sábado, 5 de enero de 2013

No hay manera de detener la mente.


Pero la mente se detiene... de eso no cabe duda. Se detiene por si sola.
¿Qué es lo que hay que hacer? Es una pregunta importante. Observa. No trates de detenerla. No hay necesidad de realizar ningún acto contra la mente. En primer lugar, ¿quién lo iba a hacer? Sería la mente luchando, contra sí misma. Dividirás tu mente en dos: una parte que intenta tomar el mando, hacerse el amo, matar a la otra parte de sí misma... lo cual es absurdo. Es un juego idiota, que te puede volver loco. No intentes detener la mente o el pensamiento... solo obsérvalo, déjalo fluir. Déjalo en completa libertad. Deja que corra tan rápido como quiera. No intentes controlado en modo alguno. Limítate a ser testigo.

¡Es hermoso! La mente es uno de los mecanismos más hermosos. La ciencia todavía no ha logrado crear algo similar a la mente. La mente sigue siendo la obra maestra. Tan complicada, tan tremendamente poderosa, con tantísimas posibilidades. ¡Obsérvala! ¡Disfrútala! y no la mires como un enemigo, porque si miras la mente como un enemigo no puedes observar. Ya la miras con prejuicios, ya estás en contra. Ya has decidido que la mente tiene algo malo, ya has llegado a conclusiones. Y cuando miras a alguien como un enemigo, nunca puedes mirar con profundidad, nunca puedes mirar al fondo de los ojos; lo evitas.

Observar la mente significa mirarla con profundo amor, con profundo respeto, con reverencia, es un don de Dios. La mente en sí misma no tiene nada de malo. Pensar no tiene nada de malo en sí mismo. Es un proceso muy bello, como otros procesos. Las nubes que se mueven por el cielo son bellas. ¿Por qué no van a serlo los pensamientos que se mueven en el cielo interior? Las flores que brotan en los árboles son bellas. ¿Por qué no van a serlo las ideas que brotan en tu ser? El río que discurre hacia el mar es bello. ¿Por qué no ha de serlo esta corriente de pensamientos que fluye hacia un destino desconocido? ¿Acaso no es hermoso? Míralo con profunda reverencia. No seas un combatiente, sé un amante.

Osho

Los problemas no se resuelven.


Tú tienes mil y un problemas, e intentas resolverlos. Pero los problemas no se resuelven. No pueden resolverse, porque, en primer lugar, no hay mil y un problemas, solamente hay uno; y si ves mil y un problemas, no serás capaz de ver el que realmente existe. Tú siempre estás viendo cosas que no existen, y, por eso, no puedes ver lo que existe.

Así que lo primero que hay que entender es el problema básico, el único. Es perenne, no tuyo en particular, o mío o de cualquier otro. Es del hombre como tal. El problema nace contigo y, desgraciadamente, como le ocurre a millones de personas, morirá contigo. Si el problema muere antes de que tú mueras, te habrás iluminado. Y esa es la tarea de la religión, ayudar a disolver el problema antes de que él te mate a ti.

Solo hay una forma de que el hombre no tenga ningún problema, siendo religioso. El hombre religioso no tiene problemas, porque ha resuelto el problema básico. Ha cortado la raíz.

Por eso Tilopa dice: Corta las raíces de la mente. No te dediques a cortar las hojas y las ramas. Hay millones, y cortándolas, no conseguirás nada, el árbol seguirá creciendo. Si le sigues podando las ramas, se hará incluso más denso, más grueso y más grande. Simplemente olvídate de las ramas. Ellas no son el problema. El problema está en las raíces. Corta las raíces, y el árbol, poco a poco, irá desapareciendo, se irá extinguiendo.

Así pues, ¿cuál es el problema raíz de la mente? No es ni tuyo ni de nadie más; es del hombre como tal. Viene a la existencia en el momento que naces, pero puede disolverse antes de que mueras.

Osho

EL PLACER ES SOLO EL COMIENZO - OSHO

El placer es sólo el comienzo No te detengas en el placer. Adelante te espera mucho más. Disfruta las flores, recoge las flores, haz una guirnalda con ellas, pero recuerda: también hay frutos. Y el fruto de tu madurez no es el placer; el fruto es la dicha.

El placer es sólo el comienzo, el árbol está listo. Las flores son una canción que anuncia que el árbol está fecundo y los frutos llegarán muy pronto. No te pierdas en los placeres, pero tampoco les huyas. Disfrútalos pero recuerda: la vida es mucho más que placeres. La vida no termina con el placer, sólo comienza con él; el fruto es la dicha. Pero el placer te da una muestra de lo que está por venir. Te brinda un sueño, un anhelo de tener más; es una promesa. “Espera, los frutos llegarán. No cierres los ojos ante las flores, de lo contrario nunca encontrarás los frutos”.

Eso es lo que te he estado diciendo una y otra vez, de diferentes maneras. Mis palabras pueden ser diferentes, pero mi canción es la misma. Tal vez entro al templo por otra puerta, pero es el mismo templo.

Zorba es tan sólo una flor, Buda es el fruto. Si no tienes ambos, no estarás completo, falta algo; siempre habrá un vacío en tu corazón, un rincón oscuro. A no ser que Buda y Zorba bailen juntos en tu ser –la flor y el fruto, el comienzo y el final- no conocerás el verdadero sentido de la existencia. El sentido de la existencia no debe buscarse con el intelecto; debe experimentarse en la vida.

TENER FE.

Tener fe es ACEPTAR los designios de Dios aunque no los entendamos, aunque no nos gusten. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.

Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de al que recibe y al que da.

Tener fe es CREER cuando resulta más fácil recurrir a la duda. Si la llama de la confianza en algo mejor se extingue en nosotros, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. La creencia en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros

Tener fe es GUIAR nuestra vida no con la vista, sino con el corazón. La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con el espíritu.

Tener fe es LEVANTARSE cuando se ha caído. Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura.

Tener fe es ARRIESGAR todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse sin esa dosis de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás.

Tener fe es VER positivamente hacia adelante, no importa cuan incierto parezca el futuro o cuan doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo.

Tener fe es CONFIAR, pero confiar no sólo en las cosas, sino en lo que es más importante... en las personas. Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas con sus semejantes. Cierto que siempre habrá gente que te lastime y traicione tu confianza, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso con aquél en quien confías dos veces

Tener fe es BUSCAR lo imposible: sonreír cuando tus días se encuentran nublados y tus ojos se han secado de tanto llorar. Tener fe es no dejar nunca de desnudar tus labios con una sonrisa, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes cuando tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien que se encuentre en peor situación que la tuya.

Tener fe es CONDUCIRSE por los caminos de la vida de la forma en que un niño toma la mano de su padre. Es que dejemos nuestros problemas en manos de DIOS y nos arrojemos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación. Fe es que descansemos en él para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.

QUE EN TU VIDA HAYA SUFICIENTE FE PARA AFRONTAR LAS SITUACIONES DIFÍCILES, JUNTO CON LA NECESARIA HUMILDAD PARA ACEPTAR LO QUE NO SE PUEDA CAMBIAR.