domingo, 6 de enero de 2013

La Felicidad es Actitud

La Felicidad no es un objetivo,
es una Actitud.

¿Cuándo afirmas que eres feliz? ¿o que te sientes feliz?
Cuando sientes que eres tú mismo; cuando ves materializado aquéllo que deseas de corazón ver en tu vida; cuando sientes Paz; cuando no hay miedo, inquietud, inseguridad...
En definitiva, cuando tu esencia, tu yo interior, está siendo manifestado hacia el exterior.

Por lo tanto, la Felicidad
SIEMPRE ESTÁ LATENTE
PRESENTE, EXISTENTE.
Forma parte de tu existencia.

¿Y entonces?

La Felicidad es tu actitud más honesta y transparente, siempre latente en tu Vida.
Es
COMO EL SOL
Siempre brillando, siempre existente, siempre trabajando, siempre brillando...
pero desde la manifestación material, desde la Tierra,
ocurre que frecuentemente se forman nubes que cubren ese Sol, que se vuelve
lejano a nuestra diminuta visión.
Estas nubes en ocasiones son blancas y hermosas, otras oscuras, otras están
cargadas de electricidad, otras hacen ruido, otras arrasan con nuestros frutos conseguidos,
otras sólo miran de pasada durante una hora para luego desaparecer.
Eso sí, nunca las nubes tendrán otra voluntad que la de seguir con el ciclo natural de
CONSTANCIA, EQUILIBRIO, TEMPLANZA,
FERTILIDAD, APRENDIZAJE, CRECIMIENTO...
nubes que han sido formadas por ese mismo Sol que ocultan.

La Felicidad, nuestro Ser,
crea sus propios obstáculos, sus pruebas, sus lecciones,
para regarnos, fertilizarnos, hacernos crecer...
La base del conocimiento que se requiere para superar esas pruebas
es saber que
EL SOL SIEMPRE ESTÁ BRILLANDO,
AUNQUE LAS NUBES LO OCULTEN TEMPORALMENTE.
Que la calma será brisa fresca si sabemos aceptar esa lluvia, esa tormenta,
granizada o nevada.

La Felicidad no es una meta,
sino el camino, la Actitud original.
Buscamos lo que está más cerca que nuestros pies, nuestras manos,
que nuestra propia respiración.

Dónde está el Sol en la imagen, dónde la difuminada atmósfera,
dónde las nubes, la niebla... y dónde queda el suelo que pisamos...
Una vez alzados, desapegados, desde la tercera persona objetiva,
vemos la realidad de un esquema de correspondencia
"lo que es arriba es abajo"
"observado el macrocosmos, observado el microcosmos"


Autor:
francesc.rf (Devael)



La mística femenina.


Si puedes encontrar la llave para abrir la puerta de la mística de lo femenino, has abierto la puerta de la existencia. Todo el mundo tiene que pasar por esa puerta sin tensión, equilibrado, satisfecho, contento –ese es el secreto del ser femenino.

Cuando digo esto, existen dos posibilidades de malentendidos: las mujeres pueden interpretarlo mal y creer que no pueden hacer nada; los hombres pueden comprenderlo mal y pensar que esto no es para ellos. No; es para ambos. Pero recuerda… las mujeres no son puras, han perdido su mística femenina. Tienen que volver a conseguirla. Desde luego para ellas será más fácil conquistarla que para los hombres, no creas que un hombre como Lao Tse no es para ti –es particularmente para ti, de lo contrario seguirás alejándote cada vez más de la existencia y del éxtasis de la vida. Todo el mundo tiene que regresar a la madre; esa es la mística femenina.

El hombre es como una roca y la mujer es como el agua. Cuando el agua cae sobre las rocas, la roca desaparece, antes o después se convierte en arena. Es sólo una cuestión de tiempo. En el primer contacto del agua con la roca es tan fuerte y el agua tan suave, que lógicamente nunca puedes imaginar que un día el agua seguirá estando allí. Esto es lo que Lao Tse llama “el camino de la corriente de agua” –la fuerza de lo femenino.

La energía masculina es la del hacha, la del leñador. ¿Has observado a un leñador cortando leña? Esa es la energía de lo masculino: destructiva, agresiva, violenta.

La energía femenina es como la de un surfista. Lo masculino en lugar de fluir con la vida lucha contra ella; lo femenino se deja llevar por ella, nada con ella, no lucha contra ella. Lo femenino es maleable y tiene flexibilidad, es más líquido.

Osho

El río interior

Unas tras otras, las gotas van cayendo. Nada parece transformarse. El goteo es casi imperceptible. El cansancio y la desolación dicen presente. El paisaje desértico de esperanzas crea la falsa ilusión de que nada va a cambiar. El vacío interior se agiganta. Las gotas siguen cayendo. Expanden su vibración. La mente sostiene que todo está perdido. El corazón no se deja engañar, escucha cómo las gotas continúan brotando y ríe de felicidad. Su sabiduría le anuncia que el río está emergiendo. Libere sus compuertas. Ayude a que el agua corra. Sume para que el río de la conciencia espiritual irrumpa y limpie el valle de lágrimas que embarra nuestros pies.
Las gotas son todas aquellas cosas que nos ayudan a ser más humanos y nos permiten armonizar con la existencia. Los buenos actos son gotas. Las caricias son gotas. Los pensamientos positivos son gotas. Los abrazos, las palabras de aliento, los rostros felices... Gotas... Las acciones con conciencia, las oraciones, las meditaciones, la ayuda desinteresada, los gestos de sensibilidad... Gotas... El saber compartir, aprender a valorar, el respeto por uno mismo.... Gotas... La fe, la humildad, la confianza, la esperanza, el amor... Gotas... Todas son gotas que reflejan una nueva humanidad. Son gotas que acrecientan y vivifican el río de la conciencia espiritual que está transformando la vibración del planeta.
El futuro nace del presente. Nuestras decisiones de hoy co-crean nuestro mañana. Si en nuestra cotidianidad sólo sembramos discordia, odio, pesimismo, sufrimiento y frustración ¿qué cree que cosecharemos? Sus gotas, aunque parezcan simples, aunque las perciba insignificantes o débiles, hacen la diferencia. Son como semillas crísticas que aportan transformación. Irradia luz. Ayudan a que el futuro no se manifieste de manera desalmada.
Fluir con esta corriente, que conduce al océano de la existencia, entraña desafíos que nos permiten crecer y nos impulsan a continuar evolucionando. Implica aventurarse en terrenos desconocidos. El río nos invita a desaprender para seguir aprendiendo, porque sólo lo que se vacía puede volver a llenarse. Sus piedras no son dificultades, sino oportunidades disfrazadas que nos ayudan a elevar.
¿Comprende lo que le estoy diciendo o simplemente piensa que se trata de palabras armónicamente entrelazadas para que puedan sonar bien? Sepa que las casualidades no existen. Si usted está leyendo esta nota es porque su espíritu necesitaba recordar.
No permita que estas frases queden sólo en el plano mental. Tírese al agua. Arriésguese. Cuando se sumerja en este río de conciencia verá cómo las vivencias se transforman en maestras multidimensionales que le ayudarán a experimentar una realidad que transformará su vida.
Existen innumerables formas de contribuir a que este incipiente caudal se torne aún más cristalino. Si nos animamos a reconocer nuestro lado más oscuro, si trascendemos nuestras limitaciones y transmutamos los miedos que nos mantienen cautivos ya estamos ayudando. Lo mismo si ponemos conciencia en cada uno de nuestros actos y desplegamos, sin reservas, nuestro potencial para materializar una realidad que esté acorde con lo más puro de nuestro ser.
¿Por qué se preocupa tanto? Haga lo que haga, los demás siempre hablarán. Recuerde que a este mundo vino solo y se irá del mismo modo. Absolutamente solo. Rompa la careta social, tírela. Deje que su ser interno lo guíe y lo instruya. Escuche la voz que emana desde el centro de su pecho. Siga sus consejos, son inmaculados. No importa que algunas personas se le rían en la cara y lo desacrediten. Muchos disfrazan de ese modo el temor que les provoca el cambio. No saben lo que hacen. El tiempo les mostrará quién terminó riendo último.
Vamos... Anímese. Juegue. Suéltese. Disfrute. Recupere su inocencia. Mire a la vida con ojos nuevos. Explore su interior. Conózcase. Restablezca su vínculo con la naturaleza. Aliviane su mochila. Expanda su divinidad. Despierte. Redescubra su magia interna. Equilíbrese. Ayúdese a cambiar. Permítase soñar. Sáquele el polvo a sus talentos. Multiplique sus dones. Respete su sentir. Empiece a sanar. Viva.
No se distraiga. Preste atención. Sienta cómo el río de la conciencia late con cada pensamiento de luz que recorre su cuerpo. El agua renueva y purifica. Inhale su perfume, es pulsión de vida. Observe con el corazón y comprobará que no existen las divisiones. El río se compone de millones y millones de gotas que danzan en la unidad, más allá de todo ego.
Transforme su desierto. No deje que sus gotas se esfumen bajo el sol abrasador de la indiferencia y el desgano. Viértalas en el río de la existencia. Cierre sus ojos y facilite que el murmullo de las aguas guíe sus pasos. Descubra que nunca puede encontrar afuera lo siempre estuvo dentro. Sí, ya lo sabía, es cierto. Simplemente lo había olvidado. El río está en su interior.
Permita que el agua corra. Derrumbe sus compuertas. No tema. Abra su corazón de par en par. Deje que el agua penetre y lave sus heridas. Renazca. La existencia, agradecida: una gota más.

Esté donde esté. Tenga la edad que tenga. Viva como viva. Sepa que puede cambiar su mundo. Puede transformar su realidad. La magia interna existe. Modificar el rumbo sólo requiere de una simple cuestión de actitud que abre las puertas a una nueva percepción sobre la vida. La felicidad y la alegría dicen presente si uno se anima a fluir con la existencia, si uno tiene la osadía de abrir su corazón. Somos responsables de nuestros actos. Ningún mortal puede arrebatarnos el derecho de volar hacia la luz y de co-crear un mundo más humano, sensible y armónico, donde el sentir no sea una utopía y el amor reine para siempre.
No sería novedad que algunos de los que lean estas líneas me crean un desquiciado, al que sería bueno internar. Así es como piensan los muertos. ¿Qué muertos? Los que tienen sus mentes encofradas en la codicia y no dejan que sus corazones florezcan. Es cierto que usted los ve desenvolverse dentro de la sociedad, ocupando diferentes roles y actividades, pero no se deje engañar... están muertos. Son cuerpos que caminan, respirando inconciencia, hacia una tumba que les dará la ilusión de que han vivido.
Los muertos en vida son fáciles de identificar. Viven aparentando. Aparentan amar, aparentan ser felices, aparentan vivir, aparentan saber, aparentan disfrutar. Sólo aparentan. Palabras como acumular, estatus, poder, dinero y prestigio son una constante en sus bocas rígidas, que ya no recuerdan cómo era sonreír. Ellos son los maestros de la confusión. Son los que nos quieren hacer cree que no es más feliz el que menos necesita, sino el que más tiene. Muertos son también los que abusan del alcohol y de las drogas para sentirse vivos. Los que explotan a los demás para creerse importantes. Los que hacen de su imagen un culto. Los que no se animan a vivir su propia vida. Los que le temen al cambio. Los que no se animan a crecer. Muertos. Están muertos.
Morir puede que parezca una cuestión que está relacionada con el tiempo, sin embargo es más que nada una actitud hacia la vida. La clave está en poder sentir, pero para eso hay que dar un paso previo: abrir el corazón. Si lo logra, si se permite sentir, su percepción del mundo cambiará. Nacerá de nuevo. La vida estallará en mil colores, aromas y sonidos. Verá la divinidad manifestarse en todos y en todo. Su ser interno danzará dentro de un mar de inexplicables sensaciones nuevas. Conocerá la dicha de estar vivo. La bienaventuranza besará sus labios.
Es cierto que desde el punto de vista objetivo usted seguirá inmerso en la misma realidad. Las paredes de su casa serán las mismas, tendrá los mismos vecinos, continuará conduciendo el mismo auto, etc; la diferencia estará dentro suyo. Usted ya no será el mismo. Verá con ojos nuevos. Obtendrá profundidad y sensibilidad. Su mundo se vestirá de fiesta. Será una celebración constante, porque aprenderá a reconocer cuáles son las cosas que verdaderamente importan. Se sentirá un privilegiado.
Puede que parezca simple, pero sentir no es tan sencillo como parece. La coraza interna que en su momento fue funcional, porque nos ayudó a no sufrir y a soportar los golpes del destino, asfixia cuando uno intenta dar los primeros pasos de apertura. Recién ahí, uno toma verdadera conciencia del grosor de la armadura y reconoce que para sentir hay que tener la valentía de volverse vulnerable.
No existen fórmulas matemáticas para el desarme. Sólo puedo sugerirle que apague el ruido de su mente. Escuche. Hay una voz en su interior que le implora que cambie. No tema. Nunca es tarde. Déjese guiar por la intuición. Abandone la vergüenza. Acabe con la monotonía. Trascienda la rutina. Acérquese a un árbol, abrácelo. Huela una flor. Contemple un atardecer. Exprese sus sentimientos. Sea agradecido. Comparta. Disfrute. Libere sus emociones. Cante. Haga ejercicios. Expanda su luz. Deje que su imaginación despegue. Pinte. Haga lo que sienta, sin importar si lo critican. No puede darse el lujo de pasar por esta vida sin sentir.
A veces consideramos que al mundo lo hacen los otros, que la realidad es algo que se mira por televisión, porque nuestros trabajos no son significativos y nuestras acciones parecen irrelevantes. Mentiras. Simples creencias. Todos somos los constructores de esta realidad.
Gestos, palabras, actos, miradas, hechos, pensamientos… cada paso que damos construye, y muchas veces destruye. Por eso, vuélvase consciente. Despierte. Abra su corazón. Sienta por primera vez. Viva. Su mundo puede cambiar. 

JULIO ANDRES PAGANO