miércoles, 18 de septiembre de 2013

Estatutos del hombre y de la mujer

Artículo I.
Queda decretado que ahora vale la vida, que ahora vale la verdad, y que de manos dadas trabajaremos todos por la vida verdadera.

Artículo II.
Queda decretado que todos los días de la semana, inclusive los martes más grises, tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.

Artículo III.
Queda decretado que, a partir de este instante, habrá girasoles en todas las ventanas, que los girasoles tendrán derecho a abrirse dentro de la sombra; y que las ventanas deben permanecer el día entero abiertas para el verde donde crece la esperanza.

Artículo IV.
Queda decretado que el hombre no precisará nunca más dudar del hombre. Que el hombre confiará en el hombre como la palmera confía en el viento, como el viento confía en el aire, como el aire confía en el campo azul del cielo.
Parágrafo único:
El hombre confiará en el hombre como un niño confía en otro niño.

Artículo V.
Queda decretado que los hombres están libres del yugo de la mentira. Nunca más será preciso usar la coraza del silencio ni la armadura de las palabras. El hombre se sentará a la mesa con la mirada limpia, porque la verdad pasará a ser servida antes del postre.

Artículo VI.
Queda establecida, durante diez siglos, la práctica soñada por el profeta Isaías, y el lobo y el cordero pastarán juntos y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora.

Artículo VII.
Por decreto irrevocable queda establecido el reinado permanente de la justicia y de la claridad. Y la alegría será una bandera generosa para siempre enarbolada en el alma del pueblo.

Artículo VIII.
Queda decretado que el mayor dolor siempre fue y será siempre no poder dar amor a quien se ama, sabiendo que es el agua quien da a la planta el milagro de la flor.

Artículo IX.
Queda permitido que el pan de cada día tenga en el hombre la señal de su sudor. Pero que sobre todo tenga siempre el caliente sabor de la ternura.

Artículo X.
Queda permitido a cualquier persona, a cualquier hora de la vida, el uso del traje blanco.

Artículo XI.
Queda decretado, por definición, que el hombre es un animal que ama, y que por eso es bello, mucho mas bello que la estrella de la mañana.

Artículo XII.
Decrétese que nada estará obligado ni prohibido, todo será permitido, incluso brincar con los rinocerontes y caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa.
Parágrafo único:
Solo una cosa queda prohibida: amar sin amor.

Artículo XIII.
Queda decretado que el dinero no podrá nunca más comprar el sol de las mañanas venideras. Expulsado del gran baúl del miedo, el dinero se transformará en una espada fraternal para defender el derecho de cantar y la fiesta del día que llegó.

Artículo Final.
Queda prohibido el uso de la palabra libertad, la cual será suprimida de los diccionarios y del engañoso pantano de las bocas. A partir de este instante la libertad será algo vivo y transparente como un fuego o un río, y su morada será siempre el corazón del hombre.

Mario Benedetti