Quienes desean encarnar el tao han de aceptarlo todo.
Aceptarlo todo significa en primer lugar no tener cólera ni resistencia hacia ninguna idea o cosa, viva o muerta, con forma o sin forma.
La aceptación es la verdadera esencia del Tao.
Renunciando al antagonismo y a la separación se entra
en la unidad armoniosa de todas las cosas.
Cualquier salida del Tao contamina el espíritu.
La cólera es una salida, la resistencia es una salida, el ensimismamiento en uno mismo es una salida.
A lo largo de muchas vidas el fardo de las contaminaciones puede hacerse grande.
Sólo hay una manera de purificarse de estas contaminaciones, y consiste en practicar la virtud.
¿Qué se quiere decir con esto?
Practicar la virtud es ofrecer desinteresadamente ayuda a los demás, dar sin limitación alguna el propio tiempo, capacidades y posesiones, en cualquier ocasión y lugar en que necesiten, sin prejuicio alguno relativo a la necesidad de la persona que necesita.
Si tu disponibilidad a dar felicidad es limitada, también lo será tu disponibilidad a recibirla.
éste es el sutil proceder del Tao.
¿Piensa que el universo es agitado?
Ve el desierto por la noche y contempla las estrellas.
Esta práctica deberá dar respuesta a la pregunta.
La persona superior dispone su mente como el universo dispone las estrellas en el cielo.
Conectando su mente con el origen sutil, la calma.
Una vez calmada, esta se expande de manera natural y, al final, su mente se vuelve tan vasta e incomensurable como el cielo nocturno.
El Tao hace surgir todas las formas, pero él mismo no tiene forma.
Si intentas representar su imagen en tu mente lo perderás.
Es como clavar una mariposa con un alfiler:se capta la forma, pero se pierde el vuelo.
¿Por qué no contentarse simplemente con vivirlo?
Extracto versión de Brian Walker (Hua Hu Ching 81 meditaciones taoístas)