lunes, 31 de diciembre de 2012

El mañana nunca llega


Si te tomas la vida como algo sencillo, si se torna satisfactoria, poco a poco, lo mismo pasará con tu muerte. ¿Qué estamos haciendo? No estamos disfrutando de la vida; sólo nos estamos preparando para disfrutarla. Y la vida es aquí y ahora; no se necesita preparación alguna. Veo gente que siempre se está preparando para tener una gran vida en algún lugar en el futuro. Tendrán miedo a la muerte, pues en el futuro espera la muerte. Y tu vida también está en el futuro: te estás construyendo una casa, o te estás comprando un auto, y esto y aquello, acumulando cosas; simplemente, preparándote para vivir. Nunca estarás preparado y, en el momento en que lo estés, la muerte golpeará a tu puerta. Ese es el temor, que "la muerte pueda llegar antes de que estés preparado".

Un hombre con capacidad de discernimiento vive la vida aquí y ahora; la vive en cada momento. Para él, no hay muerte, porque no hay vida futura. Él agota el momento, lo vive completamente, lo disfruta, está agradecido. ¿Dónde está el temor a la muerte, si en este momento estás vivo? No intentes estar preparado para morir; sólo vive. Y te digo que todos, tal como somos, estamos preparados para vivir el momento presente.

Recuérdalo: no pospongas, no dejes las cosas para mañana. Aquí y ahora, está todo lo que necesitas. Disfrútalo y, cuanto más lo disfrutes, más te será dado. Eso quiso decir Jesús cuando afirmó que, si golpeas, la puerta se te abrirá; si pides, te será dada. En este momento, la puerta está allí. ¡Pide, golpea, vive! No lo dejes para después.

Ese es todo el mensaje de los que han tomado consciencia: alcanza con hoy; el mañana se ocupará de sí mismo. Y el mañana no llega nunca; siempre es hoy. Si conoces el arte de vivir aquí y ahora, podrás vivir cada momento cuando llegue. Incluso en el momento de la muerte, podrás vivir. Y, si puedes vivir el momento de tu muerte, ¿cómo puedes morir? Entonces, también transformas tu muerte en vida.

Osho

No tienes ningún problema


No tienes ningún problema; sólo tienes que entender esto. En este mismo momento puedes dejar caer todos tus problemas porque son tus creaciones. Echa otra mirada a tus problemas, cuanto más profundamente los mires, más pequeños te parecerán. Sigue mirándolos y poco a poco comenzarán a desaparecer. Sigue mirándolos y de repente encontrarás que hay un vacío... un hermoso vacío te rodea. Nada que hacer, nada que ser, porque tú ya eres eso.

La iluminación no es algo que haya que alcanzar, sólo tiene que ser vivida. Cuando digo que he alcanzado la iluminación, simplemente quiero decir que he decidido vivirla -¡hasta aquí hemos llegado!- y desde entonces la he vivido. Decides que ya no estás interesado en crear más problemas; esto es todo. Decides terminar con toda esta tontería de ir creando problemas y encontrando soluciones.

Es un juego que juegas contigo mismo: tú mismo te estás escondiendo y tú mismo te estás buscando, eres ambas partes. ¡Y lo sabes! Por eso cuando lo estoy diciendo sonríes, te ríes. No estoy diciendo nada ridículo, tú lo entiendes. Te estas riendo de ti mismo. Sólo obsérvate riendo, mira tu propia sonrisa: lo estás entendiendo. Tiene que ser así porque es tu propio juego: te ocultas y estás esperando que tú mismo seas capaz de buscar y encontrarte.

Te puedes encontrar a ti mismo en este momento porque eres tú el que se esconde. Por esto los maestros Zen siguen golpeando. Siempre que alguien llega y dice: «Me gustaría ser un Buda», el maestro se enfada mucho. Porque está pidiendo tonterías, ya que él es un Buda. Si el Buda llega a mí y me pregunta cómo ser un Buda, ¿qué es lo que se supone que debo hacer? Le golpearé en la cabeza: «¿A quién te crees que estás engañando? Tú eres un Buda».

Osho

Se negocia todo menos el ser

Gracias como siempre por el amor, por la búsqueda de algo mas que lo que ofrece el mundo, algo que vaya mas allá de una relación efímera, periférica, de promesas rápidas y resultados que nos hacen caer en nuevas adicciones, esperando siempre que alguien o algo llene el hueco, que solo nuestra comprensión de quienes somos realmente, podría cubrir. Estamos recorriendo el país, y la gente viene ávida de lograr ese cambio, es conmovedora la búsqueda a veces desesperada, de algo mas sustancioso, que la expectativa diaria de como distraer a la mente, o tener la aceptación del mundo, y sin embargo nos cuesta tanto, dejar de ceder todo el tiempo, lo mas preciado que tenemos en este juego, que es la libertad, queremos poseer al otro, y en ese mismo acto, instantáneamente nos perdemos a nosotros mismos.

Creemos, con una mente afiebrada que el otro en un punto nos pertenece, un hijo, una pareja, aquel que el día nos traiga, e intentamos que nuestras creencias se impongan sobre el; creencias absolutamente fallidas por otra parte, porque jamás nos hicieron felices a nosotros mismos, y a pesar de eso, las seguimos repitiendo en forma reiterada, automática, patética, como queriendo convencernos de que mas vale malo conocido , que bueno por conocer. Seguimos dependiendo de la mirada de los otros, del gusto de los otros, de la opinión de los otros, seguimos comprando y vendiendo, nuestro derecho a ser apreciados, convocados, considerados. Queremos gustar afuera, porque todavía no hemos descubierto nuestros tesoros internos, los únicos reales, los recursos ilimitados, con los que vinimos a este plano, y que todavía permanecen dormidos, en estado de hibernación, o de amnesia que ya se pasa de transitoria.

Mentimos, negociamos, especulamos, podemos hacer de todo, con tal de que el otro no se vaya de nuestras vidas, o en todo caso, se vaya cuanto antes, para que aparezca otro. Sigue la búsqueda de muletillas, para tapar, con mascaras y maquillajes, los tesoros, ocultos, en nuestra conciencia. Es hora de ir despertando, de crecer con firmeza y dicha, de hallar el deleite, de esta experiencia, en el planeta, lugar perfecto, para haber experimentado primero el contraste de lo que no somos, para zambullirse en plenitud en lo que siempre fuimos, pero hasta ahora no nos hemos atrevido a vivir.

CLAUDIO MARIA DOMINGUEZ