¿Qué se entiende por Feng Shui?.
La palabra Feng Shui corresponde a los ideogramas chinos Viento y Agua.
FENG = Viento (“Fang”) – SHUI = Agua (“Shuei”).
Su significado hace referencia al movimiento fluido del Chi = Energía en idioma Mandarín, está presente y baña todo lo que existe en el Universo.
A su vez, es desde ésta energía que se nutren y orientan los actos y las actitudes de las personas.
Uno y el entorno son dos fuerzas de la naturaleza. La energía presente en el Ser y la del entorno se armonizan para dar como resultante el éxito o el fracaso en los diferentes acontecimientos de la vida.
El Feng Shui, como ciencia y arte holística es ideal para armonizar los reinos interior y exterior.
El “Viento”, sería el que lleva el “Chi”, o Energía Vital. Y representa los deseos, metas, aptitudes, actitudes y sentimientos.
El “Agua”, sería la que contiene a esa Energía Vital, la fuerza visible, la misma equivale al ambiente, el hogar en el cual uno vive, el lugar donde uno trabaja o cualquier espacio equivalente.
Los dos elementos –Viento y Agua- están en una continua interacción y se influyen mutuamente.
En este sentido, el “viento” de las intenciones de los habitantes tiene un objetivo cuando está dirigido hacia el “agua” de su hogar.
El Feng Shui es el arte de “diagnosticar” a través de la observación y el análisis el ambiente que rodea a una persona y contribuir en mejorar su calidad de vida.
Es una ciencia metafísica, mediante la cual reconocemos y ejercemos acción sobre el Chi (Energía) de nuestro ambiente, para favorecernos en los diferentes esfuerzos que realizamos en nuestro paso por el planeta.
¿Cuál es su aplicación en el ambiente?.
Lo que se hace a través de las evaluaciones y acciones resultantes a partir de un estudio de Feng Shui en un ambiente dado, es tratar de retener la energía (Chi) en el ambiente, armonizarla y atraerla hacia el lugar.
El trabajo del Feng Shui se concentra en direccionar esa energía, en pos de las metas específicas de las vidas de las personas de ese lugar.
Para que el Feng Shui resulte efectivo, debe tenerse una “meta” en mente al practicarlo; porque el mismo no es otra cosa sino retener el Chi en un ambiente para ayudar a que las personas logren sus objetivos.
De ésta forma, al analizar un espacio determinado desde el Feng Shui, debe evaluarse primero cómo se sienten quienes lo utilizan y cómo precisa ser ese espacio de acuerdo a lo que esas personas desean sentir. Es un estudio que responde al uso específico y subjetivo de los que utilizan el espacio a analizar.
El Feng Shui no es una cura milagrosa, forma parte del factor Cósmico que influye en nuestras vidas, el resto está relacionado al Destino y el factor humano.
El Feng Shui trata de brindar armonía y alinear el objetivo (Dao) de las personas de un lugar, con el camino, destino o río de la vida de los mismos.
El Feng Shui, podría decirse, es potenciar tu mundo exterior, para potenciar y organizar tu mundo interior. “Así como es adentro, es afuera.”
El Feng Shui es mucho más que una tendencia decorativa, es una alquimia espacial. Transforma el ambiente para que sea una matriz donde sus habitantes transformen su vida de acuerdo a sus deseos.
El núcleo del Feng Shui es el empleo de las cualidades complementarias de Yin (Femenino) y Yang (Masculino) y de los elementos (Fuego, Agua, Metal, Madera, Árbol y Tierra).
Cabe destacar que cada uno de estos aspectos, hacen referencia a un tipo de frecuencia vibratoria energética, con dinámica y características que son equivalentes o comparables a las características de cada elemento y aspecto Yin o Yang.
Las bases del Feng Shui se encuentran en la antigua doctrina china del TAO.
En Feng Shui se estima que cada parte compromete al todo. De allí que, la desarmonía de un espacio, objeto, ambiente, elemento o habitante, implicara la armonía de todo ese conjunto.
No armoniza solo una habitación dentro de una vivienda, o tomar una vivienda como aislada de sus vecinos, de la misma forma que no sirve armonizar el espacio si sus habitantes no se encuentran en armonía. No armoniza el afuera sin armonizar en forma paralela el adentro y los dos entre sí.
El ideal de la doctrina Taoísta y del Feng Shui, considera la armonización y el fluir con las corrientes de la naturaleza, porque existe una conexión invisible y sutil entre la naturaleza y el hombre (éste es parte de la naturaleza).
Existe a la vez, una conexión entre lo interno y lo externo. El principio del Tao nos dice que el desorden externo es reflejo de una desarmonía interna.
La tarea inicial para todo trabajo de Feng Shui, debe ser observar lo interno, nuestros malestares, nuestras satisfacciones, nuestros deseos.
¿Qué es lo que me perturba?, ¿Qué me hace sentir bien?. ¿Qué es lo que anhelo realmente?.
Observar nuestro entorno, sus áreas de armonía, de utilidad, de belleza, como también las de conflicto y desarmonía.
¿Qué lugares son agradables para estar en mi hogar?, ¿Qué espacios son bellos?, ¿Qué lugares me brindan una sensación desagradable o tienen mal aspecto despertando en mí sensaciones desagradables?, ¿Le doy utilidad a todo lo que poseo o acumulo objetos en exceso?, ¿Uso todos los espacios de mi hogar.?, ¿Tengo objetos rotos que no he reparado y por lo tanto presentan vibraciones no armoniosas para el resto del entorno?.
Así como la salud o enfermedad de nuestro cuerpo, que es el hábitat de nuestra alma y nuestro Yo, refleja si nos encontramos en armonía con nuestra existencia o necesitamos revisar nuestro interior; el entorno físico, es un segundo espejo de nuestros desajustes internos.
Después de un trabajo preliminar de observación y depuración del entorno físico a partir de reflexionar lo que éste nos enseña de nosotros mismos, se puede hacer una consulta a un profesional experto en Feng Shui para poder así profundizar con cálculos y estudios más específicos del espacio en pos de nuestras metas.
Se debe tener en cuenta en todo momento que cambiando sólo el afuera, lo físico, no vendrá por arte de magia un estado de felicidad; prosperidad y bienestar, primero se deberá ordenar nuestra propia alma; abrir nuestra mente y nuestro corazón.
A partir de allí, se podrá comenzar un trabajo en el entorno físico, considerándolo un espejo de nuestro estado interno y después un recipiente que brinde armonía, potencie y planifique nuestro paso fugaz por éste plano, conteniendo a ese otro recipiente que es nuestro cuerpo.