Si quieres conocer la ira solo para deshacerte de ella, es muy difícil, pues la actitud de deshacerse de la ira crea una distinción.
Has comenzado con la suposición de que la ira es mala, por lo que la «no ira» es buena; que el sexo es malo y la «no sexualidad» es buena; que la codicia es mala y la «no codicia» es buena.
Si creas semejantes distinciones, encontraras mucha dificultad para conocer de verdad esos rasgos.
Entonces, incluso si los trasciendes, solo será una represión.
Un simple acto de auténtica espontaneidad y de inmediato te ves transportados de este mundo a otro.
Hasta las emociones positivas, si son falsas, son feas; y hasta las emociones negativas, si son auténticas, son hermosas. Incluso la ira es hermosa cuando todo tu ser la siente, cuando cada fibra de tu ser vibra con ella.
Observa a un niño pequeño enfadado... y entonces sentiras la belleza. Tiene todo su ser en eso. Radiante. El rostro rojo. ¡Un niño tan pequeño parece tan poderoso que da la impresión de que es capaz de destruir el mundo entero!
¿Y qué sucede con el niño después de que se ha enfadado?
Pasados unos pocos minutos, unos pocos segundos, todo cambia y está feliz y bailando, corriendo otra vez, por la casa.
¿Por qué esto no te pasa a ti?
Te mueves de una falsedad a otra.
De verdad, la ira no es un fenómeno duradero, por su propia naturaleza es algo momentáneo. Si la ira es real, dura unos pocos momentos; y mientras dura, auténtica, es hermosa. No hace daño a nadie. Una cosa real y espontánea no puede dañar a nadie. Solo la falsedad daña. En un hombre que puede enfurecerse espontáneamente la ira desaparece a los pocos segundos y vuelve a relajarse hasta alcanzar el otro extremo.
Se convierte en un hombre infinitamente cariñoso.
Osho.
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