sábado, 5 de octubre de 2013

Para todos los días

DIOS...concédeme SERENIDAD para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
VALOR para cambiar aquellas que puedo, y SABIDURÍA para reconocer la diferencia.

SERENIDAD... Debemos intentar cada día entender, que hay cosas que no podemos cambiar. Sólo podemos cambiar cada uno de nosotros, sembrando el bien, siendo
solidarios con quienes sufren, trabajando en la construcción de un mundo de
paz. No debemos dejarnos llevar por el desaliento o el rencor... debemos asumir el camino correcto con perseverancia, esperanza, amor y fe, aceptando con serenidad que a lo largo de nuestro camino, continuaremos observando cosas que no podemos cambiar.

VALOR... para enfrentar y cambiar nuestras propias imperfecciones. Para defender nuestras creencias, valores y principios, para ser transparentes y auténticos, aunque de este modo seamos más vulnerables, para soportar y entender las injusticias propias y ajenas. Valor para perdonarnos y perdonar. Valor para seguir amando... A pesar de todo. Necesitamos valor frente a las adversidades y los problemas cotidianos, enfermedad, pérdida de seres queridos, incomprensiones, rechazos, pérdida de nuestra fuente laboral, en fin, tantas otras.

SABIDURÍA... la que solo encontrarás, silenciando tu mente y escuchando tu corazón. Sólo allí, encontrarás las respuestas a tus inquietudes y reflexionarás con tranquilidad.

Desconozco a su autor


martes, 1 de octubre de 2013

Creer en uno mismo

Para poder desarrollarnos y conducirnos a un auténtico compromiso con la vida, lo primero que se hace indispensable es creer en uno mismo...

Todos los seres humanos somos una amalgama de fortalezas y debilidades, pero no se puede dividir al ser humano en un sistema de cualidades y defectos.

“Para poder amar a otros es necesario amarse a sí mismo, pues sólo se puede dar a los demás lo que uno mismo tiene".

En la medida en que te conozcas a ti mismo, podrás conocer a otros; Todos debemos entender que lo más importante es percibir nuestras propias potencialidades y destacarlas.
Una adecuada evaluación no debe confundirse con una concepción de soberbia y superioridad de nosotros mismos, sino todo lo contrario, nos debe dar mayor humildad y responsabilidad.

Desconozco a su autor
Fuente: EPYA

jueves, 26 de septiembre de 2013

Humildad

Caminaba con mi padre,
cuando él se detuvo en una curva
y después de un pequeño silencio me preguntó:

- Además del cantar de los pájaros,
¿escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después
le respondí:

-Estoy escuchando el ruido de una carreta...
-Eso es, dijo mi padre. Es una carreta vacía.

Pregunté a mi padre:

¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la vemos?

Entonces mi padre respondió:

Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido.
Cuánto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna,
presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: "Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace".

La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas.

Y recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero.

"Nadie está más vacío, que aquel que esta lleno del Yo mismo. Seamos lluvia serena y mansa que llega profundamente a las raíces, en silencio: nutriendo". 


Desconozco a su autor


miércoles, 18 de septiembre de 2013

Estatutos del hombre y de la mujer

Artículo I.
Queda decretado que ahora vale la vida, que ahora vale la verdad, y que de manos dadas trabajaremos todos por la vida verdadera.

Artículo II.
Queda decretado que todos los días de la semana, inclusive los martes más grises, tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.

Artículo III.
Queda decretado que, a partir de este instante, habrá girasoles en todas las ventanas, que los girasoles tendrán derecho a abrirse dentro de la sombra; y que las ventanas deben permanecer el día entero abiertas para el verde donde crece la esperanza.

Artículo IV.
Queda decretado que el hombre no precisará nunca más dudar del hombre. Que el hombre confiará en el hombre como la palmera confía en el viento, como el viento confía en el aire, como el aire confía en el campo azul del cielo.
Parágrafo único:
El hombre confiará en el hombre como un niño confía en otro niño.

Artículo V.
Queda decretado que los hombres están libres del yugo de la mentira. Nunca más será preciso usar la coraza del silencio ni la armadura de las palabras. El hombre se sentará a la mesa con la mirada limpia, porque la verdad pasará a ser servida antes del postre.

Artículo VI.
Queda establecida, durante diez siglos, la práctica soñada por el profeta Isaías, y el lobo y el cordero pastarán juntos y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora.

Artículo VII.
Por decreto irrevocable queda establecido el reinado permanente de la justicia y de la claridad. Y la alegría será una bandera generosa para siempre enarbolada en el alma del pueblo.

Artículo VIII.
Queda decretado que el mayor dolor siempre fue y será siempre no poder dar amor a quien se ama, sabiendo que es el agua quien da a la planta el milagro de la flor.

Artículo IX.
Queda permitido que el pan de cada día tenga en el hombre la señal de su sudor. Pero que sobre todo tenga siempre el caliente sabor de la ternura.

Artículo X.
Queda permitido a cualquier persona, a cualquier hora de la vida, el uso del traje blanco.

Artículo XI.
Queda decretado, por definición, que el hombre es un animal que ama, y que por eso es bello, mucho mas bello que la estrella de la mañana.

Artículo XII.
Decrétese que nada estará obligado ni prohibido, todo será permitido, incluso brincar con los rinocerontes y caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa.
Parágrafo único:
Solo una cosa queda prohibida: amar sin amor.

Artículo XIII.
Queda decretado que el dinero no podrá nunca más comprar el sol de las mañanas venideras. Expulsado del gran baúl del miedo, el dinero se transformará en una espada fraternal para defender el derecho de cantar y la fiesta del día que llegó.

Artículo Final.
Queda prohibido el uso de la palabra libertad, la cual será suprimida de los diccionarios y del engañoso pantano de las bocas. A partir de este instante la libertad será algo vivo y transparente como un fuego o un río, y su morada será siempre el corazón del hombre.

Mario Benedetti


viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Qué es el amor?

Fíjate en la rosa: 
puede acaso decir la rosa: 'Voy a ofrecer mi fragancia a las buenas personas y negársela a las malas'?

¿O puedes tú imaginar una lámpara que niegue sus rayos a un individuo perverso que trate de caminar a su luz?

Sólo podría hacerlo si dejara de ser una lámpara.

Observa cuán necesaria e indiscriminadamente ofrece el árbol su sombra a todos, buenos y malos, jóvenes y viejos, altos y bajos, hombres y animales y cualesquiera seres vivientes... incluso a quien pretende cortarlo y echarlo abajo.

Ésta es, pues, la primera cualidad del amor: su carácter indiscriminado.

Por eso se nos exhorta a que seamos como Dios,
'que hace brillar su sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos; sed, pues, buenos como vuestro Padre celestial es bueno'.

Contempla con asombro la bondad absoluta de la rosa, de la lámpara, del árbol... porque en ellos tienes una imagen de lo que sucede con el amor.

¿Cómo se obtiene esta cualidad del amor?
Todo cuanto hagas únicamente servirá para que tu amor sea forzado, artificial y, consiguientemente, falso, porque el amor no puede ser violentado ni impuesto. No hay nada que puedas hacer. Pero sí hay algo que puedes dejar de hacer.

Observa el maravilloso cambio que se produce en ti cuando dejas de ver a los demás como buenos y malos, como justos y pecadores y empiezas a verlos como inconscientes e ignorantes.

Debes renunciar a tu falsa creencia de que las personas pueden pecar conscientemente. Nadie puede pecar 'a conciencia'. En contra de lo que erróneamente pensamos, el pecado no es fruto de la malicia, sino de la ignorancia. '

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen...'
Comprender esto significa adquirir esa cualidad no discriminatoria que tanto admiramos en la rosa, en la lámpara, en el árbol...

La segunda cualidad del amor es su gratuidad.

Al igual que el árbol, la rosa o la lámpara, el amor da sin pedir nada a cambio.

¡Cómo despreciamos al hombre que se casa con una mujer, no por las cualidades que ésta pueda tener, sino por el dinero que aporta como dote...!

De semejante hombre decimos, con toda razón, que no ama a la mujer, sino el beneficio económico que ésta le procura.

Pero ¿acaso tu amor se diferencia algo del de ese hombre cuando buscas la compañía de quienes te resultan emocionalmente gratificantes y evitas la de quienes no lo son; o cuando te sientes positivamente inclinado hacia quienes te dan lo que deseas y responden a tus expectativas, mientras abrigas sentimientos negativos o mera indiferencia hacia quienes no son así?

De nuevo, sólo necesitas hacer una cosa para adquirir esa cualidad de la gratuidad que caracteriza al amor:

abrir tus ojos y mirar.

El simple hecho de mirar y descubrir tu presunto amor tal como realmente es, como un camuflaje de tu egoísmo y tu codicia, es esencial para llegar a adquirir esta segunda cualidad del amor.

La tercera cualidad del amor es su falta absoluta de auto-conciencia, su espontaneidad.

El amor disfruta de tal modo amando que no tiene la menor conciencia de sí mismo.

Es lo mismo que ocurre con la lámpara, que brilla sin pensar si beneficia o no a alguien; o con la rosa, que difunde su fragancia simplemente porque no puede hacer otra cosa, independientemente de que haya o deje de haber alguien que disfrute de ella; o con el árbol que ofrece su sombra...

La luz, la fragancia y la sombra no se producen porque haya alguien cerca, ni desaparecen cuando no hay nadie, sino que, al igual que el amor, existen con independencia de las personas.

El amor, simplemente, es, sin necesidad de un objeto.

Y esas cosas (la luz, la sombra, la fragancia) simplemente, son, independientemente de que alguien se beneficie o no de ellas.

Por tanto, no tienen conciencia de poseer mérito alguno o de hacer bien.

Anthony de Mello

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El dolor es un maestro

El dolor en sí mismo no es un mal que tengamos que evitar a toda costa. El dolor es un maestro que nos puede enseñar muchas cosas.

El dolor nos instruye, nos dice que cambiemos, que dejemos de hacer una cosa y emprendamos otra, que dejemos de pensar en cierta forma y empecemos a pensar en forma diferente.

Y cuando nos negamos a escuchar al dolor y a sus enseñanzas, lo único que nos queda es convertirnos en escapistas. Efectivamente, lo que decimos es: no voy a escuchar, no voy a aprender, no voy a cambiar.

Las personas abiertas y que van creciendo no toman a regañadientes la pedagogía del dolor y buscan el cambio. Intentan respuestas y correcciones adecuadas.

Los otros no escuchan las enseñanzas del dolor. Se contentan con establecerse y vivir con el 10 % de su potencial humano. Se contentan con morir, sin haber realmente vivido.

Mediante las verdaderas y permanentes relaciones del amor, podemos recobrar la aceptación de nosotros mismos, la realización de lo que valemos. Si poseemos estas dos cualidades, todo lo demás se irá desplazando en dirección del crecimiento, por el sendero de la paz.

Cuando faltan el amor y el sentido del valor personal, lo único que queda es una existencia parcial.

Y así solo podremos lograr una fracción de lo que pudimos haber logrado y sido. La Gloria de Dios que consiste en que la persona viva plenamente, habrá quedado recortada.

Aprendamos del dolor.

J. Powell

martes, 10 de septiembre de 2013

El diamante

El sanyasi había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo el árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:

—¡La piedra! ¡La piedra! ¡Dame la piedra preciosa!

—¿Qué piedra, preguntó el sanyasi.

—La otra noche se me apareció en sueños el Señor Shiva, dijo el aldeano, y me aseguró que si venía al anochecer a las afueras de la aldea encontraría a un sanyasi que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre.

El sanyasi rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra.

—Probablemente se refería a ésta, -dijo mientras entregaba la piedra al aldeano- La encontré en un sendero del bosque hace unos días. Por supuesto que puedes quedarte con ella.

El hombre se quedó mirando la piedra con asombro. ¡Era un diamante! Tal vez el mayor diamante del mundo, pues, era tan grande como la mano de un hombre.

Tomó el diamante y se marchó. Pasó la noche dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir. Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al sanyasi y le dijo:

—Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante.

Anthony de Mello