martes, 22 de enero de 2013

La identidad de los Trabajadores de la Luz

Los Trabajadores de la Luz son almas que llevan el fuerte deseo interior de esparcir Luz (conocimiento, libertad, y amor) sobre la tierra. Ellos sienten esto como su misión. A menudo se ven atraídos hacia la espiritualidad y hacia alguna clase de trabajo terapéutico.

Debido a su profundo sentimiento de misión, los trabajadores de la luz suelen sentirse diferentes de otras personas. Al experimentar diferentes clases de obstáculos en sus caminos, la vida los provoca a encontrar su propio, único camino. Los trabajadores de la luz casi siempre son individuos solitarios, que no se adaptan a estructuras sociales establecidas.


Una observación en el concepto de ‘trabajador de la luz’

El nombre ‘trabajador de la luz’ puede provocar malentendidos, ya que éste eleva a un grupo particular de almas del resto. Además, puede llegar a sugerir que este grupo particular es de algún modo superior a los otros, por ejemplo a aquellos ‘no trabajadores de la luz’. Esta línea completa de pensamiento no está de acuerdo con la verdadera naturaleza e intención del trabajo de la luz. Permítanos establecer brevemente qué está mal con esto.

Primero, las pretensiones de superioridad generalmente no son iluminadas. Ellas bloquean su crecimiento hacia una libre y amorosa conciencia. Segundo, los Trabajadores de la Luz no son ‘mejores’ o ‘superiores’ que cualquier otro. Ellos simplemente tienen una historia diferente que la de los otros que no pertenecen a este grupo. Debido a esta particular historia, que discutiremos más adelante, ellos tienen ciertas características psicológicas que los distinguen como a un grupo.

Tercero, cada alma llega a ser un trabajador de la luz en determinada etapa de su desarrollo, por lo tanto la calificación ‘trabajador de la luz (lightworker)’ no está reservada para un número limitado de almas.


La razón por la cual utilizamos la frase “trabajador de la luz “(lightworker) (a pesar de los posibles malentendidos) es porque ésta trae asociaciones y remueve memorias dentro de ustedes que los ayuda a recordar. También hay una conveniencia práctica en ella, ya que este término es frecuentemente utilizado en su literatura espiritual corriente.

Raíces históricas de los Trabajadores de la Luz

Los trabajadores de la Luz llevan con ellos la habilidad de alcanzar el despertar espiritual más rápidamente que otras personas. Ellos llevan semillas internas para un rápido despertar espiritual. Debido a esto, ellos parecen estar en una vía más rápida que la mayoría de la gente, si ellos así lo eligen. Esto, otra vez, no es porque los trabajadores de la luz sean en ningún modo almas ‘mejores’ o ‘superiores’. Sin embargo, ellos son más viejos que la mayoría de las almas encarnadas en la tierra actualmente. Esta edad más vieja debería preferentemente entenderse en términos de ’experiencia’, más que en ‘tiempo’.

Los trabajadores de la luz han alcanzado un estadio particular de iluminación, antes de que encarnaran en la tierra y comenzaran su misión. Ellos conscientemente eligieron llegar a estar arraigados en la ‘rueda kármica de la vida’ y experimentar todas las formas de confusión e ilusión que existen en ella.

Ellos hicieron esto con motivos de comprender completamente ‘la experiencia de la tierra’. Esto les permitirá a ellos cumplir su misión. Sólo yendo ellos mismos a través de todos los estados de ignorancia e ilusión, poseerán ellos finalmente las herramientas para ayudar a otros a alcanzar un estado de verdadera felicidad e iluminación.

¿Por qué los trabajadores de la luz siguen esta genuina misión de ayudar a la humanidad, corriendo el riesgo, de este modo, de perderse a ellos mismos por años en la densidad y confusión de la vida terrestre? Ésta es una pregunta que trataremos extensamente más adelante. Ahora diremos que esto tiene que ver con un tipo de karma galáctico.

Los trabajadores de la luz presenciaron la víspera del nacimiento de la humanidad en la tierra. Ellos formaron parte de la creación del hombre. Ellos fueron co-creadores de la humanidad. En el proceso de creación, tomaron decisiones y actuaron de maneras por las cuales más tarde tuvieron profundos remordimientos. Ellos están aquí ahora para resarcir sus decisiones de aquél entonces.

Antes de entrar en ésta particular historia, nombraremos algunas características de las almas trabajadoras de la luz, que generalmente los distinguen de otras personas. Estos rasgos psicológicos no pertenecen exclusivamente a los trabajadores de la luz, y no todos los trabajadores de la luz reconocerán todos ellos como propios. Al detallar esta lista, simplemente queremos dar un perfil a la identidad psicológica de los trabajadores de la luz. Al considerar las características, el comportamiento exterior es de menor importancia que las motivaciones internas o intenciones sentidas. Lo que ustedes sienten por dentro es más importante que lo que ustedes muestran afuera.

Características psicológicas de los Trabajadores de la Luz

Desde temprano en sus vidas, ellos sienten que son diferentes. Muy frecuentemente se sienten aislados de los otros, solitarios y no comprendidos. Ellos a menudo se vuelven individualistas, y tendrán que encontrar sus propios únicos caminos en la vida.

Tienen problemas con sentirse cómodos dentro de los trabajos tradicionales y/o estructuras organizativas.

Los trabajadores de la luz son naturalmente anti-autoritarios, lo cual significa que ellos naturalmente se resisten a las decisiones o valores basados solamente en poder o jerarquía. Este rasgo de anti-autoritarismo está presente incluso si ellos parecen tímidos y vergonzosos. Esto está conectado a la verdadera esencia de su misión aquí en la tierra.

Los trabajadores de la luz se sienten atraídos a ayudar a las personas, ya sea como terapeuta o como profesor. Ellos pueden ser psicólogos, sanadores, maestros, enfermeros, etc. Incluso si su profesión no está directamente relacionada con ayudar a personas, sus intenciones de contribuir al más alto bienestar de la humanidad está claramente presente.

Su visión de la vida está matizada por un sentido espiritual de cómo todas las cosas están relacionadas unas con otras. Ellos consciente o inconscientemente llevan memorias dentro de ellos de esferas de luz no terrestres. Ellos pueden –ocasionalmente- sentir añoranza por estas esferas y sentirse como un extraño en la tierra.


Honran y respetan la vida profundamente, lo cual a menudo se manifiesta como una afición por los animales y una preocupación por el medioambiente. La destrucción de partes del reino animal o vegetal en la tierra por los actos del hombre evoca en ellos profundos sentimientos de pérdida y aflicción.

Son bondadosos, sensibles y empáticos. Pueden sentirse incómodos al enfrentarse con un comportamiento agresivo y generalmente experimentan dificultades en defenderse ellos mismos. Pueden ser distraídos, ingenuos o profundamente idealistas, así como también no estar suficientemente arraigados, por ej., no tener los pies sobre la tierra. Debido a que fácilmente captan sentimientos y humores (negativos) de las personas que los rodean, es importante para ellos estar solos un tiempo regularmente. Esto les permite distinguir entre sus propios sentimientos y los de las otras personas. Necesitan momentos de soledad para tocar base con ellos mismos y con la madre tierra.

Han vivido muchas vidas en la tierra en las cuales estuvieron profundamente involucrados con la espiritualidad y/o religión. Ellos estuvieron presentes en números abrumadores en las viejas órdenes religiosas de su pasado, como monjes, monjas, ermitaños, psíquicos, brujas, chamanes, sacerdotes, sacerdotisas, etc. Ellos fueron aquellos que proveyeron de un puente entre lo visible y lo invisible, entre el contexto diario de la vida terrestre y los reinos misteriosos del más allá, de Dios y los espíritus del bien y el mal. Por cumplir este papel, a menudo fueron rechazados y perseguidos.

Muchos de ustedes fueron sentenciados y estacados por los dones que poseían. Los traumas de las persecuciones dejaron profundas marcas dentro de la memoria de sus almas. Esto puede manifestarse actualmente como un temor a estar completamente arraigado, por ej. un temor a estar realmente presente, porque ustedes recuerdan ser brutalmente atacados por ser quienes ustedes eran.


Fuente: Hermandad Blanca

Fortaleciendo el yo


Cada uno trae, en su equipaje de vida, los recursos que necesita para superar la crisis.

Seca en los mercados, perdí el trabajo, él me abandonó, me dieron un mal diagnóstico, murió un ser querido, etcétera. Sabemos decir muchas veces y otras escucha decir, estoy pasando por una crisis.

Pero, ¿por qué se siente tanto temor ante una crisis?. ¿Por qué se habla de un antes y un después?. ¿Sabemos qué es lo que ocurre cuando eso sucede?. ¿Qué es una crisis?.

Es el momento en el que sentimos que perdimos las herramientas que hasta ese instante nos permitieron afrontar los acontecimientos. Nos damos cuenta de que carecemos de la posibilidad de prever o predecir el futuro. Frente a una situación crítica, no todas las personas reaccionan de la misma manera, algunas suelen quedar paralizadas, otras siguen actuando en huida hacia delante sin ningún tipo de guía que permita una mínima planificación.
Al carecer de un proyecto que sostenga la acción y al permanecer o avanzar a ciegas, la desesperación primero y la desesperanza después, serán los sentimientos dominantes. La sensación de no tener futuro y la falta de confianza en la propia capacidad para modificar la situación, puede provocar un estado desestabilizador e invalidante.

Frente a la incertidumbre que trae aparejada las situaciones de crisis, es inevitable y hasta natural que se genere una gran expectativa respecto del futuro inmediato. Y ahora, ¿qué pasará?.

Tocamos a nuestro alrededor, en los acontecimientos externos, el alivio a la sensación de desasosiego y vértigo semejantes a la que siente una persona al borde de un precipicio. Creemos entonces que lo externo es la salida tranquilizadora pero, sino parece una solución salvadora, casi milagrosa, cosa que raramente ocurre, la desesperanza se apodera, el pesimismo aumenta y generalmente se barajan los brazos con una actitud de entrega derrotista.

En una crisis, a veces quedarse quieto por un tiempo reducido puede ser toda una estrategia, pero esto sólo sucede si durante ese tiempo respiramos profundamente y decidimos hacernos cargo de la situación que nos abarca. Decidimos que tomarse ese espacio de tiempo pueden llegar a tener sentido si lo utilizamos para evaluar la situación y en consecuencia determinar los próximos movimientos. Tramo importante distinguir entre una actitud de parálisis por temor extremo, de una actitud de sabio discernimiento. Ese momento donde se diferencian los temerarios de los valientes. Los valientes no son irreflexivos ni inconscientes, tienen clara conciencia del peligro, pero toman los riesgos con prudencia y madurez. Se trata entonces de, afrontar los riesgos sin buscar el peligro.

En la crisis, es necesario una nueva organización de las formas de afrontamiento de los problemas. Se ponen a prueba las auténticas y hasta ese momento desconocidas posibilidades de un individuo. Cuando escuchamos decir que la crisis significa peligro y oportunidad, se está hablando de esto mismo. El peligro es la desorganización y la oportunidad es la posibilidad de generar nuevas formas que sean tan eficientes o mejores que las que se perdieron. La peor de las entregas frente a una crisis es la indiferencia. Primero porque ésta no se puede ignorar, y segundo, porque es imposible permanecer indiferente frente a ella. Es por eso necesario partir de la idea de que se puede rediseñar el futuro.

Cabe aclarar que no nos mueve una lectura ingenua del famoso tú puedes vacío de contenido que quizá se logra confundir. Sin dudas valoramos la voluntad, pero siempre diferenciando la del voluntarismo. Hacerse cargo de uno mismo no se logra imaginando que, mágicamente, nuestra realidad de cambiará de un momento para otro por el solo influjo del deseo. Se impone entonces prescribir una mirada cruda y realista que no oculte ni disfrace las diferencias culturales y completos trece deberán afrontar. Se logrará de esta manera acordar con nuestro propio yo adulto. Y de esa forma, adulta mente, se comenzará a diseñar un nuevo proyecto de vida. Quizá parezca un término rimbombante y presuntuoso, pero, ¿cómo apostar al futuro sin tener la guía, el mapa que nos permita orientarnos?. Es el nuevo proyecto que diseñamos para nuestra vida lo que nos permitiera arribar al destino.

Es imprescindible comprender que, ante la inestabilidad que producen las crisis, hay muy pocas posibilidades de descansar en un proyecto de vida tal como el que se venía gestando. Porque después de la conmoción que se produce, nadie permanece igual a lo que antes era. Fue modificado por la misma y eso no es necesariamente malo. No podemos permitir que el desaliento y el desánimo no sigan en con su pronóstico de fracaso.
Es conveniente permitirse observar detenidamente las ruinas arqueológicas, porque de ellas está el germen de la transformación.
Cuando perdemos el rumbo podemos sentir que no hay salida, es entonces cuando debemos abandonar el sentimientos de impotencia para concentrarnos en los recursos que debemos fabricar. Quizás el término se inadecuado, porque, seguramente, los recursos fueron fabricados hace tiempo, pero al no haber sido requeridos frecuentemente fueron enviados al depósito.

Fuente: Hermandad Blanca 

Tener el Valor de Ser uno Mismo

Quienes estamos en un Camino de Crecimiento Personal hemos de partir de una premisa que es imprescindible: el compromiso con Uno Mismo de:

SER AUTÉNTICO,
SINCERO,
NO MENTIRSE BAJO NINGÚN CONCEPTO,
SER CONSTANTE,
Y JAMÁS NEGAR LA REALIDAD.

Si te falla alguno de estos aspectos, revisa el acuerdo que tienes contigo, y hazte el firme de propósito de llevarlo a rajatabla a partir de ahora.

Casi lo mejor que se puede decir de una persona es “que es auténtico”, porque eso implica que es, por encima de cualquier otra cosa, él mismo.

Eso no quiere decir, y hay que tener mucho cuidado y no confundirse, que auténtico quiera decir ser testarudo o ser fanático.
Quiere decir que nuestra personalidad es de un modo y que estamos de acuerdo con ese modo, y así nos manifestamos, y que somos fieles a nosotros mismos, respetuosos con nuestra alma, y devotos de la verdad; que somos coherentes con lo que pensamos y sentimos, y nos mostramos y somos en coherencia con ello.

Cuando uno sabe y siente que se respeta, la autoestima se siente beneficiada y alcanza un nivel correcto.

Se crea un sentimiento de plenitud y felicidad que no lo proporciona ninguna otra cosa.

Se produce un bienestar que reafirma la seguridad personal y la confianza en estar haciendo lo correcto.

El estado de ánimo se ve alentado por lo conseguido.

La conciencia da su beneplácito.

Es la sensación de respeto hacia Uno Mismo, la sensación de buena relación con Uno Mismo, y con la propia dignidad; es una felicidad distinta, como la del deber cumplido: la sensación de estar haciéndolo bien y escuchando los propios aplausos y felicitaciones. Es un pequeño Nirvana.

Para ello, es necesario, evidentemente, no vivir pendiente de satisfacer las expectativas de los demás –si no coinciden con las nuestras-, y sí con las que emanan de nuestro más profundo interior.

Para progresar en el Camino de la autenticidad es necesario perseverar.

La inconstancia nos debilita y desvalora ante nosotros mismos.

El propósito ha de ser dar un paso, por mínimo que sea, cada día.

Para ser auténticos es imprescindible desprenderse de lo que no somos y de lo que no nos pertenece.

Poco a poco -desde que comenzaron con nosotros ese proceso que debiera ser de educación-, y luego después -a lo largo de toda la vida-, se nos han ido añadiendo cosas que no son nuestras, y, en algunos momentos, y como necesidad de supervivencia, hemos tomado la costumbre de no ser nosotros mismos en algunos aspectos, y hemos hecho concesiones aun sabiendo que no debiéramos hacerlas.

No es malo que lo hayamos hecho, lo malo es seguir haciéndolo.

Nadie se puede culpabilizar de haber dejado el piloto automático puesto en los momentos que no sabíamos gobernar nuestra vida, pero desde ahora, desde que emprendimos el Camino, somos del todo responsables de ser Uno Mismo, por respeto, precisamente, a ese Uno Mismo que tenemos la fortuna de ser.

Ahora, eso sí, hay que revisar la escala de valores, los sueños y deseos, las metas e ilusiones, y ponerse a la grata tarea de realizar todo ello, descartando, con gran agudeza, lo que no es auténticamente nuestro, sino que nos lo han impuesto o sugerido.

Lo primero, lógicamente, reafirmar la autenticidad irrepetible que somos. Ser de verdad. Ser auténticos.

¿Cuáles son mis verdades esenciales?
¿Cuál es la realidad de mis cosas?
¿Quién soy yo de verdad?

Y una vez que se tienen respuestas, a defenderlas con la palabra y con los actos.
La fidelidad a los principios esenciales, los que de verdad son auténticos, está por encima del quedar bien o satisfacer esperanzas ajenas.
Quién soy yo… y serlo.

Aunque va a doler en más de una ocasión.
Aunque se van a presentar más de una duda, aunque se van a tambalear algunos cimientos.
Esa es la pista: si se tambalean, si no son firmes, no son tuyos.
Los auténticos tienen una solidez inamovible, porque nacen de tu propia convicción, y esa seguridad es notable.
La autenticidad se confirma y consolida cuando al hacer o decir algo nos sentimos más sinceros, seguros, honestos, congruentes, positivos, y autoafirmados.

Tenemos que sentir que hacemos lo correcto de acuerdo con el que hemos descubierto que somos.

Si al mostrarte auténtico sientes una armonía psicológica, una paz interior, una sensación de bienestar emocional y de una cierta plenitud, una conformidad absoluta con lo que estás haciendo, y un poco de sano orgullo por lo que estás consiguiendo ser, es que estás comportándote del modo adecuado.

Francisco de Sales