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lunes, 20 de mayo de 2013

En busca de las señales

Podemos pensar que todo lo que la vida nos ofrece mañana es repetir lo que hicimos ayer y hoy. Pero si ponemos atención, nos daremos cuenta de que ningún día es igual a otro.
Cada mañana nos trae una bendición escondida, una bendición que solo sirve para este día, y que no puede ser ni guardada ni desaprovechada. Si no usamos ese milagro hoy, se perderá.
Este milagro está en los detalles de lo cotidiano; es necesario vivir sabiendo que a cada instante tenemos la salida para el problema, la manera de encontrar lo que está faltando, la pista adecuada para la decisión que precisamos tomar para modificar todo nuestro futuro.
Pero ¿cómo tener el coraje para eso? A mi entender, Dios habla con nosotros a través de señales. Es un lenguaje individual, que requiere fe y disciplina para ser totalmente absorbido.
San Agustín, por ejemplo, fue convertido de esa manera. Durante años buscó en varias corrientes filosóficas una respuesta para el sentido de la vida hasta que cierta tarde, cuando se encontraba en el jardín de su casa en Milán reflexionando sobre el fracaso de su búsqueda, escuchó una voz infantil en la calle que cantaba: “¡Ábrelo y lee! ¡Ábrelo y lee!”
A pesar de haber sido siempre gobernado por la lógica, decidió en un impulso abrir el primer libro a su alcance. Era la Biblia, y en ella leyó un fragmento de San Pablo con las respuestas que buscaba. A partir de allí la lógica de San Agustín abrió sitio para que la fe pudiese también participar, y él se transformó en uno de los mayores teólogos de la Iglesia.
Los monjes del desierto afirmaban que es necesario dejar actuar la mano de los ángeles. Para eso, de vez en cuando hacían cosas absurdas, como hablar con las flores o reír sin razón. Los alquimistas siguen las “señales de Dios”, pistas que muchas veces no tienen sentido, pero terminan llevando a algún lugar.
“El hombre moderno ha querido eliminar las inseguridades y dudas de su vida; y ha terminado por dejar a su alma muriendo de hambre; el alma se alimenta de misterios” dice el deán de la Catedral de San Francisco.
Existe un ejercicio de meditación que consiste en añadir – generalmente durante diez minutos diarios – un motivo para cada una de nuestras acciones. Un ejemplo: “yo ahora leo el diario porque quiero informarme. Yo pensé ahora en tal persona porque tal asunto que leí me llevó a esto. Yo caminé hasta la puerta porque voy a salir de casa” Y así sucesivamente.
Buda llama a esto “atención consciente”. Cuando nos vemos repitiendo la más común de las rutinas, nos damos cuenta de la riqueza que ronda nuestra vida. Comprendemos cada paso, cada actitud. Descubrimos cosas importantes y también pensamientos inútiles.
Al finalizar la semana – la disciplina es siempre fundamental – estamos más conscientes de nuestras faltas y distracciones, pero también entendemos que en ciertos momentos no había ningún motivo para actuar como actuamos y seguimos nuestro impulso, nuestra intuición; es ahí que empezamos a comprender este lenguaje silencioso que Dios usa para mostrarnos el camino acertado. Lo pueden llamar intuición, señal, instinto, coincidencia, no importa el nombre. Lo que importa es que a través de la “atención consciente” nos damos cuenta de que estamos siendo guiados muchas veces hacia la decisión adecuada. Y esto nos deja más confiantes y más fuertes.

Paulo Coelho


miércoles, 2 de enero de 2013

Amistad

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un enorme árbol, cayó un rayo y los tres murieron fulminados.
Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales; a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...
La carretera era muy larga, colina arriba, el sol era muy fuerte, estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un portal magnífico, todo de mármol,
que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde manaba un agua cristalina.
El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada.
-Buenos días. -Buenos días -respondió el guardián.
-¿Cómo se llama este lugar tan bonito?
-Esto es el Cielo.
-Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos
-Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera.
Y el guardián señaló la fuente.
-Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...
-Lo siento mucho - dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo; dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, exhaustos, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles.
A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero, posiblemente dormía.
-Buenos días - dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto con la cabeza.
-Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.
-Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar - Podéis beber tanta agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.
El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.
-Podéis volver siempre que queráis - Le respondió-
-A propósito ¿Cómo se llama este lugar? -Cielo.
-¿El Cielo? ¿Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
-Aquello no era el Cielo, era el Infierno.
El caminante quedó perplejo. -¡Deberías prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe de provocar grandes confusiones!
-¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor, Porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos...
Somos lo que hacemos día a día.
De modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito.

Paulo Coehlo


sábado, 29 de diciembre de 2012

La cuchara del sabio

Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña.
Allí vivía el sabio que buscaba.
Sin embargo, en vez de encontrar aun hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo atendiera.
El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
_ Pero quiero pedirte un favor _ añadió el sabio entregándole una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite_. Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida que el aceite no se derrame.
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
_¿Qué tal?_ preguntó el sabio _. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín, que el Maestro Jardinero tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?
El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.
_ Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo _ dijo el sabio _. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.

Ya más tranquilo, el joven tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del Sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.
_ ¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? _preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
_Pues éste es el único consejo que puedo darte_ el secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.

del libro El Alquimista de Paulo Coehlo

viernes, 28 de diciembre de 2012

Ahuyentar los fantasmas


Durante años Hitoshi intentó - inútilmente - despertar el amor de aquella a quien consideraba ser la mujer de su vida. Pero el destino es irónico: el mismo día que ella lo aceptó como futuro marido, también descubrió que tenía una enfermedad incurable y le quedaba poco tiempo de vida.

Seis meses después, ya a punto de morir, ella le pidió:

- Quiero que me prometas una cosa: que jamás te volverás a enamorar. Si lo haces, volveré todas las noches para espantarte.

Y cerró los ojos para siempre. Durante muchos meses, Hitoshi evitó aproximarse a otras mujeres, pero el destino continuó irónico, y él descubrió un nuevo amor. Cuando se preparaba para casarse, el fantasma de su ex amada cumplió su promesa y apareció.

- Me estás traicionando - le dijo.

- Durante años te entregué mi corazón y tú no me correspondías -respondió Hitoshi - ¿No crees que merezco una segunda oportunidad de ser feliz?.
Pero el fantasma de la ex amada no quiso saber disculpas, y todas las noches venía para asustarlo. Contaba con todo detalle lo que había sucedido durante el día, las palabras de amor que él había dicho a su novia, los besos y abrazos que se habían intercambiado.

Hitoshi ya no podía dormir, así que fue a buscar al maestro zen Bashó.

- Es un fantasma muy listo - comentó Bashó.

- ¡Ella sabe todo, hasta los menores detalles! Y ya está acabando con mi noviazgo, porque no consigo dormir y en los momentos de intimidad con mi amada me siento muy inhibido.

- Vamos a alejar este fantasma - garantizó Bashó.

Aquella noche cuando el fantasma retornó, Hitoshi lo abordó antes de que dijera la primera frase.

- Eres un fantasma tan sabio, que haremos un trato. Como me vigilas todo el tiempo, te voy a preguntar algo que hice hoy: si aciertas abandono a mi novia y nunca más tendré mujer. Si te equivocas, has de prometer que no volverás a aparecer, so pena de ser condenado por los dioses a vagar para siempre en la oscuridad.

- De acuerdo - respondió el fantasma, confiada.

- Esta tarde estaba en el almacén y en un determinado momento cogí un puñado de granos de trigo de dentro de un saco.

- Sí, lo vi - dijo el fantasma.

- La pregunta es la siguiente: ¿cuántos granos de trigo tenía en mi mano?.

El fantasma en ese instante comprendió que no conseguiría jamás responder la pregunta. Y para evitar ser perseguido por los dioses en la oscuridad eterna, decidió desaparecer para siempre.

Dos días después Hitoshi fue hasta la casa del maestro zen.

- Vine a darle las gracias.

- Aprovecha para aprender las lecciones que hacen parte de esta experiencia - respondió Bashó.

"En primer lugar, aquel espíritu volvía siempre porque tenías miedo. Si quieres alejar una maldición, no le des la menor importancia."

"Segundo: el fantasma sacaba provecho de tu sensación de culpa: cuando nos sentimos culpables, siempre deseamos - inconscientemente - el castigo."

"Y, finalmente: nadie que realmente te amara te obligaría a hacer ese tipo de promesa. Si quieres entender el amor, aprende la libertad."


Paulo Coelho

UN CUENTO DE KHALIL GIBRAN - Paulo Coehlo


"Yo estaba caminando por el jardín de un asilo de locos, cuando encontré a un joven leyendo un libro de filosofía. Por su forma y por la salud que mostraba no combinaba mucho con los otros internos. Me senté a su lado y le pregunté: ¿Qué estás haciendo aquí?

Paulo Coelho

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El me miró sorprendido, pero viendo que yo no era uno de los médicos respondió:
"Es muy simple. Mi padre, un brillante abogado, quería que yo fuera como él.
Mi tío que tenía un alto puesto comercial, quería que yo siguiera su ejemplo.
Mi madre deseaba que yo fuera la imagen de su adorado padre.
Mi hermana siempre me citaba a su marido como ejemplo de un hombre de éxito.
Mi hermano trataba de entrenarme para que yo fuera un buen atleta como él.
Y lo mismo ocurría con mis profesores en la escuela, el maestro de piano, el tutor de inglés; todos estaban convencidos y seguros de que eran el mejor ejemplo a seguir. Nadie me miraba como se debe mirar a un hombre, sino como se mira un espejo. Así fue que decidí internarme en este asilo. Por lo menos aquí puedo ser yo mismo."

Dialogo con el maestro "El Tedio" de Paulo Coehlo

Estamos sentados en un jardín, en una ciudad francesa.
– Las personas se quejan, pero en el fondo adoran la rutina – dije yo.
– Claro, y la razón es muy simple: la rutina les da la falsa sensación de que están más seguras.
Así, el día de hoy será exactamente igual al día de ayer, y el de mañana no traerá sorpresas.
Al llegar la noche, parte del alma protesta porque no vivió nada diferente, pero la otra parte está contenta – paradójicamente por la misma razón.
Es evidente que esta seguridad es totalmente falsa, pues nadie puede controlar nada y, justamente en el momento más inesperado, aparece un cambio que sorprende a la persona sin condiciones de reaccionar o luchar…

– Si somos libres para decidir que queremos una vida rutinaria, ¿por qué Dios nos obliga a cambiarla?
– ¿Qué es la realidad? Es lo que imaginamos que es.
Si mucha gente “piensa” que el mundo es de tal o cual manera, las cosas de nuestro entorno se cristalizan, y nada cambia durante algún tiempo. Sin embargo, la vida es una evolución constante – social, política, espiritual, sea en el nivel que sea.
Para que las cosas evolucionen, es necesario que las personas cambien. Como estamos todos interrelacionados, a veces el destino da un empujón a aquellos que están impidiendo el cambio.

– Generalmente bajo la forma de tragedia…
– La tragedia depende de cómo se la mire.
Si elegiste ser una víctima del mundo, cualquier cosa que te pase alimentará aquel lado negro de tu alma donde te consideras víctima de la injusticia, sufridor, culpable y merecedor de castigo.
Si elegiste ser un aventurero, los cambios – incluso las pérdidas inevitables, ya que todo en este mundo se transforma – pueden causarte algún dolor, pero pronto te empujarán hacia delante, obligándote a reaccionar.
En muchas tradiciones orales, la sabiduría está representada por un templo, con dos columnas en la puerta.
Estas dos columnas siempre tienen nombre de cosas opuestas entre sí, pero para ejemplificar lo que quiero decir, llamaremos a una Miedo y a otra Deseo.
Cuando el hombre está delante de esta puerta, mira a la columna del Miedo y piensa: “¡Dios mío, que será lo que encontraré aquí?”.
Acto seguido, mira hacia la columna del Deseo y piensa: “¡Dios mío, ya estoy tan acostumbrado con lo que tengo que deseo continuar viviendo como siempre viví”.
Y se queda allí detenido.
A eso llamamos tedio.

– El tedio es…
– El movimiento que cesa.
Instintivamente, sabemos que está mal y nos rebelamos.
Nos quejamos con nuestros maridos, esposas, hijos, vecinos.
Pero, por otro lado, sabemos que el tedio y la rutina son puertos seguros.

– ¿Una persona puede pasar toda su vida en esta situación?
Ella puede recibir el empujón de la vida, pero resistirlo y continuar allí, siempre protestando.
Y su sufrimiento habrá sido inútil, no le habrá enseñado nada.
Sí, una persona puede continuar el resto de sus días parada frente a una de las puertas que debe atravesar, pero necesita entender que solo vivió realmente hasta ese punto.
Puede continuar respirando, andando, durmiendo, comiendo – pero cada vez con menos placer, porque ya está muerta espiritualmente y no lo sabe.
Hasta que un día, además de la muerte espiritual, aparece la muerte física; en ese momento, Dios le preguntará “qué es lo que hiciste con tu vida?”.
Todos nosotros tenemos que responder a esta pregunta, y ¡ay! de quien diga “me quedé parado frente a una puerta”.

...Y vos que Columna Eliges?...
...El Miedo...la repeticion...la muerte...
...o...
....El Deseo...La Magia....La Vida...
...La Decision es de Uno...de cada Uno...De Uno en Uno...
...Ser una hoja al viento o Ser el Viento?...
...Te Decidiste?...
...Lo que decidas es importante...pero más importante es...
... QUE DECIDAS!...

domingo, 9 de diciembre de 2012

Manual para escalar montañas de Paulo Coelho

No sé qué montañas estés atravesando en estos momentos, o si estás en alguna o estás sentado en un pico contemplando la inmensidad de la Creación y estando sumamente satisfecho de tu esfuerzo el cual por no haber desistido te ha llevado a una victoria personal, o si estás muerto de miedo en las faldas de esa montaña viendo lo grande, imponente e inmensa que parece...Sin embargo, todos tenemos montañas que escalar.. Deseo que tu montaña sea maravillosa, excitante, fuerte, que represente para ti un riesgo y que si, te provoque miles de emociones, que te haga sentir VIVO, que te haga pensar en todo aquello que no piensas hace mucho por estar automatizado y muy preocupado en vivir tu vida como según tu deberías de vivirla.. Aquello que no te provoca nada, es aquello que te hace morir un poquito mas día a día y está contribuyendo a cavar la tumba de tu parálisis emocional, mental y espiritual en la vida... vivir la vida muriéndola día a día, cargando con ella, sacrificando tu ser, tu voz, tus sueños por ese concepto basado en el falso amor, “el sacrificio”....No temas volver a sufrir, volver a llorar como un pequeño niño, no temas que se incendie tu vida de pasión, no temas gritar y pelear...

Eso es VIVIR...

"1. Escoge la montaña que deseas subir: no te dejes llevar por los comentarios de los demás, que dicen “esa es más bonita”, o “aquella es más fácil”. Vas a gastar mucha energía y entusiasmo en alcanzar tu objetivo, y por lo tanto eres tú el único responsable y debes estar seguro de lo que estás haciendo.

2. Sabe cómo llegar frente a ella: muchas veces, vemos la montaña de lejos, hermosa, interesante, llena de desafíos.

Pero cuando intentamos acercarnos, ¿qué ocurre? Que está rodeada de carreteras, que entre tú y tu meta se interponen bosques, que lo que parece claro en el mapa es difícil en la vida real.

Por ello, intenta todos los caminos, todas las sendas, hasta que por fin un día te encuentres frente a la cima que pretendes alcanzar.

3. Aprende de quien ya caminó por allí: por más que te consideres único, siempre habrá alguien que tuvo el mismo sueño antes que tú, y dejó marcas que te pueden facilitar el recorrido; lugares donde colocar la cuerda, picadas, ramas quebradas para facilitar la marcha.

La caminata es tuya, la responsabilidad también, pero no olvides que la experiencia ajena ayuda mucho.
4. Los peligros, vistos de cerca, se pueden controlar: cuando empieces a subir la montaña de tus sueños, presta atención a lo que te rodea.

Hay despeñaderos, claro.
Hay hendiduras casi imperceptibles.
Hay piedras tan pulidas por las tormentas que se vuelven resbaladizas como el hielo.
Pero si sabes dónde pones el pie, te darás cuenta de los peligros y sabrás evitarlos.

5. El paisaje cambia, así que aprovéchalo: claro que hay que tener un objetivo en mente: llegar a lo alto.

Pero a medida que se va subiendo, se pueden ver más cosas, y no cuesta nada detenerse de vez en cuando y disfrutar un poco del panorama de alrededor.

A cada metro conquistado, puedes ver un poco más lejos; aprovecha eso para descubrir cosas de las que hasta ahora no te habías dado cuenta.

6. Respeta tu cuerpo: sólo consigue subir una montaña aquél que presta a su cuerpo la atención que merece.

Tú tienes todo el tiempo que te da la vida, así que, al caminar, no te exijas más de lo que puedas dar.

Si vas demasiado deprisa, te cansarás y abandonarás a la mitad.

Si lo haces demasiado despacio, caerá la noche y estarás perdido. Aprovecha el paisaje, disfruta del agua fresca de los manantiales y de los frutos que la naturaleza generosamente te ofrece, pero sigue caminando.

7. Respeta tu alma: no te repitas todo el rato “voy a conseguirlo”. Tu alma ya lo sabe.

Lo que ella necesita es usar la larga caminata para poder crecer, extenderse por el horizonte, alcanzar el cielo.

De nada sirve una obsesión para la búsqueda de un objetivo, y además, termina por echar a perder la escalada.

Pero atención, tampoco te repitas “es más difícil de lo que pensaba”, pues eso te hará perder la fuerza interior.
8. Prepárate para caminar un kilómetro más: el recorrido hasta la cima de la montaña es siempre mayor de lo que pensabas.

No te engañes, ha de llegar el momento en que aquello que parecía cercano está aún muy lejos.

Pero como estás dispuesto a llegar hasta allí, eso no ha de ser un problema.

9. Alégrate cuando llegues a la cumbre: llora, bate palmas, grita a los cuatro vientos que lo has conseguido, deja que el viento allá en lo alto (porque allá en la cima siempre hace viento) purifique tu mente, refresca tus pies sudados y cansados, abre los ojos, limpia el polvo de tu corazón.

Piensa que lo que antes era apenas un sueño, una visión lejana, es ahora parte de tu vida.

Lo conseguiste.

10. Haz una promesa: aprovecha que has descubierto una fuerza que ni siquiera conocías, y dite a ti mismo que a partir de ahora, y durante el resto de tus días, la vas utilizar.

Y, si es posible, promete también descubrir otra montaña, y parte en una nueva aventura.
11. Cuenta tu historia: sí, cuenta tu historia.

Ofrece tu ejemplo.

Dí a todos que es posible, y así otras personas sentirán el valor para enfrentarse a sus propias montañas."

miércoles, 3 de octubre de 2012

Permaneciendo abiertos en el amor de Paulo Coelho

Existen momentos en los que nos gustaría mucho ayudar a quienes amamos, pero no podemos hacer nada: o las circunstancias no permiten que nos aproximemos, o la persona permanece cerrada ante cualquier gesto de solidaridad y apoyo.

Entonces sólo nos resta el amor. En los momentos en que todo es inútil, aún podemos amar - sin esperar recompensas, cambios ni agradecimientos.

Si conseguimos actuar de esta manera, la energía del amor empieza a transformar el universo que nos rodea. Cuando esta energía aparece, siempre consigue realizar su trabajo.

"El tiempo no transforma al hombre. El poder de la voluntad no transforma al hombre. Lo transforma el amor", dice Henry Drummond.

Leí en el diario el caso de una criatura, en Brasilia, que fue brutalmente golpeada por sus padres. Como resultado su cuerpo perdió la capacidad de movimiento y además quedó sin habla.
Internada en el hospital, fue cuidada por una enfermera que le decía diariamente "yo te quiero". Aunque los médicos sostenían que no conseguía escucharla y que sus esfuerzos eran inútiles, la enfermera continuaba repitiendo "Yo te quiero, no lo olvides".

Tres semanas después, la criatura había recuperado sus movimientos. Cuatro semanas después, volvía a hablar y a sonreír.

La enfermera nunca concedió entrevistas, y el diario no publicaba su nombre - pero queda aquí el registro, para que no olvidemos nunca que el amor cura.
El amor transforma, el amor cura. Pero a veces el amor construye trampas mortales, y termina destruyendo a la persona que decidió entregarse por completo. ¿Qué sentimiento complejo es éste que - en el fondo - es la única razón para continuar vivos, luchando, procurando mejorar?
Sería una irresponsabilidad intentar definirlo porque, como todo el resto de los seres humanos, yo solamente consigo sentirlo. Se escriben miles de libros, se estrenan obras teatrales, se producen films, se crean poesías, se tallan esculturas en madera o mármol, pero, a pesar de ello, todo lo que el artista puede transmitir es la idea de un sentimiento, pero no el sentimiento en sí mismo.

No obstante, aprendí que este sentimiento está presente en las pequeñas cosas y se manifiesta en la más insignificante de las actitudes que tomamos; por lo tanto es necesario tener el amor siempre en mente cuando actuamos o dejamos de actuar.

Coger el teléfono y decir la palabra de cariño que postergamos. Abrir la puerta y dejar entrar a quien necesita nuestra ayuda. Aceptar un empleo. Abandonar un empleo. Tomar la decisión que estábamos dejando para después. Pedir perdón por un error que cometimos y que no nos deja en paz. Exigir un derecho que tenemos.

Abrir una cuenta en el florista, que es más importante que el joyero. Poner la música bien alta cuando la persona amada esté lejos, pero bajar su volumen cuando se halla cerca. Saber decir "sí" y "no", porque el amor lidia con todas las energías del hombre. Descubrir un deporte que pueda ser practicado por ambos. No seguir ninguna receta, ni siquiera las contenidas en este párrafo, porque el amor requiere creatividad.
Y cuando nada de eso sea posible, cuando lo que resta es apenas soledad, entonces acordarse de una historia que un lector me envió una vez:
"Una rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna venía a posarse en sus pétalos.

La flor, sin embargo, continuaba soñando. Durante sus largas noches imaginaba un cielo donde volaban muchas abejas que venían a besarla cariñosamente. Así conseguía resistir hasta el día siguiente, cuando volvía a abrirse con la luz del sol.
Cierta noche, conociendo la soledad de la rosa, la luna preguntó:
- ¿Tú no estás cansada de esperar?
- Quizás. Pero tengo que seguir luchando.
-¿Por qué?
- Porque si no me abro, me marchitaré."

En los momentos en que la soledad parece destruir toda la belleza, la única manera de resistir es continuar abiertos.


domingo, 9 de septiembre de 2012

Las etapas de Paulo Coelho

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.

Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos. Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó con su trabajo?, ¿Se acabó la relación?, ¿Ya no vive más en esa casa?, ¿Debe irse de viaje?, ¿La amistad se acabó?

Puede pasarse mucho tiempo de su presente "revolcándose" en los porqués, en devolver el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.

El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la Vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse.

No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.

El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la Vida y seguir adelante.

¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir con sólo lo que tenemos en el presente!. El pasado ya pasó.

No esperen que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que alguna vez se den cuenta de quién es usted. Suelte el resentimiento, el prender "su televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.

La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción.

Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de "regresar" (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo!, si no, déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve.

Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando usted vino a este mundo 'llegó' sin ese adhesivo, por lo tanto es "costumbre" vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr porque, le repito, ¡nada ni nadie nos es indispensable! Sólo es costumbre, apego, necesidad.

Pero .... cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.

¡Esa es la vida!

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Reflexiones del Guerrero de la Luz de Paulo Coelho

Lo pasajero y lo definitivo
 Todos los caminos del mundo conducen al corazón del guerrero; él se sumerge sin vacilar en el río de pasiones que siempre corre por su vida.

El guerrero sabe que es libre para escoger lo que desee; sus decisiones son tomadas con coraje, desprendimiento y - a veces - con una cierta dosis de locura.

Acepta sus pasiones y las disfruta intensamente. Sabe que no es preciso renunciar al entusiasmo de las conquistas; ellas forman parte de la vida, y alegran a todos los que en ellas participan.

Pero jamás pierde de vista las cosas duraderas y los lazos creados con solidez a través del tiempo.

Un guerrero sabe distinguir lo que es pasajero y lo que es definitivo.

Un tipo de estrategia
Comenta un sabio chino sobre las estrategias del guerrero de la luz:

"Haz creer a tu enemigo que no conseguirá grandes recompensas si decide atacarte; así disminuirás su entusiasmo".

"No te avergüences de retirarte provisionalmente del combate si percibes que tu enemigo está más fuerte; lo importante no es la batalla aislada, sino el final de la guerra."

"Si estás lo bastante fuerte, tampoco tengas vergüenza de fingirte débil; esto hace que tu enemigo pierda la prudencia y ataque antes de hora"

"En una guerra, la capacidad de sorprender al adversario es la base de la victoria".

Cuando arriesgar
Un guerrero de la luz, antes de entrar en un combate importante, se pregunta a sí mismo: "¿hasta qué punto desarrollé mi habilidad?".

Él sabe que las batallas libradas en el pasado siempre terminaron por enseñarle alguna cosa. Sin embargo, muchas de estas enseñanzas hicieron sufrir al guerrero más de lo necesario. Más de una vez perdió su tiempo luchando por una mentira.

Pero los victoriosos no repiten el mismo error.

Un guerrero no puede rehusar la lucha; pero sabe también que no debe arriesgar sentimientos importantes a cambio de recompensas que no están a la altura de su amor.

Por eso el guerrero solo arriesga su corazón por algo que vale la pena.

Perteneciendo al mundo
Los guerreros de la luz mantienen el brillo en los ojos.

Están en el mundo, forman parte de la vida de otras personas, y comenzaron su jornada sin alforja y sin sandalias. Muchas veces son cobardes. No siempre actúan correctamente.

Los guerreros de la luz sufren por cosas inútiles, tienen actitudes mezquinas y a veces se consideran incapaces de crecer.

Frecuentemente se consideran indignos de cualquier bendición o milagro.

Los guerreros de la luz no siempre tienen la certeza de qué están haciendo aquí. Muchas veces pasan noches en vela, pensando que sus vidas no tienen sentido.

Por eso son guerreros de la luz. Porque se equivocan. Porque se preguntan. Porque buscan una razón - y con seguridad terminarán encontrándola.

Lo mejor y lo peor
Dice un poeta: "el guerrero de la luz escoge a sus enemigos"

El guerrero sabe de lo que es capaz. No necesita ir por el mundo contando sus cualidades y virtudes. Sin embargo - como en el viejo Oeste - a cada momento aparece alguien queriendo probar que es mejor que él.

El guerrero sabe que no existe "mejor" o "peor", que cada uno tiene los dones necesarios para su camino individual.

Pero ciertas personas insisten. Provocan, ofenden, hacen todo lo posible para irritarlo. En este momento el corazón del guerrero le dice "no aceptes las ofensas, ellas no aumentarán tu habilidad. Te cansarás en vano".

Un guerrero de la luz no pierde su tiempo escuchando provocaciones, él tiene un destino a cumplir.

Usando la propia locura
Un guerrero de la luz estudia con mucho cuidado la posición que pretende conquistar.

Por más difícil que sea su objetivo, siempre existe una manera de superar obstáculos. Él verifica los caminos alternativos, afila su espada y procura llenar su corazón de la perseverancia necesaria para enfrentar el desafío.

Pero, a medida que avanza, el guerrero se da cuenta de que existen dificultades con las que no contaba.

Si se queda esperando el momento ideal, nunca saldrá del lugar; ve que será preciso un poco de locura para dar el próximo paso.

El guerrero usa un poco de locura. Porque, en la guerra y en el amor, no es posible prever todo.

Siguiendo adelante
El guerrero de la luz no siempre tiene fe. Hay momentos en los que no cree absolutamente en nada.

Y pregunta a su corazón: "¿Valdrá la pena tanto esfuerzo?"

Pero el corazón continúa callado, y el guerrero tiene que decidir por sí mismo.

Entonces busca un ejemplo. Y recuerda que Jesús pasó por algo semejante - para poder vivir la condición humana en toda su plenitud.

"Aleja de mí este cáliz", dijo Jesús. También Él perdió el ánimo y el valor, pero no se detuvo.

El guerrero de la luz continúa sin fe.

Pero, aún así, sigue adelante, y la fe termina volviendo.


sábado, 1 de septiembre de 2012

Manual para subir montañas de Paulo Coelho

1. Escoge la montaña que deseas subir: no te dejes llevar por los comentarios de los demás, que dicen “ésa es más bonita”, o “aquélla es más fácil”. Vas a gastar mucha energía y entusiasmo en alcanzar tu objetivo, y por lo tanto eres tú el único responsable y debes estar seguro de lo que estás haciendo.

2. Saber cómo llegar frente a ella: muchas veces, vemos la montaña de lejos, hermosa, interesante, llena de desafíos. Pero cuando intentamos acercarnos, ¿qué ocurre? Que está rodeada de carreteras, que entre tú y tu meta se interponen bosques, que lo que parece claro en el mapa es difícil en la vida real. Por ello, intenta todos los caminos, todas las sendas, hasta que por fin un día te encuentres frente a la cima que pretendes alcanzar.

3. Aprende de quien ya caminó por allí: por más que te consideres único, siempre habrá alguien que tuvo el mismo sueño antes que tú, y dejó marcas que te pueden facilitar el recorrido; lugares donde colocar la cuerda, picadas, ramas quebradas para facilitar la marcha. La caminata es tuya, la responsabilidad también, pero no olvides que la experiencia ajena ayuda mucho.

4. Los peligros, vistos de cerca, se pueden controlar: cuando empieces a subir la montaña de tus sueños, presta atención a lo que te rodea. Hay despeñaderos, claro. Hay hendiduras casi imperceptibles. Hay piedras tan pulidas por las tormentas que se vuelven resbaladizas como el hielo. Pero si sabes dónde pones el pie, te darás cuenta de los peligros y sabrás evitarlos.

5. El paisaje cambia, así que aprovéchalo: claro que hay que tener un objetivo en mente: llegar a lo alto. Pero a medida que se va subiendo, se pueden ver más cosas, y no cuesta nada detenerse de vez en cuando y disfrutar un poco del panorama alrededor. A cada metro conquistado, puedes ver un poco más lejos; aprovecha eso para descubrir cosas de las que hasta ahora no te habías dado cuenta.

6. Respeta tu cuerpo: sólo consigue subir una montaña aquél que presta a su cuerpo la atención que merece. Tú tienes todo el tiempo que te da la vida, así que, al caminar, no te exijas más de lo que puedas dar. Si vas demasiado deprisa, te cansarás y abandonarás a la mitad. Si lo haces demasiado despacio, caerá la noche y estarás perdido. Aprovecha el paisaje, disfruta del agua fresca de los manantiales y de los frutos que la naturaleza generosamente te ofrece, pero sigue caminando.

7. Respeta tu alma: no te repitas todo el rato “voy a conseguirlo.” Tu alma ya lo sabe. Lo que ella necesita es usar la larga caminata para poder crecer, extenderse por el horizonte, alcanzar el cielo. De nada sirve una obsesión para la búsqueda de un objetivo, y además termina por echar a perder el placer de la escalada. Pero atención: tampoco te repitas “es más difícil de lo que pensaba”, pues eso te hará perder la fuerza interior.

8. Prepárate para caminar un kilómetro más: el recorrido hasta la cima de la montaña es siempre mayor de lo que pensabas. No te engañes, ha de llegar el momento en que aquello que parecía cercano está aún muy lejos. Pero como estás dispuesto a llegar hasta allí, eso no ha de ser un problema.

9. Alégrate cuando llegues a la cumbre: llora, bate palmas, grita a los cuatro vientos que lo has conseguido, deja que el viento allá en lo alto (porque allá en la cima siempre hace viento) purifique tu mente, refresca tus pies sudados y cansados, abre los ojos, limpia el polvo de tu corazón. Piensa que lo que antes era apenas un sueño, una visión lejana, es ahora parte de tu vida. Lo conseguiste.

10. Haz una promesa: aprovecha que has descubierto una fuerza que ni siquiera conocías, y dite a ti mismo que a partir de ahora, y durante el resto de tus días, la vas a utilizar. Y, si es posible, promete también descubrir otra montaña, y parte en una nueva aventura.

11. Cuenta tu historia: sí, cuenta tu historia. Ofrece tu ejemplo. Di a todos que es posible, y así otras personas sentirán el valor para enfrentarse a sus propias montañas.