“El protagonista de esta fábula es un ciervo perfeccionista que se deleita contemplando su reflejo en un hermoso y cristalino manantial. Prendado de la belleza de su cornamenta y de sus preciosas ramificaciones, se lamenta, sin embargo, de que los Dioses no le hayan concedido unas extremidades más bellas y proporcionadas. ¡Qué tristeza más profunda le embriaga al contemplar sus largas, delgadas y huesudas patas¡
Mientras el ciervo continúa lamentándose de su “imperfección”, ve venir a un lobo fiero y para evitar ser devorado parte presto y ligero hacia el espeso bosque. Pero, ¡ay maldición¡ sus lindos y curvilíneos cuernos le juegan una mala pasada: se enredan entre las ramas y lo atrapan en la maleza. Cuando todo parece presagiar que va a caer en las garras de su temible atacante, gracias a sus delgadas, elásticas y “feas” patas, consigue escapar –raudo y veloz- de una muerte anunciada.”
Como el ciervo de esta fábula, muchas personas son incapaces de identificar la grandeza, la importancia y la belleza de lo que ya tienen, simplemente porque están cegad@s por un ideal inalcanzable de perfección.
Podemos mejorar, pero no ser tan alt@, tan delgad@, tan guap@, tan simpátic@ como nos gustaría, no significa que restemos valor a otras cualidades realmente importantes que si tenemos. Reflexiona un momento sobre esto: ¿qué es lo realmente importante para ti?
Así es, a menudo nos dejamos impresionar por las “virtudes de otros" y nos olvidamos que nosotros tenemos el mismo valor que cualquiera…
Parece que debemos seguir los estándares que socialmente nos marcan, quizás por modas o por otros intereses económicos o de cualquier otra índole, y si no es así, somos “bichos raros”.
Y no sólo eso, además, esas “virtudes” que anhelamos, sean posiblemente virtudes superficiales, insignificantes y objetivamente sin ninguna importancia para nuestro desarrollo personal, nuestro éxito en la vida y los más importante para nuestra felicidad.
¡Deseamos lo que no tenemos¡, es cierto, esto forma parte de nuestros pensamientos, pero no es que seamos así, en realidad lo que ocurre es que socialmente y culturalmente se fomenta este tipo de creencia…, desde niñ@s nos inundan con mensajes publicitarios, en los que nos encasillan en un determinado modo de comportamiento, así nos guían para comprar determinada ropa, determinado calzado deportivo, determinado perfume, determinado vehículo…, ¿o crees qué lo que más y mejor se publicita es lo mejor para nosotros?
Este negativo hábito de infravalorarnos, nos impide ver lo realmente importante de nosotros: ¡nuestra autenticidad, somos únic@s e irrepetibles¡
No te olvides nunca de esto: “No somos iguales a nadie, somos especiales, somos únic@s e irrepetibles y ese es nuestro verdadero valor…”
Francisco Lutzardo
Personal Coaching
E-mail: flutzardo@gmail.com
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