jueves, 3 de enero de 2013

La danza de los opuestos

Hay unas pocas cosas muy fundamentales que se deben entender.
Primera, un hombre y una mujer son, por un lado, mitades del otro, y por el otro lado, polaridades opuestas. El hecho de ser opuestos hace que se atraigan. Cuanto más separados estén, más profunda será la atracción; cuanto más diferentes sean, más grande será el encanto, la belleza y la atracción. Pero ahí radica todo el problema.
Cuando se acercan, quieren acercarse más, quieren fundirse en el otro, quieren convertirse en uno, en un todo armonioso... pero toda su atracción depende de la oposición, y la armonía dependerá de disolver dicha oposición.
A menos que una relación amorosa sea muy consciente, va a crear mucha angustia y problemas.
Todos los amantes tienen problemas.. El problema no es personal; radica, en la misma naturaleza de las cosas.
Lo llaman enamorarse.!No pueden aportar razón alguna que explique una atracción tan tremenda hacia el otro. Ni siquiera son conscientes de las causas subyacentes; y por eso suceden cosas extrañas: los amantes más felices son aquellos que jamás se encuentran. En cuanto lo hacen, la misma oposición que creó la atracción se convierte en un conflicto. En cada cosa pequeña sus actitudes y enfoques son diferentes. Aunque hablan el mismo idioma, son incapaces de entenderse.
El modo en que un hombre observa el mundo es distinto del de una mujer.
Por ejemplo, un hombre está interesado en cosas lejanas... en el futuro de la humanidad, en las estrellas distantes, en si hay seres vivos en otros planetas. Una mujer simplemente ríe entre dientes ante esas tonterías. A ella solo le interesa un círculo muy pequeño y cerrado: los vecinos, la familia, quién engaña a su esposa, qué esposa se ha enamorado del chofer. Su interés es muy local y muy humano. No le preocupa la reencarnación; tampoco le preocupa la vida después de la muerte.
Su preocupación es más pragmática. Le preocupa el presente, el aquí y el ahora.
El hombre jamás está en el aquí y el ahora.
Siempre se encuentra en alguna otra parte.
Si ambas partes son conscientes del hecho de que se trata de un encuentro de opuestos, de que no hay necesidad de convertirlo en un conflicto, entonces es una gran oportunidad para entender el punto de vista totalmente opuesto y asimilarlo. En ese caso, la vida de un hombre y una mujer, juntos, puede transformarse en una hermosa armonía. De lo contrario, es una pelea constante. Hay descansos... no se puede mantener una pelea durante veinticuatro horas al día; también hace falta descansar para prepararse para una nueva pelea. Sin embargo, uno de los fenómenos más extraños es que durante miles de años los hombres y las mujeres han estado viviendo juntos, y aun así son extraños. Siguen teniendo hijos, pero continúan siendo extraños. Los enfoques femenino y masculino son tan opuestos entre sí que a menos que se realice un esfuerzo consciente, a menos que se convierta en vuestra meditación, no existe esperanza de disfrutar de una vida apacible.
La mujer piensa intuitivamente, el hombre intelectualmente, lo que impide el encuentro. La mujer simplemente llega a conclusiones sin ningún proceso de pensamiento. Y el hombre avanza paso a paso para alcanzar una conclusión.
El hombre se esfuerza por llegar a una conclusión, mientras que la mujer simplemente la saca. Posee una sensación intuitiva.
Por ello no se puede engañar a una mujer, en especial a vuestra esposa. Resulta imposible; nadie ha sido jamás capaz de lograrlo. De inmediato os descubrirá, porque el modo en que la mujer ve no se parece al modo en que veis vosotros. Ella entra por la puerta de atrás, ¡mientras que vosotros ni siquiera sabéis que tenéis una puerta trasera! Distribuís todo ante la puerta delantera, y ella entra por la de atrás y conoce todos los detalles.
El marido llega a casa preparado. Qué va a decir, cómo va a responder... lo repasa todo, y en cuanto mira a la mujer todos los ensayos se desvanecen y se comporta como un niño tartamudo. Incluso una gran persona como Napoleón le tenía mucho miedo a las mujeres. Temía a su propia esposa, porque lo descubrirá de inmediato.
La mente del hombre sigue un curso zigzagueante, la de la mujer un curso recto como una flecha. Ella no escucha lo que decís, sino que os mira a los ojos. Presta atención al modo en que decís las cosas. Percibe vuestra mano temblorosa, ve que vuestros ojos intentan evitarla. No escucha lo que estáis diciendo; eso es irrelevante... sabe que se trata de una historia que habéis logrado inventar de camino del bar a casa. Sin embargo, está más sincronizada con vuestro lenguaje corporal. Y este es más auténtico, porque aún no podéis controlarlo y engañar con él.
El hombre es capaz de abordar cualquier problema de un modo intelectual. Le tiene miedo a la mujer porque el modo en que ella aborda un problema es muy intuitivo, instintivo. Ninguna mujer es intelectual, inteligente, desde luego, pero no intelectual. La inteligencia del hombre es de un tipo, y la inteligencia de la mujer es de un tipo totalmente diferente. La inteligencia del hombre es la esencia de su intelecto, y la inteligencia de la mujer nace de su poder intuitivo. No hay un punto intermedio donde puedan encontrarse... no existe posibilidad para ello. Son polos opuestos, por eso se sienten tan atraídos entre sí. Debido a que no pueden comprenderse existe misterio entre ellos; ese misterio posee un gran atractivo.
De hecho, podéis amar a una mujer toda vuestra vida, pero jamás seréis capaces de entenderla. Seguirá siendo un misterio, impredecible; vive más a través de los estados de ánimo que de los pensamientos, es más parecida al clima y menos a un mecanismo. Amad a una mujer y lo sabréis. Por la mañana hay nubes y ella está triste, y, de inmediato, no ha sucedido nada en particular y las nubes han desaparecido y una vez más luce el sol y ella canta. ¡Increíble para un hombre!
¿Qué tonterías pasan por una mujer? Sí, son tonterías porque, para un hombre, las cosas deberían tener una explicación racional. «¿Por qué estás triste?». Una mujer simplemente responde: «Me siento triste». A un hombre le resulta imposible entenderlo. Ha de haber alguna razón para estar triste. ¿Solo estar triste? «¿Por qué estás feliz?». Una mujer simplemente contesta que se siente feliz. Vive a través de estados de ánimo.
Por supuesto, a un hombre le resulta difícil vivir con una mujer... porque si las cosas son racionales, se pueden manejar. Si son irracionales, si surgen de la nada, resultan muy difíciles de manejar. Ningún hombre ha sido jamás capaz de manejar a una mujer. Al final termina por rendirse; abandona todo el esfuerzo de manejarlo.
El hombre es más argumentativo. Esto han aprendido las mujeres: si siguen hasta el fin de la discusión, él ganará. De modo que no discuten, pelean. Se enfadan y lo que no pueden hacer mediante la lógica lo hacen a través de la furia. Lo sustituyen todo por la ira y, desde luego, el hombre que piensa que no tiene sentido tomarse tantas molestias por algo tan insignificante, termina por estar de acuerdo con ellas.
La mujer tiene sus propios argumentos: romper platos. Por supuesto, esos platos son los viejos. Jamás rompe los realmente hermosos. Golpea al hombre con la almohada, pero golpear a alguien con una almohada no es un acto violento. Una almohada blanda representa una pelea muy poco violenta. Le arroja cosas, pero jamás apunta a darle. Apunta aquí y allá. Pero eso es suficiente para dar la alarma en el vecindario. Es lo que ella quiere, que todo el barrio se entere de lo que está sucediendo. Eso aplaca al marido. Este se arrastra y suplica: «Perdóname. Estaba equivocado desde el principio. Lo sabía».
A medida que las parejas se asientan, el marido olvida todo sobre las discusiones. Cuando entra en la casa, respira hondo y se prepara para cualquier cosa irracional que vaya a suceder.
La mitad del mundo, el mundo exterior, el mundo objetivo, ha de ser abordado mediante la razón. De modo que cuando se trate de un asunto del mundo exterior, hay más posibilidades de que el hombre tenga razón. Pero siempre que se trate de una cuestión del mundo interior, es más posible que la mujer tenga razón, porque en ese asunto la razón no es necesaria. Así que si vais a comprar un coche, prestad atención al hombre, y si vais a elegir una iglesia, prestad atención a la mujer. Pero es algo casi imposible. Si tenéis esposa, no podéis elegir el coche... es casi imposible. Ella lo elegirá. ¡Y no solo eso, sino que se sentará en la parte de atrás y lo conducirá!
El hombre y la mujer han de llegar a una cierta comprensión de que en lo que atañe al mundo de los objetos y las cosas, el hombre es más propenso a tener razón y ser más preciso. Él funciona a través de la lógica, es más científico, es más occidental. Cuando una mujer funciona más intuitivamente, es más oriental, más religiosa. Es más posible que su intuición la guíe al camino correcto. De manera que si vais a ir a una iglesia, seguid a vuestra mujer. Posee una sensación más precisa para las cosas que son del mundo interior. Y si amáis a una persona, a la larga se llega a esa comprensión y entre los dos amantes surge un acuerdo tácito: quién va a tener razón según qué cosas.
Y el amor siempre es comprensión.
El hombre es un hacedor. La mujer es una amante, no una hacedora. El hombre es la mente, la mujer es el corazón. El hombre puede crear cosas, pero es incapaz de dar vida. Para eso es necesaria la receptividad de la tierra. La simiente cae en ella, desaparece bajo tierra y un día surge una vida nueva. Así es como nace un niño. Hace falta una matriz para dar a luz... a un bebé, a lo sagrado o a vosotros mismos. Tenéis que convertiros en una matriz.
La mujer es paciente. ¡Pensad en un hombre teniendo un bebé en su vientre durante nueve meses! No se puede concebir que un hombre sea capaz de tolerarlo... es imposible. Las mujeres son más tolerantes, aceptan más. ¿De dónde procede esa fortaleza? De su receptividad.
Cuando sois hacedores os agotáis. Un hombre y una mujer haciendo el amor... el hombre se agota; la mujer se ve enriquecida, nutrida, porque es la receptora. Al hacer el amor un hombre pierde energía, una mujer la gana. Por eso las mujeres se han visto inhibidas en todo el mundo. ¡Si no se las contuviera, el hombre moriría! Sería imposible para ningún hombre satisfacer a alguna mujer. Una mujer puede hacer el amor con una docena de personas en una noche y aun así estar fresca, llena de energía. Un hombre solo puede hacer el amor una vez, y luego se queda agotado. El hombre expulsa energía, la mujer la recibe.
La mujer espera... eso no significa que no ame, ama tremendamente; ningún hombre puede amar con igual profundidad... pero ella espera. Confía en que las cosas acontecerán en su momento justo, y precipitarlas no sirve para nada. Una mujer no está tensa, sino llena de energía, de ahí la belleza femenina.
En el útero de la madre el óvulo simplemente espera. No va a ninguna parte. El esperma del varón viaja, y lo hace a gran velocidad. Realmente es una distancia enorme la que recorre el esperma del varón hasta el óvulo de la mujer; empieza una gran competencia. Los hombres son competitivos desde el mismo comienzo, incluso desde antes de nacer. Mientras hacen el amor con una mujer un hombre libera millones de espermas, y todos se precipitan hacia el óvulo. Se requiere una gran velocidad porque solo uno será capaz de llegar hasta el óvulo, no todos. Solo uno va a ser el ganador del Premio Nobel ¡La verdadera Olimpiada empieza aquí! Y se trata de una cuestión de vida o muerte, no es corriente. La competencia es grande... millones de espermas luchando, avanzando a toda velocidad, y solo uno llegará a su destino. Pero el óvulo femenino simplemente está a la espera... con gran confianza.
Es muy raro encontrar a un hombre que no sea un marido dominado... muy raro. De hecho, no sucede, y si alguna vez encontráis a uno, entonces se trata de la excepción que confirma la regla, nada más. Hay razones psicológicas para ello.
El hombre pelea continuamente en el mundo, de modo que su energía masculina se agota. Cuando llega a casa, quiere volverse femenino. Quiere reposar de su agresión masculina. En la oficina, en la fábrica, en el mercado, en la política... en todas partes ha estado peleando y peleando. En casa no quiere pelear; quiere descansar, porque al día siguiente el mundo volverá a empezar. Por ello en el momento en que entra en casa se convierte en femenino. Todo el día la mujer ha sido femenina, sin pelear; no ha habido nadie con quien pelear. Está cansada de ser una mujer... y de la cocina, de todo y de los niños. Quiere disfrutar de un poco de agresividad y pelear y reñir, y el pobre marido está disponible. De modo que ella se convierte en el varón y el marido se convierte en la mujer; esa es toda la base para la dominación.
El corazón sigue siendo primitivo. Y es bueno que las universidades no hayan encontrado todavía un modo de enseñar al corazón y de volverlo civilizado. Es la única esperanza que tiene la humanidad para sobrevivir. La mujer es la única esperanza que tiene la humanidad para sobrevivir. Hasta ahora, el hombre ha sido dominante, y ello por una extraña causa. Esta es que en lo más hondo el hombre se siente inferior. Debido a la inferioridad, con el fin de compensarla, comenzó a dominar a la mujer.
Solo en un sentido es más fuerte que la mujer: en fuerza muscular. En todos los demás sentidos la mujer es mucho más fuerte que el hombre. La mujer vive más tiempo que el hombre, sufre menos que él debido a las enfermedades.
Más hombres se vuelven locos, el número es casi el doble. Y más hombres se suicidan; otra vez la cantidad es casi del doble. En todos los modos posibles, salvo en el muscular, la mujer es muy supenor.

La inteligencia y la claridad forman parte de la mente masculina. La absorción y la tranquilidad forman parte dela mente femenina. Solo una mujer puede absorber, por ello se queda embarazada... posee el útero. Esas dos cosas son necesarias. Si no sois inteligentes, no seréis capaces de entender qué se os está diciendo, no comprenderéis qué os está impartiendo el Maestro. Y si no sois femeninos, no seréis capaces de absorberlo, no podréis quedaros embarazados con ello. Y ambas cosas son necesarias. Debéis ser inteligentes, muy inteligentes para entenderlo. Y tenéis que ser muy absorbentes para mantenerlo en vuestro interior, para que se convierta en una parte de vosotros.
El hombre ha estado obligando a la mujer a ser silenciosa, no solo por fuera, sino también por dentro... obligando a la parte femenina a estar quieta. Mirad en vuestro interior. Si la parte femenina dice algo, de inmediato saltáis y replicáis: «¡Es ilógico! ¡Absurdo!». Os perdéis muchas cosas en vuestra vida porque la cabeza no para de hablar; no permite que la parte femenina hable.
Los alborotadores se convierten en líderes. En las escuelas, todos los profesores inteligentes eligen a los mayores alborotadores como jefes de clase. En cuanto ocupan un puesto poderoso, toda la energía que dedican a los problemas adquiere utilidad para el maestro. Esas mismas personas problemáticas comienzan a crear disciplina.
La mente masculina es un fenómeno alborotador... por ello abruma, domina. Pero en lo más hondo, aunque podáis alcanzar poder, os perdéis la vida. iY en lo más hondo la mente femenina continúa! A menos que deis marcha atrás hacia lo femenino y os entreguéis, a menos que vuestra resistencia y lucha se conviertan en rendición, no sabréis lo que es la vida verdadera ni su celebración.
Uno debería de ser como el agua... que fluye, fresca, siempre en movimiento hacia el océano. Y uno debería de ser como el agua: suave, femenino, receptivo, cariñoso, no violento. Uno no debería de ser como una roca. La roca da la impresión de ser fuerte, pero no lo es, y el agua da la impresión de ser muy débil, pero no lo es.
Que nunca os engañen las apariencias. Al final el agua vence a la roca y esta es destruida y se convierte en arena que es arrastrada al mar. Al final la roca desaparece... ante el agua blanda.
La roca es masculina; es la mente masculina, la mente agresiva. El agua es femenina, suave, cariñosa, en absoluto agresiva. Pero gana el elemento no agresivo. El agua siempre está dispuesta a rendirse, pero mediante la rendición conquista... ese es el estilo de la mujer. La mujer siempre se rinde y conquista a través de ese acto. Y el hombre quiere conquistar y el resultado final no es otra cosa que una rendición.

DEL LIBRO HOMBRE Y MUJER LA DANZA DE LAS ENERGIAS - OSHO

¿QUE ES LA VIDA? por Osho

1. La vida es vivir. No es una cosa, es un proceso. No hay forma de conocer lo que es la vida más que viviendo, estando vivo, fluyendo, discurriendo con ella. Si buscas el significado de la vida en algún dogma, en una determinada filosofía, en una teología, da por seguro que te perderás lo que es la vida y su significado. La vida no te está esperando en ninguna parte, te está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que has de alcanzar, está aquí y ahora, en este mismo momento, en tu respirar, en la circulación de tu sangre, en el latir de tu corazón. Cualquier cosa que seas es tu vida y si te pones a buscar significados en otra parte, te la perderás.
2. La vida es inseguridad. A cada momento se dirige hacia una inseguridad mayor. Es un apostar. Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las máquinas. No te conviertas en una.
3. La vida es un misterio. Cuanto más la conoces, más bella es. Llega un momento cuando, de repente, empiezas a vivirla, empiezas a fluir con ella.
4. La vida es un arte. La vida no es una tecnología, ni una ciencia. Como un arte, has de sentirla. Es como el caminar por una cuerda floja.
5. La mejor forma de perder la vida es tener una cierta actitud ante ella. Las actitudes tienen su origen en la mente, y la vida supera la mente. Las actitudes son nuestras creaciones, son nuestros prejuicios, nuestras invenciones. La vida no es creada por nosotros; al contrario, nosotros somos sólo ondas en el lago de la vida. ¿Qué clase de actitud puede tener una ola con respecto al océano? ¿Qué tipo de actitud puede tener una hoja de hierba hacia la Tierra, la Luna, el Sol o las estrellas? Todas las actitudes son egoístas, todas las actitudes son estúpidas. La vida no es una filosofía, no es un problema; es un misterio. Tienes que vivirla, no de acuerdo a cierto patrón de conducta, no de acuerdo a un condicionamiento, de acuerdo con lo que te han contado sobre ella. Tienes que empezar de nuevo, desde cero.
6. La vida es lo que tu quieras. Depende de ti. La vida en sí misma es un lienzo en blanco, se convierte en cualquier cosa que tú pintes en él. Puedes pintar infelicidad, puedes pintar felicidad. Esta libertad es tu gloria.
7. El mensaje es muy simple: Vive la vida tan peligrosamente como te sea posible. Vive la vida totalmente, intensamente, apasionadamente, porque la vida, es el único Dios.
8. Primero conviértete en un Zorba, en una flor de esta tierra y a través de ella logra la capacidad de llegar a ser un Buda, la flor del otro mundo. El otro mundo no está separado de éste; el otro mundo no está en contra de éste. El otro mundo está escondido en éste. Este es sólo una manifestación del otro y el otro es la parte no manifiesta de éste.
9. El primer fundamento de la vida es meditación. Todo lo demás es secundario.
10. La vida debe ser una búsqueda. No un deseo, sino una búsqueda; no una ambición de convertirse en esto o en lo otro, el presidente de un país o un primer ministro, sino una búsqueda para descubrir: ³¿Quién soy yo?²
11. La vida deberá ser una continua celebración, un festival de luces durante todo el año. Sólo entonces puedes crecer, puedes florecer. Transforma las cosas pequeñas en celebración.
12. La vida no es una cárcel, no es un castigo. Es una recompensa y es dada sólo a aquellos que se la han ganado, a aquellos que se la merecen. Ahora tienes el derecho de disfrutar. Sería un pecado si no disfrutas. Irías en contra de la existencia si no la embelleces, si la dejas simplemente como la encontraste. No, déjala un poco más feliz, más hermosa, más fragante.
13. ¡La vida consiste en explorar, en ir hacia lo desconocido, en alcanzar las estrellas! Sé valiente y sacrifica todo por la vida; nada vale más que ella. No sacrifiques tu vida por pequeñas cosas: dinero, seguridad, estabilidad. Nada de ello tiene valor. Uno tiene que vivir su propia vida tan totalmente como sea posible, entonces, la alegría llega. Solamente entonces es posible una desbordante dicha. Aquellos que quieren vivir realmente tienen que afrontar muchos riesgos. Tienen que adentrarse más y más en lo desconocido. Tienen que aprender una de las lecciones más fundamentales: que no existe hogar, que la vida es un peregrinaje sin principio ni fin. Sí, hay lugares donde puedes descansar, pero son simplemente para pasar la noche y a la mañana siguiente te tienes que ir de nuevo. La vida es un continuo movimiento, nunca llega a ningún final.
14. Cuanto más profundiza una persona en sí misma, más madura. Cuando ha alcanzado el centro mismo de su ser, alcanza la madurez perfecta. «Madurez» es otro nombre para «realización». Has culminado el pleno desarrollo de tu potencial. Lo has actualizado. La semilla, tras un arduo viaje, ha florecido. La madurez conlleva cierta fragancia, aporta una tremenda belleza al individuo. Le aporta inteligencia, la inteligencia más aguda posible. Le convierte en puro amor. Su actividad es amor, su inactividad es amor. Su vida es amor, su muerte es amor. Es tan sólo una flor de amor.
15. La vida en su totalidad es una gran broma cósmica. No es un fenómeno serio; tómala seriamente y la perderás. Compréndela únicamente a través de la risa. No voy a darte una meta. Solamente puedo proporcionarte una dirección, abierta rebosando vida- y desconocida siempre sorprendente, impredecible. No te voy a dar mapa alguno. Solamente te voy a proporcionar una gran pasión por descubrir cosas. Sí, no se necesita de ningún mapa; se requiere una gran pasión. Luego te dejaré solo. Entonces te moverás por ti mismo. adéntrate en lo inmenso, en el infinito y , poco a poco, aprende a confiar en él. Abandónate en manos de la Vida.
16. El concepto antiguo del hombre religioso es que él está en contra de la vida. El condena esta vida, esta vida corriente; la llama mundana, profana, una ilusión. La censura. Yo estoy tan profundamente enamorado de la Vida que no puedo censurarla. Estoy aquí para incrementar la posibilidad de sentirla.
17. El permanecer como testigo es la técnica para el centramiento. Un hombre puede vivir de dos modos: puede vivir en su periferia o puede vivir en su centro. La periferia pertenece al ego y el centro pertenece al Ser. Si vives según el ego, estás siempre relacionado con el otro. La periferia se relaciona con el otro. Hagas lo que hagas no es una acción, es siempre una reacción. Lo haces como respuesta a algo que te han hecho. Desde la periferia no hay acción, todo es una reacción, nada proviene de tu centro. En cierto modo eres un esclavo de las circunstancias. No haces nada, más bien eres forzado a hacer. Desde el centro la situación cambia radicalmente: desde el centro comienzas a actuar. Por primera vez empiezas a existir sin depender; empiezas a existir por ti mismo.
Una anécdota para recordar: En una oportunidad en que Buda estaba cruzando un pueblo... Un grupo de gente estaba muy enojado, muy en contra de lo que enseñaba. Abusaban de él, le insultaban. El Buda les escucha en silencio y luego les dice, «Si habéis acabado dejadme ir. He de llegar al otro pueblo y me estarán esperando. Si en vuestras mentes os queda aún algo por decir, cuando pase de regreso por esta ruta podéis acabarlo». Le dicen, «Hemos abusado de ti, te hemos insultado. ¿No vas a responder?» Buda les dice, «Ahora nunca reacciono. Lo que hagáis es cosa vuestra. Yo, ahora, nunca reacciono. No podéis forzarme a que haga algo. Podéis abusar de mí: depende de vosotros. Yo no soy un esclavo. Me he vuelto un hombre libre. Actúo desde mi centro, no desde mi periferia, y vuestro abuso sólo alcanza mi periferia, no mi centro. Mi centro no es afectado».


Cortejo

Os enamoráis de una mujer porque es tan nueva: la fisiología, las proporciones de su cuerpo, la cara, los ojos, las cejas, el color del cabello, el modo en que camina, en que se vuelve, en que dice hola, en que mira. Todo es nuevo, todo el territorio desconocido. Os gustaría investigar ese territorio; es tentador, muy tentador. Estáis atrapados, hipnotizados. Y cuando empezáis a acercaros, ella empieza a alejarse; eso es parte del juego. Cuanto más se aleja, más cautivadora se vuelve. Si simplemente dijera: «Sí, estoy lista», la mitad del entusiasmo moriría en ese mismo instante. De hecho, seríais vosotros quienes empezaríais a pensar cómo alejaros. Por ende, ella os brinda la oportunidad de perseguida.
Hay dos tipos de seducción. Cuando un hombre seduce a una mujer, es enérgico. Lo intenta de todas las maneras, toma la iniciativa, pone una trampa, realiza todos los esfuerzos que puede. Una mujer seduce de un modo totalmente diferente. No toma la iniciativa, no pone ninguna trampa, no persigue al hombre; de hecho, finge no tener mucho interés. El hombre puede fallar, pero la mujer jamás falla... esa es la seducción femenina. Su trampa es muy sutil. No se puede huir de ella; carece de escapatorias. Y sin perseguiros, os persigue. Os obsesiona en sueños... jamás llama a vuestra puerta, pero os obsesiona en sueños; jamás muestra algún interés, pero se convierte en la fantasía más profunda de vuestro ser. Ese es el truco femenino.
La energía femenina escapa. Ese es el juego.
No es que una mujer realmente desee escapar; practica al juego del escape. Si un hombre aborda a una mujer y esta se encuentra preparada para irse a la cama con él, el hombre empezará a sentirse un poco preocupado. ¿Qué le pasa a la mujer? Porque no se ha ejecutado el juego. ... La belleza del amor no radica tanto en el amor como en el juego amoroso. Se realizan tantos esfuerzos... el cortejo. Pero este solo es posible si la mujer retrocede. Comprobadlo. Siempre que estéis hablando con una mujer, si os interesa, retrocederá y vosotros avanzaréis. Pero siempre hay una pared, de manera que la mujer choca contra la pared; entonces queda atrapada. Siempre avanza hacia la pared... ¡también eso es intencionado! Todo es intencional. Forma parte del juego, y es un juego hermoso.
La gente jamás se encuentra tan feliz como durante el cortejo, porque se trata de una persecución. Básicamente el hombre es un cazador, de modo que cuando la mujer es perseguida, y se aleja, tratando de esconderse, evitándolo, diciéndole que no, el hombre se enciende más y más. El desafío se toma intenso; hay que conquistar a la mujer. En ese momento está dispuesto a morir por ella, o a hacer lo que sea necesario, pero hay que conquistarla. Debe demostrar que no es un hombre corriente.
Pero una vez que están casados, entonces... porque todo el interés radicaba en la persecución, en lo desconocido, en que en apariencia la mujer era inconquistable. Pero, una vez que ha sido conquistada, ¿cómo se puede mantener el viejo interés? Como mucho se puede fingir, pero el viejo interés no se puede mantener.
Habéis observado que la misma mujer que hoy es hermosa puede que mañana no lo sea, o que incluso se convierta en un incordio? Hoy os morís por conseguirla, ¡y mañana queréis moriros para deshaceros de ella! Es extraño... ¿qué fue de la belleza?
La belleza está en vuestro interior. Y cuando le concedéis a la mujer libertad para ser ella misma, o al hombre libertad para ser él mismo, funcionan como un espejo. En cuanto empezáis a decir: «Deberías ser esto o aquello», no permitís que el hombre o la mujer sean un espejo, comenzáis a convertirlos en una película virgen dentro de una cámara fotográfica.
Un espejo siempre está vacío, por eso puede seguir reflejando de forma continua, toda la eternidad. La película virgen se acaba solo en un reflejo, porque solo aferra ese reflejo. No es un espejo.
Si nuestras relaciones con las personas contuvieran esta gran comprensión, que al otro debería permitírsele libertad total para permanecer siendo lo que sea, quizá con cada momento se podría revelar más y más belleza. Cuando las personas no son posesivas entre sí sienten la belleza. En cuanto se casan, las cosas comienzan a ponerse difíciles, porque una nueva posesión hace acto de presencia. Y siempre veis lo que deseáis ver. Cuando la mujer no estaba disponible, representaba un desafío... y cuanto mayor el desafío, más hermosa era. Pero una vez que está encadenada, el desafío se ha perdido y la belleza desaparece. Los más grandes amantes son aquellos que jamás se encuentran. El encuentro es una tragedia.
Parece que en la vida todo lo que os resulta hermoso solo es hermoso porque no es vuestro... la hierba es más verde del otro lado de la valla. No es la realidad, porque el vecino tiene el mismo problema... cuando ve vuestro jardín, la hierba es más verde. Es un espejismo que crea la distancia.
A los amantes que mejor les va en el mundo es a aquellos que no se conocen. Provocan las historias más románticas y hermosas... sin riñas ni peleas. Y jamás llegan a averiguar que «Esta no es la mujer para mí ni yo soy el hombre para esta mujer». Nunca alcanzan la suficiente intimidad para saber eso. Pero, por desgracia, la mayoría de los amantes llegan a casarse. Es el accidente más desdichado de la vida. Eso destruye toda la belleza; de lo contrario, habrían sido Laila y Majnu, Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, grandes amantes de la historia. Pero esos grandes amantes jamás vivieron juntos en un apartamento de un dormitorio.
Primero creáis a un hombre hermoso y luego os ponéis a perseguirlo. Y pasados unos días de vivir con un hombre o una mujer hermosos, todas las fantasías se desmoronan. De pronto sois conscientes, como si os hubieran engañado, de que esa mujer tiene un aspecto corriente. Y pensabais que era una Laila o Julieta, o pensabais que era un Majnu o Romeo, y de repente, después de unos días, los sueños se han evaporado y la mujer se ha vuelto corriente o el hombre se ha vuelto corriente; entonces os sentís disgustados, como si la otra persona os hubiera engañado. Nadie os ha engañado y nada ha desaparecido del hombre o la mujer; lo que se ha esfumado es vuestra propia fantasía... porque las fantasías no se pueden mantener. Podéis soñar con ellas, pero no podéis mantenerlas durante mucho tiempo.
Las fantasías son fantasías! De modo que si de verdad queréis continuar en vuestras fantasías, entonces, al ver a una mujer hermosa, alejaos de inmediato de ella todo lo que podáis. Entonces siempre la recordaréis como la mujer más hermosa del mundo. De esa manera la fantasía jamás entrará en contacto con la realidad. No se quebrará. Siempre podréis suspirar y cantar y llorar por la hermosa mujer... ¡pero nunca os acerquéis a ella!
Cuanto más os aproximéis, más realidad, más realidad objetiva, se revelará. Y cuando se produzca un choque entre la realidad objetiva y vuestra fantasía, desde luego ya sabéis quién saldrá derrotada: vuestra fantasía. No se puede vencer a la realidad objetiva.
El matrimonio debería tener lugar únicamente cuando la luna de miel ha llegado a su fin. Cuando dos personas, que se conocen bien, deciden estar juntas, no se trata de una cuestión de conquista ni de algo nuevo. No es que se deciden por el matrimonio porque quieren conocerse; se deciden por el matrimonio porque se conocen. Es algo totalmente diferente.

DEL LIBRO EL HOMBRE Y LA MUJER DANZA DE LAS ENERGIAS - OSHO