En una encuesta realizada a miles de mujeres en 10 países, solo 2% de las mujeres respondieron que se sentían hermosas. Esto deja un interrogante, ¿es que hay pocas mujeres hermosas en el mundo o es que nuestras percepciones sobre nosotras son muy poco positivas? Iría bien reflexionar al respecto…
Queremos lucir guapas, atractivas, llamar la atención, nos valoramos por nuestro aspecto físico, por la manera en que lucimos… Este puede parecer un hábito muy común y natural sobre todo entre las mujeres, pero ¿qué pasa cuando no estás contenta con tu apariencia física? ¿Qué pasa cuando crees que estás muy gorda, que no eres lo suficientemente guapa, lo suficientemente alta, lo suficientemente atractiva? ¿Cómo te hace sentir esto? Seguramente no muy bien. Si este es tu caso, sigue leyendo, tengo buenas noticias para ti.
En lugar de darte los últimos tips de belleza, o recetas para verte más bella y atractiva te voy a animar a que seas feliz tal como eres, ahora. Sí, como lo estás leyendo… no hay nada que cambiar, no hay nada que “mejorar” en ti, no hay nada malo en ti, eres bella y perfecta tal como eres y son tus creencias sobre lo contrario lo que pueden hacerte la vida difícil… Y no estoy diciendo que no cambies aspectos en ti si lo deseas, lo que te digo es que revises los motivos que te llevan a querer cambiar si no te gustas tal como eres.
Empieza por prestar atención a los pensamientos que rondan tu mente, cuando te dices que estás gorda, deberías ser más alta, tener la nariz recta… Algunos pensamientos habituales pueden ser: “No soy lo suficientemente buena tal como soy”, “Me tengo que parecer a los demás para gustar”, “Si luciera como esa modelo sería feliz”, “Si estuviera más delgada sería feliz”, “Necesito gustarle a los demás para sentirme bien conmigo misma”, “Necesito la aprobación y admiración de los demás”… Estos pensamientos que pueden parecer “verdades irrefutables”, pueden hacerte sentir muy mal e impedirte justamente eso que quieres, ser feliz. Una vez que has identificado las principales creencias, cuestiónalas para que puedas descubrir cuál es la verdad. Puedes usar diversas técnicas para trabajar con tus creencias, la que yo recomiendo son unas simples preguntas, inspiradas por Byron Katie, autora del Bestseller “Necesito tu amor, ¿es verdad?” (en inglés).
Por ejemplo, cuestionemos la creencia “Necesito que me consideren hermosa para sentirme bien conmigo misma”
¿Puedes saber que es verdad con absoluta certeza que necesitas que los demás te consideren hermosa para sentirte bien?¿Alguna vez te lo has cuestionado?
¿Cómo te sientes y actúas cuando crees que necesitas que los demás te consideren hermosa para sentirte bien? Nótalo. Seguramente insegura, ansiosa, presionada por lucir bella. Te lleva a compararte constantemente, a querer lucir como otras, y “mejorarte” para encajar en los estereotipos de belleza, te criticas y te haces sentir como si algo no estuviera bien contigo. Puede que te aísles, te retraigas. No puedes disfrutar de ser quien eres ni de tu vida, porque estás demasiado pendiente de lo que los demás piensan de ti.
¿Cómo te sentirías y actuarías si no tuvieras el pensamiento de que necesitas que te consideren hermosa? Quizás te quitarías un peso de encima, te relajarías en la presencia de otras personas, no estarías pendiente de la opinión de los demás, te sentirías más libre para pasarla bien, para disfrutar, para ser tú.
Si has respondido a las preguntas con honestidad quizás has podido comprobar que tu estado de ánimo varía con el pensamiento y sin él. Con el pensamiento hay ansiedad, tensión, estrés y sin el pensamiento hay más disfrute, más libertad para ser tú. ¿Puedes notar como tu bienestar no depende de la opinión de los demás, si no de las creencias que tienes en este momento? Y esto es una buena noticia, porque no puedes controlar lo que los demás opinen de ti, pero sí como te sientes al respecto y esta es una gran liberación.
Byron Katie también recomienda invertir el pensamiento original, esto nos permitirá ampliar la mente y ver opciones que no habíamos visto antes. Hay varias maneras de hacerlo.
Por Sandra Iozzelli
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