lunes, 4 de febrero de 2013

Amor

Amar a un ser humano es ayudarle a ser libre. Ramayat

¿Qué mejor ofrenda hacia alguien que amamos que apoyar su libertad?, ¿de qué clase de libertad se trata?, ¿acaso de una libertad superficial que le permita hacer lo que nos molesta porque decimos que no nos importa?, ¿o más bien se trata de facilitar la liberación de las ataduras, posibilitando su éxito e independencia?

Cuando tratamos soterradamente de que nuestros seres queridos nos “necesiten”, lo que estamos es anulando su autonomía y su independencia. La “necesidad” de algo o alguien es un estado mental que priva de opciones y señala esclavitud y dependencia. Si en vez de manipular, para que nuestro ser amado nos “necesite”, logramos que nos “prefiera”, o simplemente que nos “elija”, estaremos dando un gran paso, el paso que va de la atadura a una voluntad libre que opta.

A menudo, y para asegurar que se nos quiera, ayudamos dando un pez cada día, en vez de entregar una caña de pescar completa. Sucede que, en nombre de la ayuda manipuladora, nos hacemos indispensables al otro para que no pueda ganarse la vida y vuele por su propia cuenta. Una manera muy sutil de enredar a una persona y hacerla orbitar a nuestro alrededor de forma parásita.

En realidad, el sentimiento noble tiene más que ver con el ofrecimiento de autonomía y desarrollo que con el propio mantenimiento de posiciones privilegiadas. La esclavitud habla de ignorancia y por ello, cuanto más conocimiento e información ofrece uno, más libertad regala. El conocimiento permite tomar decisiones bien informadas y aumentar nuestra prosperidad, mientras nos desenganchamos de dependencias pasadas. El desarrollo personal permite gestionar nuestra vida y hacer cesar el sufrimiento que produce la ignorancia. ¿Cabe mejor ofrenda?

El conocimiento de una persona no se basa en simples datos, sino en algo más integral que libera al ser humano, tanto de la escasez como de sus propias miserias. El desarrollo de la inteligencia y el cultivo del alma propician una confianza que no se basa en la presencia de nadie en concreto, ni en nada a lo que uno se aferra. Cuando trabajamos nuestro interior, sabemos que nadie nos va a regalar la felicidad, sino que más bien depende de la relación con uno mismo y la amplitud de consciencia alcanzada. Se trata de una transformación hacia la libertad que no tiene tanto que ver con la ausencia de cadenas externas, como con la maduración y sentimiento de trascendencia.

Si se apoya a todo ser humano en el desarrollo de su mente y en el cultivo de la sensibilidad interna, se dispondrá de más opciones para lograr el bienestar y la paz duradera. ¿Acaso existe mejor regalo que aprender a generar la dicha propia?, ¿cabe mejor ofrenda a los seres que uno ama?

Facilitar el método y la energía al ser que comparte nuestras horas, es una forma de amar que no sólo dota de posibilidades, sino de todo un mapa para desplegar ideas más amplias y liberadoras. Cuando una persona se abre a la expansión que ofrecemos con nuestro abrazo del alma, recibe un regalo sin precio. Recibe el código de la salida del miedo y las claves del despertar de su consciencia. Amar es compartir la medicina que nos ha liberado y ofrecer aquello que nos dio más poder y templanza. Amar es regalar la llama que un día se encendió en lo alto de la montaña y compartirla en conversaciones cotidianas.

José María Doria, de su libro "Inteligencia del Alma"

El Sendero del Mago, Parte I

Quise compartir con ustedes las primeras diez lecciones que Merlín le da a Arturo sobre “la enseñanza del modo del mago”. Siempre he considerado un hermoso tesoro el libro “El Sendero del Mago”, de Deepak Chopra, quizás porque en mi corazón me he sentido muy cercana a la resonancia de Merlín. Que disfruten las primeras lecciones!

Primera lección:
Hay un mago dentro de cada uno de nosotros, un mago que lo ve y lo sabe todo. El mago está más allá de los contrarios de luz y oscuridad, bien y mal, placer y dolor. Todo lo que el mago ve tiene sus raíces en el mundo invisible. La naturaleza refleja los estados de ánimo del mago. El cuerpo y la mente podrán dormir, pero el mago vela permanentemente. El mago posee el secreto de la inmortalidad.

Segunda lección:
La magia sólo podrá retornar con el regreso de la inocencia. La esencia del mago es la transformación.

Tercera lección:
El mago observa los ires y venires del mundo, pero su alma habita en el ámbito de la luz. El paisaje cambia, el observador permanece igual. El cuerpo es sólo el sitio al que los recuerdos llaman hogar.

Cuarta lección:
¿Quién soy yo? Es la única pregunta que vale la pena hacerse y la única que nunca se responde. Nuestro destino es representar una infinidad de papeles, pero esos papeles no somos nosotros mismos. El espíritu no tiene lugar, pero deja tras de sí una huella a la cual llamamos cuerpo. Un mago no se considera a sí mismo un suceso local que sueña un mundo más grande. Un mago es un mundo que sueña sucesos locales.

Quinta lección:
Los magos no creen en la muerte. A la luz de la conciencia, todo vive. No hay principios ni finales. Para el mago, éstos no son más que fabricaciones de la mente. Para estar totalmente vivo, es preciso estar muerto para el pasado. Las moléculas se disuelven y desaparecen, pero la consciencia sobrevive a la muerte de la materia en la cual se aloja.


Sexta lección:
La consciencia del mago es un campo omnipresente. Las corrientes de conocimiento presentes en el campo son eternas y fluyen para siempre. En los momentos de revelación están contenidos siglos de conocimiento. Vivimos como ondas de energía en el vasto océano de la energía. Cuando dejamos de lado el ego, tenemos acceso a la totalidad de la memoria.


Séptima lección:
Cuando se limpian las puertas de la percepción, comenzamos a ver el mundo invisible, el mundo del mago. Hay un manantial de vida dentro de cada uno de nosotros, a donde podemos ir en busca de limpieza y transformación. La purificación consiste en liberarse de las toxinas de la vida: las emociones tóxicas, los pensamientos tóxicos, las relaciones tóxicas. Todos los cuerpos vivos, físicos y sutiles, son manojos de energía que se pueden percibir directamente.


Octava lección:
El poder es una espada de doble filo. El poder del ego busca controlar y dominar. El poder del mago es el poder del amor. El asiento del poder está en el yo interior. El ego nos persigue como una sombra oscura. Su poder intoxica y crea adicción, pero en últimas destruye. El choque eterno del poder termina en la unidad.


Novena lección:
El mago vive en estado de conocimiento. Este conocimiento dirige su propia satisfacción. El campo de la consciencia se organiza alrededor de nuestras intenciones. El conocimiento y la intención son fuerzas. Aquello que tenemos intención de hacer modifica el campo a nuestro favor. Las intenciones comprimidad en palabras encierran un poder mágico. El mago no trata de resolver el misterio de la vida. Está aquí para vivirla.


Décima lección:
Todos tenemos un yo-sombra que es parte de nuestra realidad total. El yo-sombra no está aquí para lastimarnos sino para señalar nuestros vacíos. Cuando acogemos a la sombra, ésta sana. Cuando sana, se convierte en amor. Cuando aprendemos a vivir con todas nuestras cualidades opuestas, viviremos nuestro yo total, al igual que el mago.

El Sendero del Mago
Deepak Chopra


Aportación: Verónica Hernández Simeonoff 

Un día, Aquí y Ahora

Creo que muchos nos hacemos esta pregunta. ¿Cómo se vive cuando uno está completamente inmerso en el aquí y ahora, en la consciencia del instante presente?

Comparto esta pregunta realizada a Eckhart Tolle en una entrevista de Alberto D. Fraile Oliver para la Revista Namasté.

La simpleza, la presencia en el aquí y ahora, una nueva manera de vivir, siendo un espacio consciente que trae consciencia, luz al mundo.

¿Cómo es un día ordinario en tu vida?

Muy simple. Yo pienso relativamente poco. En la vida diaria, si estoy con una persona, la escucho hasta que las palabras surjan, o si estoy en la calle comprando también tengo pocos pensamientos y reacciones.

Las situaciones son como son. La vida es muy simple.

Muy pocas veces pienso en el pasado y la atención está en la simplicidad. El momento presente siempre es bastante simple porque es solamente eso. La consciencia está en la simplicidad del momento presente. Hay paz incluso si algo no va bien.

No llevo encima una identidad. Por ejemplo, en la enseñanza espiritual, la gente me llama maestro espiritual y ellos piensan que es mi identidad pero yo lo veo simplemente como una función. Cuando estoy con un grupo de personas y estoy hablando, entonces soy el maestro espiritual, pero en el momento en que salgo de la sala dejo de ser el maestro espiritual inmediatamente y solamente hay una consciencia abierta que no lleva una imagen de quien soy. Porque cada imagen que llevas te va a conducir al sufrimiento.

Voy por la calle sin ser nadie en particular, simplemente un espacio consciente. Das un paseo no como una persona sino como un espacio consciente, o estás tomando un café no como una persona, pensando en tu historia personal, simplemente como un espacio consciente, sin llevar las constantes definiciones de quien soy o hablándome de mi vida con esa voz interior que me cuenta cosas de mi vida: “no estoy contento con mi vida” o cosas así que son cuentos, pensamientos. (risas) Estas complicaciones, afortunadamente, no las tengo. (risas)

Aportación:  Verónica Hernández Simeonoff