sábado, 22 de diciembre de 2012

Liberar el enfado de forma saludable

La vida para muchos de nosotros no ha sido fácil, cada uno de nosotros ha pasado por diferentes situaciones, algunas de dolor, otras de enfermedad, otros han experimentados perdidas económicas o pérdidas emocionales y son estas pérdidas las que hacen que en nuestra vida se llegue a perder también el control. Y cuando perdemos el control, somos capaces de hacer daño a las personas de nuestro entorno.

Hay un dicho que dice “el que se enfada pierde dos veces”, pero es algo que suele suceder.


Pero te  preguntarás ¿Por qué me enfado?
Creo que la pregunta correcta en este caso sería: ¿Para que me enfado? ¿Cómo voy a resolver este enfado/frustración?  ¿Qué puedo aprender yo del enfado?

En general nos enfadamos en relación a alguien, otra persona, puede ser alguien de la familia, un amigo o un compañero de trabajo, pareja, etc. Pero el enfado, la ira, hay que descargarla, no podemos mantenerla en nuestro interior como un veneno en el cuerpo dentro de una olla a presión que al calentarse demasiado terminaría explotando y/o dañando a otras personas. 

Cuanto hay tensión es mejor descargarla de una forma positiva, con sabiduría.
A continuación, te propongo algunos pasos para gestionar  el enfado:

Reconoce conscientemente que estás enfadado. Desde tu interior medita ¿Soy consciente de mi propio enfado? ¿Por qué estoy enfadado? ¿Qué voy a hacer?

No respondas de inmediato Cuando estés enfadado, no reacciones, no decidas, no hables; revisa, cuenta hasta cien, vete a correr o pasear un rato, y piensa si es justificable, si está bien que te enfades, o como has podido colaborar tu en generar esa situación.

Tomate tiempo y pregúntate: ¿por qué estoy enfadado? ¿es tan grave? ¿es proporcionado este enfadado?

Localiza el foco de tu enfado. ¿Qué es lo que me hizo enfadar? ¿Es lo que dijo la otra persona, o lo que hizo? ¿Qué es lo que me molesta, en realidad? ¿me hace recordar algún peligro, alguna experiencia pasada etc.?

Analiza tus opciones, estas pueden ser muchas, van desde gritar, dar golpes, vengarse o ignorarlo, es decir: no le hablo más.
Ninguna de estas acciones son prudentes porque no están motivadas por las ganas de solucionar, ni son positivas. Las acciones que yo emprenda deben buscar corregir la falta y restaurar la relación que en realidad me importa.

Yo decido entre confrontar desde el amor o pasar por alto la ofensa. Recordando versículos de la Biblia:  “El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa.” 

Emprende una acción constructiva.
Míralo de esta manera: ¿qué harías si vieses que se está incendiando tu casa? ¿le echarías agua o gasolina? Si le echases gasolina aumentaría más el fuego, y eso es lo que sucede en nuestras relaciones, puedes decir “si me gritas te grito”, igual puede suceder en el trabajo. El echar gasolina al fuego  lo que trae es destrucción, y más que destruir a otros, te destruyes a ti mismo ¿quieres destruir tu vida? ¿Quieres destruir la vida de otros? 
Lo probable es que no.

¿Quieres gestionar sanamente tus emociones, y liberar tu frustración de manera positiva?

Una acción constructiva pretenderá echarle agua al fuego. Intentará pasar por alto la ofensa y confiar en que la otra persona comprenda su postura.  Las acciones constructivas confrontan al otro desde el amor, escuchan cualquier explicación que pueda además cambiar la perspectiva de la persona. Si la persona admite su error y se disculpa, perdónala. Si no admite su falta, lo mejor es dejarle tiempo, tomar distancia, porque lo más importante es no vivir en el enfado.

Fuente: Emociones Saludables 

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