lunes, 23 de febrero de 2015

La magia del entusiasmo

"Los integrantes de una humilde familia hacían lo posible por ser felices, pero como eran tiempos duros, a veces resultaba difícil. Bastaba con ver la fachada de su casa para darse cuenta de que algo no iba bien. Ya no se preocupaban por limpiar las ventanas, ni cuidar el pequeño jardín que tenían al frente. La cerca estaba totalmente desbaratada y la puerta principal ya no tenía pintura.

Un día, el hijo mayor fue al mercado y mientras estaba allí, observaba con curiosidad a la gente entusiasta que compraba. Le llamó poderosamente la atención un bello jarrón, en un pequeño puesto donde vendían artículos de segunda mano. Al verlo, entusiasmado, buscó las pocas monedas que tenía en el bolsillo; era lo justo que se requería para comprarlo, pero hacerlo significaba que se quedarían sin dinero. Pensó que no estaban para derroches, pero era tan especial… Además, a su mamá le encantaría.

El vendedor, mientras se lo envolvía, le dijo: 'Disfrútalo y cuídalo mucho, porque este jarrón es mágico'.

Y en efecto, toda la familia se entusiasmó con su compra, y nadie le reprochó que se hubiera gastado sus últimas monedas en él.

Un día, al observar la belleza del jarrón, el padre se dio cuenta de lo arruinada y descuidada que estaba la sala. Así que sin pensarlo, entusiasta, buscó la brocha y un poco de pintura que quedaba y en pocas horas dejó la habitación como nueva.

Cuando el segundo hijo vio lo bien que quedó la sala, tomó un cubo con agua y jabón y lavó todas las ventanas. Cuando el tercer hijo miró a través de estas, notó el terrible estado en el que estaba el jardín, así que cortó el césped, quitó las malas hierbas y removió la tierra.

El cuarto hijo, al ver la tierra limpia, plantó semillas. Cuando llegó el verano, la hija menor salió al jardín y notó que habían florecido las margaritas; cortó algunas y se las llevó a su madre para que las pusiera en el jarrón".

Cuando perdemos la motivación, el entusiasmo y la alegría, caemos fácilmente en un estado de abandono y apatía que se refleja en todas las áreas de nuestra vida.

La mayoría de las veces nos quedamos esperando a que alguien tome la iniciativa o que pase un evento con la suficiente fuerza como para cambiar y mejorar nuestra condición de vida, sin que tengamos que hacer algo para conseguirlo.

Nuestra felicidad no depende de lo que tenemos o de lo que todavía no hemos podido conseguir. La felicidad depende básicamente de nuestra actitud y de la forma de asumir e interpretar la vida; no se experimenta afuera, sino adentro y cada uno de nosotros puede recuperar la motivación y el entusiasmo necesarios para construir su propia felicidad.

Cuando nos sentimos a gusto con nosotros mismos, disfrutamos cada cosa que hacemos, y aceptamos y resaltamos los elementos positivos que tiene el lugar donde estamos, experimentamos la felicidad, que no es otra cosa que ese sentimiento de plenitud y de alegría interior. Cuando abrigamos sueños y trabajamos por la realización de los mismos; cuando tenemos metas, aunque estas sean pequeñas y cumplimos con ellas, atesoramos la satisfacción silenciosa de haberlas alcanzado a pesar de tantos obstáculos superados.

Muchas veces elegimos ser infelices por causa de situaciones pequeñas e intrascendentes a las que prestamos demasiada atención, permitiéndoles que nos afecten profundamente y que nos hagan perder el equilibrio y la felicidad que teníamos.

Dejemos de prestarle atención a todo aquello que se presenta en forma negativa o diferente a lo que esperábamos, tomemos la decisión de atender y mostrarle interés sólo a todo lo bueno y lo grato que nos suceda cada día, aunque sea muy pequeño; de esta manera podremos extender el bienestar y la alegría que nos permitirán superar los momentos difíciles, y disfrutar más de la vida.

Claves para retomar la vida con entusiasmo:

-Realiza tus tareas con alegría. Cuando hacemos nuestro trabajo con calidad, pasión, amor y entrega, podemos proyectar lo mejor de nosotros y conseguir los mejores resultados.

-Cambia las viejas fórmulas. Si te repites una y otra vez los mismos pensamientos negativos, si te dejas manipular creyendo que la felicidad consiste en comprar y acumular, te alejarás cada vez más de la felicidad verdadera.

-Involúcrate en nuevos proyectos. Es preciso renovar nuestra vida, llenarla de emociones y de proyectos nuevos. Siempre que te encuentres decaído y desanimado, haz algo que esté fuera de la rutina y renueva tu estado de ánimo.

-Todo, absolutamente todo puede convertirse en una actividad gratificante cuando se realiza con una actitud apropiada y el deseo de ser felices.

¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa, todo va a estar muy bien!

Autor Desconocido

jueves, 12 de febrero de 2015

¡Quiero volver a confiar!

Fui criada con principios morales comunes:

Cuando era niña, madres, padres, profesores, abuelos, tíos, vecinos eran autoridades dignas de respeto y consideración.

Cuanto más próximos o más viejos, más afecto.

Inimaginable responder maleducadamente a los más ancianos, maestros o autoridades.

Confiabamos en los adultos porque todos eran padres , madres o familiares de todos los chicos de la cuadra, del barrio, de la ciudad.

Teníamos miedo apenas de lo oscuro, de los sapos, de las películas de terror.

Hoy me dio una tristeza infinita por todo lo que perdimos.

Por todo lo que mis nietos un día temerán.

Por el miedo en la mirada de los niños, jóvenes, viejos y adultos.

Derechos humanos para criminales, deberes ilimitados para ciudadanos honestos.

No tomar ventaja, es ser idiota.

Pagar deudas al día es ser tonto... Amnistía para los estafadores...

¿Qué pasó con nosotros?

Profesores maltratados en las aulas, comerciantes amenazados por traficantes, rejas en nuestras ventanas y puertas.

Autos que valen más que abrazos,

Hijas queriendo una cirugía como regalo por pasar de año.

Celulares en las mochilas de los jovencitos

¿Qué vas a querer a cambio de un abrazo?

La diversión vale más que un diploma.

Más vale una pantalla gigante que una conversación

Más vale un maquillaje que un helado.

Más vale parecer que ser...

¡Quiero sacar las rejas de mi ventana para tocar las flores!

Quiero sentarme en la vereda y tener la puerta abierta en las noches de verano.

Quiero la honestidad como motivo de orgullo.

Quiero la rectitud de carácter,
la cara limpia y la mirada a los ojos.

Quiero la vergüenza, y la solidaridad.

Quiero la esperanza, la alegría,
la confianza

Quiero callarle la boca a quien dice:
"tenemos que estar a nivel de...", al hablar de una persona.

Abajo el "TENER", viva el "SER"

Y viva el retorno de la verdadera vida,
simple como la lluvia, limpia como un cielo de abril, leve como la brisa de la mañana!

Y definitivamente bella, como cada amanecer.

Adoro mi mundo simple y común.

Vamos a volver a ser "gente".

Construir un mundo mejor, más justo, más humano, donde las personas respeten a las personas.

¿Utopía?

¿Quién sabe?...

Hagamos el intento:

Empecemos a caminar creyendo primero y después transmitiendo este mensaje.

Nuestros hijos se lo merecen y nuestros nietos nos lo agradecerán.

Desconozco a su autor


martes, 10 de febrero de 2015

Disfrutar

La palabra disfrutar no casualmente viene de la palabra fruto.

Disfrutar quiere decir tomar del árbol de la vida sus más preciados frutos y saborearlos, saborear el hecho de vivir.

Qué estúpido sería tomarnos el trabajo de hacer crecer un árbol y después no permitirnos siquiera tomar esos frutos para sentir su sabor.

Qué idiota suena el trabajo de hacer crecer los frutos que uno nunca comerá, ni dejará para que otros coman ni regalará a nadie para que disfrute, ni pondrá a disposición de quien los precise.

A veces me resulta muy triste hablar con gente que me llama, me escribe una carta o me cruzo circunstancialmente, gente que me cuenta que se ha pasado toda la vida preparando el terreno, toda la vida aireando la tierra, toda la vida comprando abonos y fertilizantes, toda la vida consiguiendo semillas más y más sofisticadas, toda la vida viajando a buscar los fertizantes más caros, y los tutores más específicos, gente que ha gastado fortunas en planes de riego y tiempo incontable en su sacrificio personal, y ha cuidado esas plantas renunciando a muchas cosas, hasta verlas crecidas.

Gente que ahora, que encuentra esos árboles ahi, con los frutos prontos... ahora, no se anima a comer de ellos.

Qué estúpida esencia la del ser humano cuando obra de esta manera.

Qué imbécil idea de lo que es la vida, hacer crecer el fruto para luego no darse el permiso de disfrutarlo.

Qué bueno sería animarse a saber que aquello que le da sentido a la siembra es poder disfrutarla, o poder compartirla, o poder decidir cederla para que otro la disfrute...

Jorge Bucay
El Camino de la Felicidad

domingo, 8 de febrero de 2015

El miedo a morirnos

Un día, hace algunos años, conversando con varios amigos, me percaté de lo pequeño de mi familia, y todavía rodando el dolor de algunas muertes recientes, me sentí mal cuando uno de ellos me dijo:
"-debes prepararte, porque uno se va quedando solo".

Hoy agradezco estas palabras porque me permitieron comprender lo que actualmente, luego de un largo periplo, he podido hacer carne en mí.

No cabe duda que si nadie nos enseñó a qué hacer con la vida, mucho menos nos asomaron qué hacer con la muerte, no sólo con la de los que queremos, sino con la nuestra.

Nuestra cultura, ya agonizante en muchos aspectos, nos dio en respuesta a estas oscuridades, pensamientos como:

"La vida es corta, ¡vívela!,
Lo único seguro es morirse,
En la muerte todos somos iguales,
De pronto te mueres y todo se acaba".

Todos estos pensamientos te subrayan un mismo y gran pensamiento:

LA MUERTE ES LO OPUESTO A LA VIDA, y es éste el que nos esclaviza y nos mantiene en un nado continuo, rápido y directo a la muerte, por eso, bien dice Leonard Orr:

EL PROBLEMA NO ES MORIRSE, ES VIVIR MURIÉNDOSE.

LA VIDA NO TIENE OPUESTOS, es un milagro, en ella ocurren transformaciones, ciclos, vivencias, amores, desamores, etc., pero no opone a nada porque sigue .

Opuesto a la muerte es nacer, nunca la vida, porque vivir es como el mar, el cielo, el viento, ¿te has imaginado que esto desaparezca?

Nunca está inscrito en el milagro, y lo que allí se inscribe no tiene fin. Por eso no entendemos la TRANSFORMACIÓN, y la boicoteamos porque nos refiere solamente el temible reloj que nos enseñaron a temerle porque el fin se acerca.

Todo esto es una idea que desdice de la creación, del amor y del milagro. De allí que encuentres al planeta entero peleando contra el tiempo, la vejez, el deterioro, la enfermedad, al no poder, hasta deformarse en el intento y sucumbir inevitablemente al peso del fin.

Nos cuesta aceptar el encanto de los ciclos, de los cambios, la desaparición de lo viejo, por el regreso de lo nuevo. La gente vive una vida deprimida, sin sentido, resentida, pero se resiste al fin.

Porque en el fondo de todas estas ideas mortuorias, nuestra alma sabe la verdad, pero al no hacerla consciente, no la vive con calidad.

La llamada muerte es una forma de transformación del ciclo de nacer, la vida continúa. Por eso en este instante, mientras lees, toma contacto con alguien que se haya transformado en tu vida, de quien que no tengas su presencia, deja que te toque, que te abrace, siente su calor; en este instante ese ser está vivo en ti.

Por eso, para contactar la vida, sólo hace falta el amor.

No trato de elaborar un tratado filosófico acerca de la muerte o de la vida, simplemente, la que nos vendieron, no nos ha servido, por eso nuestro gran alivio ha sido matar, desaparecer, alejar, dar la espalda, negar, señalar o discriminar.

Y así, tenemos la ilusión de desaparecer a alguien o a algo, y creemos que el problema no está, cuando éste seguirá llamando nuestra atención y envenenando nuestro corazón.

El miedo a morir sólo forma parte de la idea de fin, de la ignorancia del proceso y del no permitirse el disfrute de la transformación, mientras no abramos las cortinas de la vida, seguiremos perseguidos por el dolor, la deformación, el deterioro y la inevitable oscuridad; por todo esto, les invito a dar un sentido grito de alivio:

¡DÉJENME VIVIR!

Desconozco su autor


miércoles, 4 de febrero de 2015

El cuento de las arenas

Un río, desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al fin alcanzó las arenas del desierto.

Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaba a éstas. Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin embargo, no había manera.

Entonces una recóndita voz, que venía desde el desierto mismo le susurró: "El Viento cruza el desierto y así puede hacerlo el río" El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y ésa era la razón por la cual podía cruzar el desierto.

"Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo no lograrás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hacia tu destino"

-¿Pero cómo esto podrá suceder?

"Consintiendo en ser absorbido por el viento".

Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad. "Y, una vez perdida ésta, ¿cómo puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?"

"El viento", dijeron las arenas, "cumple esa función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río"

-¿Cómo puedo saber que esto es verdad?

"Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río."

-¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?

"Tú no puedes en ningún caso permanecer así", continuó la voz. "Tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial."

Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él ¿cuál sería?, había sido transportado en los brazos del viento.

También recordó --¿o le pareció?-- que eso era lo que realmente debía hacer, aún cuando no fuera lo más obvio.

Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas pero muchas millas más lejos.

Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia.

Reflexionó: "Sí, ahora conozco mi verdadera identidad". El río estaba aprendiendo pero las arenas susurraron:

"Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto día tras día, y porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas del río hasta la montaña"

Y es por eso que se dice que el camino en el cuál el Río de la Vida ha de continuar su travesía está escrito en las Arenas.

©Awad Afifi