sábado, 29 de diciembre de 2012

El despertar

Y cuando despertó la mañana sobre Tula, Quetzacóatl miró los campos y
miró las flores y los cielos y a la gente, y elevando las manos les
decía:

¿Acaso hay algo más grande que el Despertar? ¿Acaso puede haber algo
mayor que el despertar del alba por el horizonte del hombre?
Muchas generaciones han tenido ya en el sueño y ha llegado la hora de
que Despierten a la Luz.

Y uno se acercó a preguntarle:
Maestro, ¿Qué quieres decir cuando hablas de que tenemos que
Despertar? ¿Acaso no estamos ya despiertos?
Y El, elevando las manos hasta el horizonte y señalándole dijo:
Mira las semillas que llenan los campos. ¿Acaso los frutos que ves no
son su Despertar?

Y bien saben que el sacrificio de su muerte lleva el nacer a un
estado mayor, porque si el grano de maíz no muriese como grano,
¿acaso nacería como milpa?

Y ahora dime:
¿No desean quedarse sin germinar aquéllos que hacen de la vida su
morada y se enquistan en ella?

Son como las semillas que, recogidas,
se pierden en un rincón del granero y nunca llegan a la tierra.
Debes saber pues, que para Despertar han de morir muchas cosas en tí.
¿Qué es el despertar de la noche, sino el día? Busca pues, ese día en
tí y no te contentes con quedarte entre las tinieblas y el aparente calor de la ignorancia.

DEL LIBRO: ASÍ HABLABA QUETZACOATL


La cuchara del sabio

Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña.
Allí vivía el sabio que buscaba.
Sin embargo, en vez de encontrar aun hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo atendiera.
El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
_ Pero quiero pedirte un favor _ añadió el sabio entregándole una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite_. Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida que el aceite no se derrame.
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
_¿Qué tal?_ preguntó el sabio _. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín, que el Maestro Jardinero tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?
El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.
_ Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo _ dijo el sabio _. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.

Ya más tranquilo, el joven tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del Sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.
_ ¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? _preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
_Pues éste es el único consejo que puedo darte_ el secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.

del libro El Alquimista de Paulo Coehlo

La religión más pequeña del mundo


Zarathustra está inmensamente enamorado de la vida y de todo lo que la vida provee. Es el único místico con una inmensa afirmación de la vida. No hay lugar para renunciar a nada: La vida es un regalo de la existencia. ¡Aprende a disfrutarlo! ¡Deléitate en ella! Baila con los árboles y baila con las estrellas. Ama sin celos. Vive sin competencia. Acepta a todos sin juzgarlos. Y entonces no hay necesidad de ningún Dios y no hay necesidad de ningún paraíso.

Podemos transformar esta misma Tierra en una existencia divina. Nuestra vida misma puede tornarse la expresión de la divinidad. Estoy totalmente por la divinidad, porque la divinidad es una cualidad que puedes aprender, en la que puedes crecer. Dios es sólo una idea muerta. Cuanto antes sea descartada, mejor, porque gasta tu tiempo sin necesidad.

Zarathustra desearía que tu vida fuera un jardín donde cantaran los pájaros, donde se abrieran las flores, donde bailaran los árboles, donde el sol viniera con alegría. Zarathustra está absolutamente a favor de la vida, y ésta es la razón por la que no tiene muchos seguidores. Los envenenadores, la gente destructiva, tienen millones de seguidores. Y un Maestro único, un místico único cuyo mensaje entero es amor y vida, ha logrado la religión mas pequeña del mundo.

La religión de Zarathustra debería ser la única religión. Todas las otras religiones deberían ser enterradas en los cementerios, porque excepto para la vida, no hay Dios, y excepto para el amor, no hay oración.

...Así hablaba Zarathustra.

Osho

El llamado de Dios para dedicarse a los pobres


El 10 de septiembre de 1946, la Madre Teresa, viajando en tren desde Calcuta a Darjeeling (650 kilómetros al norte, al pie del Himalaya), recibió una "llamada dentro de la llamada",por la que abandonaría la Congregación de la Hermanas de Loreto y fundaría las Misioneras de la Caridad . Ella lo llamó: el "Día de la Inspiración". ¿Qué sucedió en este viaje para que cambiara radicalmente, pasando de ser una religiosa dedicada a la educación, a entregarse a la atención de los más pobres y olvidados?

Para entenderlo, según escriben sus biógrafos en dos libros de reciente aparición, debemos referirnos al "voto secreto" que realizó cuatro años antes y que consistió en su compromiso de "no negarle nunca nada a Dios". Es decir que a sus votos de obediencia, pobreza y castidad, añadió el de la sumisión total a la voluntad de Dios. De esta manera se puede comprender por qué la Madre Teresa fue tan fiel y perseverante en llevar a cabo su misión, incluso más allá de la oscuridad interior que acompañaría parte de su vida.

La Madre Teresa escribió: "Era una segunda llamada para abandonar incluso Loreto, donde estaba muy feliz, para ir a las calles a servir a los más pobres de los pobres. Fue en aquel tren que oí la llamada para dejarlo todo y seguirlo a Él a los barrios más miserables ... Yo sabía que era Su voluntad y que tenía que seguirlo. No había duda que iba a ser Su obra". Y en otra carta agregó: "Me hizo una llamada para saciar la sed de Jesús sirviéndole en los más pobres de los pobres".

Durante ese viaje ella tuvo una experiencia tan extraordinaria de Dios que cuando bajó del tren ya no era la misma. Ella diría: "En la fuerte gracia de Luz y Amor divinos que Madre recibió durante el viaje, es donde empiezan las Misioneras de la Caridad ... en las profundidades del infinito anhelo de Dios de amar y ser amado". Según le dijera al padre Langford, "fue un encuentro con la sed de Jesús ". Pero aquella sed de Jesús Crucificado, no era física, sino que "era su sed de amar y ser amado". De allí que mandara colocar en las capillas de las casas de sus congregaciones un cartel con la frase: "Tengo sed" y que explicara frecuentemente: "Sus palabras no son algo del pasado, están vivas aquí y ahora, dichas a ustedes. ¿Lo creen? ...¿Por qué dice Jesús: 'Tengo sed'? ¿Qué significa? ...'Tengo sed' es algo mucho más profundo que si Jesús dijera simplemente: 'Te amo'. Hasta que no sepan profundamente en su interior que Jesús tiene sed de ustedes, no podrán empezar a saber quién quiere ser Él para ustedes, o quién quiere que sean ustedes para Él".

A partir de aquel viaje y hasta principios de 1947 empezó a recibir locuciones de Jesús (ella llamó a este fenómeno: "la Voz"). Según escribiera al padre Van Exem y luego al arzobispo Périer, Jesús, entre otras cosas, le decía: "Quiero hermanas indias Misioneras de la Caridad, que serán Mi fuego de amor entre los más pobres, los enfermos, los moribundos y los niños pequeños de la calle". "Quiero religiosas libres, revestidas con Mi pobreza de la Cruz. Quiero religiosas obedientes, revestidas con mi obediencia de la Cruz. Quiero religiosas llenas de amor, revestidas con la caridad de la Cruz. ¿Te negarás a hacer esto por mí?". Por momentos la Voz se volvía muy dura con ella: "¿Tienes miedo a dar un nuevo paso por tu Esposo? ¿Por mí, por las almas? ¿Se ha enfriado tu generosidad? ¿Soy secundario para ti? Tú no moriste por las almas, por eso no te importa lo que les suceda. Tu corazón nunca estuvo ahogado en el dolor como lo estuvo el de Mi Madre. Ambos nos dimos totalmente por las almas. ¿Y tú?". Pero, en otros momentos, la Voz era suave y suplicante: "Pequeña mía, ven, ven, llévame a los agujeros de los pobres. Ven sé mi luz. No puedo ir solo. No me conocen, por eso no me quieren. Tú ven, ve hacia ellos, llévame hasta ellos".

Además de escuchar "la Voz", en ese tiempo, tuvo tres visiones. En la primera: "Vi una gran muchedumbre, todo tipo de personas, muy pobres y también había niños. Todos ellos tenían sus manos alzadas hacia mí. Yo estaba de pie y ellos alrededor. Gritaban: 'Ven, ven, sálvanos, llévanos a Jesús". En la segunda: "Pude ver gran dolor y sufrimiento en sus rostros. Yo estaba arrodillada cerca de Nuestra Señora que estaba frente a ellos. No vi su cara, pero oí que decía: 'Cuida de ellos, son míos. Llévatelos a Jesús. Tráeles a Jesús. No temas ..." En la tercera de las visiones, nuevamente vio la muchedumbre, pero esta vez: "Estaban cubiertos de oscuridad. Sin embargo, los podía ver. Nuestro Señor estaba en la Cruz. Nuestra Señora, a poca distancia de la cruz y yo como una niña en frente de ella ... Ambas estábamos frente a la Cruz. Nuestro Señor dijo: 'Te lo he pedido. Ellos te lo han pedido y ella, Mi Madre, te lo ha pedido. ¿Te negarás a hacer esto por Mí, cuidar de ellos, traérmelos?' Yo respondí: 'Tú sabes, Jesús, que estoy preparada para ir enseguida". Y la Madre agrega en esta carta: "Desde entonces, no he oído ni he visto nada, pero sé que todo lo que he escrito es verdad".

Envuelta en esta experiencia mística tan particular, la Madre Teresa comenzó a pedir la dispensa para salir de su Congregación e iniciar la obra. Primero fue con su confesor, luego con el arzobispo, más tarde con la Madre Superiora y finalmente con el Vaticano. Al año y medio, obtuvo todos los permisos. Según los expertos, fue más rápido que lo habitual. Su perseverancia e insistencia para salir de la comodidad en que vivía e ir a meterse en los "agujeros oscuros" de los pobres de Calcuta, fue notable. Así, esta pequeña religiosa, de apenas un metro y medio de altura, dejó la casa de las Hermanas de Loreto, se vistió como una hindú, con un sencillo sari blanco y salió a llevar la luz de Cristo a los barrios marginales de Calcuta. En la pobreza, se fue haciendo cada vez más fuerte, a tal punto que el ex Secretario General de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, llegó a decir que era la mujer más poderosa del mundo.

La dimensión de la fiesta


La inteligencia, la focalización de la mente es un medio hacia la supervivencia, pero no hacia la vida. El sobrevivir no es la vida. Sobrevivir es una necesidad, existir en el mundo material es una necesidad, pero la meta es conseguir llevar a la superficie el potencial oculto, todo lo que se entiende con la palabra “tú". Si estás completamente satisfecho, si nada queda como semilla dentro de ti, si todo se realiza, si eres un constante florecer, entonces y sólo entonces puedes sentir la felicidad, el éxtasis de la vida.

La parte negada de ti, la parte inconsciente, puede ser activa y creadora sólo si le añades una nueva dimensión a tu vida: la dimensión de la fiesta, la dimensión del juego. Así, la meditación no es un trabajo, es un juego. El orar no es un negocio, es un juego. Meditación no es algo a hacer para conseguir un objetivo, paz, felicidad... sino algo para ser disfrutado como fin en sí mismo.

La dimensión festiva es la que más importa que entendamos... y la hemos perdido totalmente. Con "festivo" quiero decir la capacidad de gozar, momento a momento, de todo cuanto llega a ti.

En el negocio el resultado es lo importante. En la fiesta, es el acto mismo lo que cuenta. Si puedes hacer que cualquier acto tenga un significado en sí mismo, entonces estarás de fiesta y podrás celebrarlo.

A esta comunión, a esta celebración, a este ser consciente sin elección, a esta actitud sin ánimo de sacar provecho, la llamo meditación. La fiesta misma es ese momento, ese acto, y no es la preocupación por los resultados, por conseguir algo. No hay nada que conseguir, de modo que puedes disfrutar de lo que hay aquí y ahora.

Osho