viernes, 3 de mayo de 2013

Palabras y silencio

Hay algunas cosas demasiado bellas para poder describirlas con palabras.
Hace falta admirarlas con meditación y silencio para poder apreciarlas a plenitud.
Se necesitan pocas palabras para expresar lo esencial.
Los grandes discursos solo sirven para confundir y adoctrinar.
El silencio es a veces más revelador que un río de palabras.
Mira a una madre con su hijo cargado, el bebe sabrá obtener, todo lo que de ella quiere, sin necesidad de decir nada.
De hecho, las palabras deben de ser como una envoltura de los pensamientos.
No son necesarios discursos muy largos para expresar lo que siente el corazón.
Una mirada puede decir más que mil palabras.
Creo que la sabia naturaleza nos dio sólo una lengua y dos orejas para que oigamos más y hablemos menos.
Si lo que vas a decir no es mejor que quedarte callado, entonces para que decirlo.
Cuanto más grande y generoso es el corazón, menos son las palabras que se necesitan para expresarse.
Hace falta recordar estas sabias y filosóficas palabras:
Las palabras verdaderas (la verdad) no siempre son bonitas, pero las palabras bellas no siempre son verdad.
Es propio de las mentes grandes hacer entender muchas cosas con pocas palabras.
Los espíritus pequeños, por el contrario tienen el don de hablar mucho y no decir nada (¿de quién se recuerdan?)
El que sabe oír luego sabrá usar lo que oyó.
Para decir “te amo” solo hacen falta 2 palabras, todas las demás serán superfluas.
“Si” y “No” son las palabras más cortas y fáciles de decir, pero son las que acarrean las consecuencias más trascendentales.
Para que el ser humano aprenda a hablar solo hacen falta 2 años
Para que aprenda a callar… toda una vida
Ser comedido al hablar en vez de ser un defecto es prueba de gran sabiduría.
El que mucho habla en vez de esclarecer las cosas, las confunde.
El que mucho habla, mucho se puede equivocar.

Los 7 egos

En la hora más silente de la noche, mientras estaba yo acostado y dormitando, mis siete egos sentáronse en rueda a conversar en susurros, en estos términos:

Primer Ego: -He vivido aquí, en este loco, todos estos años, y no he hecho otra cosa que renovar sus penas de día y reavivar su tristeza de noche. No puedo soportar más mi destino, y me rebelo.
Segundo Ego: -Hermano, es mejor tu destino que el mío, pues me ha tocado ser el ego alegre de este loco. Río cuando está alegre y canto sus horas de dicha, y con pies alados danzo sus más alegres pensamientos. Soy yo quien se rebela contra tan fatigante existencia.
Tercer Ego: – ¿Y de mi qué decís, el ego aguijoneado por el amor, la tea llameante de salvaje pasión y fantásticos deseos? Es el ego enfermo de amor el que debe rebelarse contra este loco.
Cuarto Ego: -El más miserable de todos vosotros soy yo, pues sólo me tocó en suerte el odio y las ansias destructivas. Yo, el ego tormentoso, el que nació en las negras cuevas del infierno, soy el que tiene más derecho a protestar por servir a este loco.
Quinto Ego: -No; yo soy, el ego pensante, el ego de la imaginación, el que sufre hambre y sed, el condenado a vagar sin descanso en busca de lo desconocido y de lo increado… soy yo, y no vosotros, quien tiene más derecho a rebelarse.
Sexto Ego: -Y yo, el ego que trabaja, el agobiado trabajador que con pacientes manos y ansiosa mirada va modelando los días en imágenes y va dando a los elementos sin forma contornos nuevos y eternos… Soy yo, el solitario, el que más motivos tiene para rebelarse contra este inquieto loco.
Séptimo Ego: – ¡Qué extraño que todos os rebeléis contra este hombre por tener a cada uno de vosotros una misión prescrita de antemano! ¡Ah! ¡Cómo quisiera ser uno de vosotros, un ego con un propósito y un destino marcado! Pero no; no tengo un propósito fijo: soy el ego que no hace nada; el que se sienta en el mudo y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros os afanáis recreándoos en la vida. Decidme, vecinos, ¿quién debe rebelarse: vosotros o yo?

Al terminar de hablar el Séptimo Ego, los otros seis lo miraron con lástima, pero no dijeron nada más; y al hacerse la noche más profunda, uno tras otro se fueron a dormir, llenos de una nueva y feliz resignación.
Sólo el Séptimo Ego permaneció despierto, mirando y atisbando a la Nada, que está detrás de todas las cosas.

Khalil Gibran

Silencio y quietud

El silencio ayuda, pero no es necesario
para hallar la quietud. Aunque haya ruido,
puedes sintonizar con la quietud subyacente,
el espacio en el que surge el ruido.
Ese es el espacio interno de pura conciencia,
la conciencia misma.
Puedes darte cuenta de que la conciencia
es el trasfondo de todas tus percepciones sensoriales,
de toda tu actividad mental.
Siendo consciente de la conciencia surge la quietud interna.

Eckhart Tolle