viernes, 11 de enero de 2013

VIVIR CON UN PROPÓSITO EN LA VIDA

Es interesante observar como en la naturaleza todo sirve a un propósito, y como los elementos cooperan entre si constantemente para servirnos, creando armonía y belleza en la danza de la vida. El sol da energía, luz y calor, la tierra alimenta, nutre y protege, el aire refresca, el agua limpia y purifica, el árbol da sombra y frutos, etc. Como parte integrante que somos de la naturaleza, nos podríamos hacer la pregunta; ¿Cuál es la contribución que hacemos a la vida para crear prosperidad, bienestar y equilibrio?

La realidad sin embargo, es que los seres humanos nos hemos desconectado de los ritmos de la naturaleza, y vivimos un poco desorientados, pasando la mayor parte del tiempo tomando y consumiendo, rompiendo el equilibrio del medio ambiente, y provocando la extinción de los recursos naturales de nuestro hermoso planeta.

Cambio de paradigma: de la conciencia material a la espiritual

El paradigma materialista en el que viven la mayoría de seres humanos en nuestra civilización, está centrado en seguir tomando y consumiendo de la naturaleza y la sociedad, sin pensar que nuestra relación con el entorno debería estar basada, como en toda relación de carácter positivo, en un dar y recibir equilibrado. Se cae con demasiada facilidad en el “yo necesito”, “yo quiero” y por tanto solo se piensa en tomar y poseer más y más. Este paradigma materialista en el cual vivimos es un modelo no sostenible, y tal como afirmó Mahatma Gandhi: "En el mundo hay suficiente para cubrir las necesidades de todos los hombres y mujeres, pero no para satisfacer su codicia".

Otro paradigma es posible, el llamado espiritual, que nos dice que en nuestro interior hay una gran fuente de recursos. Si aprendemos a ser más conscientes de ellos, nuestros deseos y necesidades de tomar del mundo material se reducirán notablemente. El paradigma espiritual nos dice: “empieza a mirar en tu interior”. En la medida que vamos conociendo en profundidad nuestra identidad espiritual, podemos conectar de nuevo con la verdad y los valores que hay en nuestro ser. Como consecuencia directa de este proceso de introspección y auto-conocimiento, desarrollaremos más confianza en nosotros mismos, mejorará nuestra autoestima y seremos más estables en los momentos de crisis y adversidades. Permaneciendo conscientes de nuestro ser espiritual también nos sentiremos más conectados a la naturaleza, y por tanto habrá más respeto y cuidado en nuestras relaciones, tanto con las personas como el medio ambiente.

Vivir con sentido y propósito

Es necesario que nos hagamos preguntas profundas y significativas si queremos darle un nuevo enfoque a nuestra existencia; ¿Cómo quiero vivir mi vida? ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Cuáles son las cosas más importantes? ¿Qué da sentido a mi vida? ¿Cuál es el propósito de mi existencia, más allá de mis propias necesidades o las de mi familia?¿En que puedo contribuir para mejorar este mundo?.
Nuestro propósito debería ser una combinación de hacer aquello que nos apasiona, lo que realmente amamos, y donde también podamos utilizar nuestros talentos, habilidades y fortalezas. El propósito de nuestra vida debería estar alineado con un sentido de misión, que seria nuestra contribución al mundo, aquello que podemos hacer y ofrecer para mejorar nuestro entorno o la calidad de vida de nuestros semejantes, ya sea en el presente o el futuro. También debería estar integrada en el propósito nuestra profesión, que será lo que nos permitirá obtener los recursos materiales para nuestra subsistencia. A su vez, aquello que hagamos a diario debería permitirnos expresar todo nuestro potencial.

Sin un propósito que de sentido a nuestra existencia, nuestra actitud será de tomar y esperar, ya sea de la naturaleza o de los demás. Si aún no tienes claro este propósito de tu vida, hazte preguntas profundas y dedica unos minutos a diario a la introspección y reflexión silenciosa. Conéctate con tu ser interior, y toma conciencia sobre lo que en verdad resulta trascendente o primordial para ti. Aprende a conocer tus fortalezas, los talentos y “dones” que has recibido, y ofrécelo a la vida con generosidad y altruismo.

Ramón Ribalta