"Monje", le dijo, en un tono de voz acostumbrado a la obediencia instantánea, "enséñame acerca del cielo y el infierno".
El pequeño monje miró al poderoso guerrero en silencio. Después de un momento, le espetó con desdén:
"¿Enseñarte a ti acerca del cielo y el infierno? No podría enseñarte acerca de nada. Eres sucio, hueles mal, tu espada es rústica. Eres una desgracia, la vergüenza de los samurai. ¡Fuera de mi vista! ¡No te soporto!
El samurai se enfureció. Su ira era tal que empezó a temblar. Su rostro enrojeció, quedó mudo de furia. Rápidamente sacó su espada y la elevó por sobre su cabeza, amenazante, preparándose para asestarla al monje.
"Eso es el infierno", dijo el pequeño monje suavemente.
El samurai se sintió sobrecogido. Estupefacto. ¡Qué compasión y sumisión la de este pequeño hombre que había ofrecido su vida para darle a él esta enseñanza sobre el infierno! Lentamente bajó su espada, lleno de gratitud, y por razones que no pudo explicarse, su corazón se llenó repentinamente de paz.
"Y eso, es el cielo", dijo el monje dulcemente
Este cuento nos muestra que tanto el cielo como el infierno, se encuentran dentro de nosotros; es nuestra elección… ¿En cuál prefieres permanecer?
Siria Grandet –Consultora de Feng Shui Clásico y Astrología China (BAZI)
Fuente: Armonizando tu vida