espacio interior, podemos ir desarrollando conocimiento y claridad acerca de nuestra verdadera identidad. De esta manera podemos diferenciar lo que hacemos, es decir, nuestros roles, de lo que realmente somos. Al conocernos mejor, nos daremos cuenta de que la manera en que nos vemos a nosotros mismos influye sobre la manera en que vemos el mundo. Si cambio la visión de mí mismo, el mundo cambia.

Si queremos conocernos, debemos aprender a observarnos. Conocernos significa darnos cuenta de que la forma en que nos vemos a nosotros mismos, influye en nuestra percepción del mundo que nos rodea. Conocernos significa tomar conciencia de la diferencia entre cuerpo y alma, entre ser y humano, entre forma y contenido. Conocernos nos permite retornar a la realidad de nuestra paz interior inherente y volver a experimentar amor genuino y espiritual hacia nosotros mismos mismo y - como consecuencia - hacia quienes nos rodean.

Siempre que sea posible, desconectemos unos momentos del mundo exterior y enfoquémonos en nuestro interior. Es en el silencio y la calma de nuestra mente donde nos daremos cuenta de cuál es nuestra verdadera naturaleza original, la de un ser de paz. Así podremos permanecer en paz con nosotros mismos con el mundo que nos rodea. A partir de este rencuentro con nuestro ser verdadero, podemos proyectarnos hacia nuestras relaciones y responsabilidades, en nuestro hogar y en el trabajo.

Autor: Ramón Ribalta


martes, 11 de septiembre de 2012

Karma: la ley de causa y efecto

La ley de la acción y la reacción es una ley de la naturaleza, conocida como la tercera ley de Newton. Es la base de la mecánica clásica hasta hoy en día y nos dice que: “por cada acción hay una reacción igual y opuesta”.

A nivel espiritual existe también la acción y la reacción, conocida en India y otras culturas orientales como la ley del karma. Lo que sembramos es lo que recibimos. Por tanto, si sembramos una semilla de mango no podemos esperar que nazca un melocotón, si sembramos semillas de odio (en pensamientos, sentimientos, actitudes) no podemos esperar recibir amor, respeto, y paz.

Un buen ejemplo para ilustrar como actúa la ley del karma, es comprobar lo que sucede cuando echamos una piedra en un lago, se generan unas ondas que finalmente alcanzan la orilla, retornando después al centro de donde partieron.

Los seres humanos estamos irradiando energía constantemente. Emitimos pensamientos, emociones y sentimientos que transmiten vibraciones al entorno. Hay personas que irradian y otras que absorben esos sentimientos. La energía que emitimos alcanza a otras personas, y regresa a nosotros. En base a esta ley, debemos comprender que si en ocasiones la gente nos envía energía que no es muy agradable, quizás es debido a que en otro momento también les enviamos ese mismo tipo energía, aunque haya tardado en regresar. Si siempre procuramos irradiar una energía positiva, de amor y respeto hacia los demás, tarde o temprano esa energía retornará también a nosotros.

El poder de elegir
Si eres una persona bondadosa y amable y tienes un compañero de trabajo autoritario y agresivo, que te va poniendo clavos y chinchetas en tu camino, ¿Cuánto serás capaz de tolerar hasta que alcance la gota que colme el vaso? Es nuestra elección sentirnos como una victima, un estudiante o un maestro de las diferentes situaciones y personas con las que interactuamos. En realidad la persona que se opone a nosotros deberíamos considerarla nuestro profesor. Nos está enseñando a ser más asertivos y a permanecer pacíficos y concentrados. La persona que sufre ese abuso de confianza tiene que aprender a ser más independiente y desarrollar auto-respeto.

Esto es lo que afirma la ley del karma: “donde hay conciencia hay una elección”. ¿Percibo la situación como un obstáculo o una oportunidad? ¿Considero que la persona que está impartiendo la lección como un profesor o como mi enemigo? Para crear un buen karma tengo que pensar: ¿qué puedo aprender de esta situación?

Libertad versus responsabilidad
El karma se confunde a menudo como una maldición o castigo. En realidad es la ley de la acción, la respuesta que damos a esa acción y las consecuencias de nuestras decisiones. Asimismo es el resultado de la responsabilidad o irresponsabilidad con que actúa la persona. Es una energía que funciona de forma automática. La conciencia humana es como el microchip de un ordenador, que contiene la grabación de cada pensamiento y acción que realiza el ser humano. Ese registro determina nuestro futuro.

Uno de los principios del karma es: “somos los creadores de nuestro sufrimiento”. Sin embargo solemos culpar a otros por ello, y no aceptamos nuestra responsabilidad. Hemos de comprender que los demás pueden ser el estímulo, pero nunca la causa de nuestros sentimientos y emociones. Nuestro sentimientos son el resultado de como elegimos tomarnos lo que nos dicen y hacen los demás, y también de nuestras necesidades y expectativas particulares en ese momento.

Debemos aprender a tomar la responsabilidad de nuestras vidas, y eso nos dará más libertad. Nunca podré ser libre sino adopto esa responsabilidad. El karma no es una maldición de Dios, más bien diríamos que la persona se maldice a si misma con sus pensamientos, palabras y acciones. El amor, el respeto, la bondad, el perdón, la paciencia, son las actitudes positivas que hacen funcionar la vida en la buena dirección. Aplicando estas y otras cualidades podemos ser los creadores de nuestra felicidad y nuestro destino.

“La Vida es como el eco.
Lo que das—eso recibes.
Lo que siembras—eso cosechas.
Lo que ves en otros—es tu propio reflejo.
La Vida es como el eco, siempre te regresa lo que le das”.

Autor: Ramon Ribalta