Si meditas, tarde o temprano, vas a encontrarte con el amor. Si meditas profundamente, tarde o temprano, vas a empezar a sentir un amor tremendo que emana de ti que jamás habías conocido, una nueva cualidad de tu ser, una nueva puerta que se abre. Te convertiste en una nueva llama y ahora lo quieres compartir.
Si amas profundamente, de a poco, vas a darte cuenta de que tu amor se vuelve más y más meditativo. Una cualidad sutil de silencio está entrando en ti. Los pensamientos van desapareciendo, van surgiendo espacios… ¡Silencios! Estás tocando tu propia profundidad.
El amor te hace meditativo si está en la dirección justa. La meditación te hace amoroso si está en la dirección justa. Quieres un amor que nazca de la meditación, no de la mente. Ese es el amor del que hablo continuamente.
Millones de parejas en todo el mundo viven “como si” hubiera amor. Viven en un mundo de “como si”… por supuesto, ¿cómo van a estar contentos? Si están drenados de toda energía. Tratan de conseguir algo de un amor que es falso y que no puede cumplir con lo que prometió. Por eso la frustración, por eso el aburrimiento continuo, las quejas constantes, las peleas entre los amantes. Las parejas tratan de alcanzar algo imposible: hacer que su relación amorosa sea eterna y eso no puede ser. Surgió de la mente y la mente no puede darte ningún vislumbre de lo eterno.
Primero, entra en la meditación, porque el amor va a surgir de la meditación, es la fragancia de la meditación... la meditación es la flor, el loto de los mil pétalos. Deja que se abra, deja que te ayude a desplazar en la dimensión de lo vertical, de la no-mente, del no-tiempo y, de repente, vas a ver que la fragancia está ahí. Entonces, es eterna, es incondicional... entonces, ni siquiera está dirigido a alguien en particular. No puede estar dirigido a nadie en particular. No es una relación, es más bien una cualidad que te rodea. No tiene nada que ver con lo otro. Tú eres amoroso, tú eres el amor; entonces, es eterno. Es tu fragancia. Existió alrededor de un Buda, alrededor de un Jesús, es una clase de amor totalmente diferente; es cualitativamente diferente.
Osho
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