jueves, 23 de mayo de 2013

Experimentar con el silencio

Del mismo modo que los instrumentos científicos y tecnológicos
funcionan en base a la luz (electricidad), de forma análoga,
podemos experimentar en nuestro laboratorio interior en base
a la luz espiritual.
Disponemos de la luz del alma y la luz divina que podemos obtener
de nuestra conexión con la fuente, con el Alma Suprema.

Podemos experimentar con la luz de muchas maneras diferentes y darle
a esas experiencias una forma práctica.
Cuando experimentamos con el silencio y con las virtudes del alma,
lo primero que tenemos que revisar es la conexión, del mismo modo
que un instrumento científico o tecnológico no funcionará si no está
conectado a la red eléctrica. Necesitamos revisar si estamos conectados
con el poder del alma y con la fuente suprema.

Si la conexión está forjada, será fácil tener éxito en nuestros
experimentos. Por ejemplo, podemos experimentar en nosotros mismos
con algún poder o virtud, y como consecuencia de experimentar
en nuestro ser, al entrar en conexión y relación con los demás,
ellos también se verán beneficiados por nuestros experimentos.

Supongamos que experimentamos con el poder de tolerar.
En el día a día, al entrar en relación con los demás,
las pruebas vendrán.
Al experimentar con el poder de la tolerancia, no sólo nosotros
mismos nos sentiremos protegidos de las influencias externas
sino que el alma que está enfrente de nosotros como instrumento
para hacer que nuestra tolerancia fluctúe también estará protegida.
Evitaremos la pérdida y el conflicto para ambos. Ahorraremos tiempo
y energía, y por tanto experimentaremos éxito.

El fruto del éxito en nuestro laboratorio es el incremento del entusiasmo
y la motivación por experimentar. Del mismo modo, podremos experimentar
con los diferentes poderes y virtudes del alma: los poderes de discernir,
de afrontar, de amoldarse, de la introversión, de empaquetar
todos los pensamientos de la mente y estar presente…
éstos son algunos experimentos que pueden ofrecernos logros
prácticos y elevados.

Todo lo que necesitamos es asegurarnos de que nuestra meditación
es efectiva en conectarnos con la luz del alma y la luz de Dios
y después, con determinación y coraje, el éxito está garantizado.

Brahma Kumaris


Elevarse por encima del pensamiento

A medida que uno crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su condicionamiento personal y cultural. A este yo fantasma lo llamamos ego. El ego es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento constante. El término ego tiene distinto significado según se trate de una persona u otra, pero cuando lo uso aquí me refiero al falso yo, creado por una identificación inconsciente con la mente.

Para el ego, el momento presente apenas existe. Sólo considera importantes el pasado y el futuro. Esta inversión total de la verdad explica por qué, en la modalidad ego, la mente es tan disfuncional. Siempre está tratando de mantener el pasado vivo, porque ¿quién serías sin él? Y se proyecta constantemente hacia el futuro para asegurarse la supervivencia y buscar en él una sensación de liberación o satisfacción. Dice: «Algún día, cuando haya ocurrido esto, lo otro o lo de más allá, estaré bien, en paz, seré feliz.»

Incluso cuando parece que el ego está en el presente, no ve el presente: lo percibe equivocadamente porque lo mira con los ojos del pasado. O reduce el presente a ser un medio para un fin, un fin que siempre reside en el futuro proyectado por la mente. Observa tu mente y comprobarás que funciona así.

El momento presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar el momento presente mientras seas tu mente.

Alcanzar la iluminación significa elevarse por encima del pensamiento. En el estado de iluminación sigues usando la mente cuando la necesitas, pero de un modo mucho más enfocado y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines prácticos, pero eres libre del diálogo interno involuntario, y vives en la quietud interior.

Cuando empleas la mente, y en particular cuando necesitas dar una solución creativa a algo, vas oscilando cada pocos minutos entre la mente y la quietud, entre la mente y la no-mente. La no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo la no-mente permite pensar creativamente, porque da al pensamiento un poder real. El pensamiento por sí solo, desconectado del vasto campo de la conciencia, se convierte rápidamente en algo estéril, insano, destructivo.

Eckhardt Tolle
De su libro: Practicando el poder del Ahora.